Por José Luis Milia.-

Hay quienes creen que en la improvisación hay virtuosismo y en el apresuramiento, transparencia. Fiel a su idea de originalidad, Mauricio Macri, al mes y cinco días de asumir descabezó, al igual que Néstor Kirchner en aquel lejano 2003, a los mandos de las FFAA.

Esta medida, admirablemente inoportuna y brillante en su estupidez, no hace otra cosa que equiparar a los mandos de las Instituciones Armadas a las cúpulas de las Fuerzas de Seguridad en un momento que, atravesadas éstas últimas por la corrupción luego de ser utilizadas y desprofesionalizadas por el régimen kirchnerista, eran susceptibles de ser relevadas dada la presunta connivencia de algunos cuadros con el crimen organizado.

Así como Néstor Kirchner creía que la izquierda le daba fueros y pegarle a los militares, popularidad, Mauricio Macri parece adscribirse a la segunda parte de esta máxima rastrera que tanto mal le ha hecho a la República; con la diferencia que en el primero esta creencia se basaba en el resentimiento, y en el segundo es una consecuencia de su ignorancia del por que y para que un país debe tener Fuerzas Armadas.

La banda que nos gobierna -no banda en el sentido de asociación ilícita que tenía el kirchnerismo sino en el de un montón que en su mayoría no saben para qué están- desconoce que, sin presupuesto, con problemas estructurales más que serios, sin tanques, buques o aviones, arrastrando doce años de impía persecución y ninguneo, las Fuerzas Armadas Argentinas mantuvieron, aunque mínimamente, la preparación profesional de sus cuadros.

Relevar sus mandos en el mismo momento que los mandos de las Fuerzas de Seguridad son relevados por presuntas complicidades delictivas es una ofensa que ni siquiera a Néstor Kirchner o a su mujer se les hubiera ocurrido.

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