Por Luis Américo Illuminati.-

«Con una rapidez inaudita, el polémico arzobispo Carlo Maria Viganò, exnuncio en Estados Unidos conocido por sus ataques al papa Francisco, a quien llegó a tildar de “hereje”, “falso profeta” y “servidor de Satanás”, fue hallado culpable del gravísimo delito de cisma y fue excomulgado en forma automática por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, anunció este viernes el Vaticano». (La Nación, 05/07/2024, Elizabetta Piqué).

La excomunión es un trámite religioso que no condice con la misericordia y que sólo debería aplicarse a los curas pedófilos que tanto daño han hecho a las víctimas y a la fe católica. Un verdadero Vicario de Cristo, no excomulga a quien no le falta el respeto a Dios ni a la doctrina de los evangelios y sólo critica la impostura de la burocracia eclesiástica. De Monseñor Viganò se podría decir lo mismo que se dice que dijo Aristóteles: «Amigo de Platón, pero más amigo de la verdad», que trasladado al plano religioso se traduce de la siguiente manera: Subordinado al Papa mientras éste no se aparte del recto camino y no contradiga los preceptos Inmutables que guarda fielmente la tradición. Así procedió Monseñor Marcel Lefebvre respecto de sus diferencias con Pablo VI quien lo suspendió «a divinis» por más de 10 años. La única diferencia entre Lefebvre y Viganò son los términos de Vigánò tan graves y sin retorno. En cambio, Castellani y Lefebvre pese a haber sido declarados «rebeldes», siguieron otro camino: las apelaciones basadas en el derecho eclesiástico y la teología católica dando cuenta de los errores y el desvío doctrinario asumido por el Vaticano.

Una situación similar le tocó vivir al Padre Leonardo Castellani (1899-1981), jesuita santafesino, escritor, ensayista, poeta y teólogo, la jerarquía eclesiástica durante 20 años lo persiguió, lo suspendió, lo prohibió, casi termina como el monje Giordano Bruno por denunciar imposturas y desviaciones en el seno de la Iglesia y la mala formación impartida en los Seminarios católicos de la Argentina, errores neomodernistas condenados por la encíclica «Pascendi Dominici gregis», promulgada por San Pío X y que el progresismo clerical hasta el día de hoy se empeña en ignorar sistemáticamente. Es dable agregar que por su firme posición el Padre Castellani fue expulsado de la Compañía de Jesús previo confinamiento en Manresa (España), de donde se fugó luego de vivir dos años de sufrimiento y ostracismo. Allí escribió «El Ruiseñor Fusilado». Recién en 1966 el Nuncio Apostólico Monseñor Lino Zanini lo rehabilitó y le restituyó plenamente el ministerio sacerdotal. De Castellani, dijo Borges: “Es la mente más brillante que dio la Argentina en el siglo XX”. Benedicto XVI también dejó sin efecto las excomuniones de los sacerdotes consagrados en Ecône (Suiza), donde funciona la «Confraternidad Sacerdotal San Pío X» fundada por Lefebvre.

Es de esperar que tanto Francisco como Monseñor Viganò lleguen a una reconciliación y que el papa tenga presente que Monseñor Viganò no es un heresiarca como Martín Lutero, quien sí produjo un verdadero Cisma. El papa León X no quiso reconocer que algunas de las quejas de Lutero eran ciertas (el oscuro negocio de la venta de indulgencias plenarias para enriquecer las arcas de un sector corrupto de la Iglesia).

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