Por Orlando Agustín Gauna.-

Desde que existe el Colegio Militar de la Nación, convivieron en él, las muestras del pensamiento nacional.

No se evidenciaba en las aulas, una orientación política determinada, sino el rechazo a los regímenes autoritarios, dentro de los cuales se incluían al nazismo y al marxismo y en menor medida al franquismo y al fascismo.

Se exaltaba a la democracia, la Constitución Nacional, el estado de derecho, etc.

Cuando se analizaban las guerras o los conflictos militares de menor envergadura, se tomaban en cuenta las causas políticas históricas, los tratados internacionales de post guerra, sus éxitos y sus fracasos.

Así hubo militares, radicales, nacionalistas, peronistas, liberales, por nombrar solo algunas tendencias; pero donde quedó plasmada la libertad de opinión y la ausencia de adoctrinamiento en los liceos militares, dirigidos por militares, Director, Sub Director, Jefe de Cuerpo de Cadetes, Jefes de Compañía, Oficiales instructores, que disponían la realización de maniobras militares, uso de armas que iban desde un fusil de 1er. Año, con todas las condiciones de tiro; fusil ametralladora en 2do. Año. Ametralladora pesada en 3er. Año; mortero en 4to año. Y Jefes de grupo en 5to. Año, ejercitando el mando en las fracciones menores, antes de recibirse de Sub Teniente de reserva.

Pero el resultado es sorprendente y denota la falta de adoctrinamiento político partidario, si consideramos la variedad y el nivel de los liceístas egresados, como indica la lista que sigue.

1º Ricardo Gil Lavedra, quien durante el último gobierno militar fue Secretario Letrado (jerarquía Juez de Primera Instancia) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Procuración General), 1976/1978. Y al restablecerse la democracia integró el Tribunal que juzgó a las Juntas de Militares.

2º Raúl Ricardo Alfonsín, Presidente de la Nación, invitado a Berlín (Alemania del Este) durante la URSS en el marco de un “Congreso de políticas antiimperialistas”, Acompañado por Aldo Tessio, radical santafesino. Alfonsín como liceísta tuvo de compañero a Albano Harguindegui, Ministro del interior del gobierno militar, el que luego sería General de la Nación.

3º Fernando de la Rúa, Presidente de la Nación.

4º Julio Cleto Cobos, Gobernador de la Provincia de Mendoza, Vicepresidente de la Nación y Diputado Nacional.

5º Aldo Roggio, presidente del grupo Roggio, de trascendencia nacional e internacional en las áreas de la construcción, transporte, finanzas, etc.

6º Carlos José Ñañez, Monseñor, Arzobispo de Córdoba.

7º Juan Martín Maldacena, físico reconocido mundialmente. En 2018 recibió la Medalla Lorentz por su contribución a la comprensión de la física cuántica de los agujeros negros y por ser el primero en proponer una relación fundamental entre la teoría cuántica de campos y la gravedad cuántica -teoría conocida como Conjetura Maldacena o correspondencia AdS/CFT- siendo así el único científico de habla hispana y de Iberoamérica en haberla recibido.

8º Juan Schiaretti, interventor de la Provincia d Santiago del Estero y Gobernador de la Provincia de Córdoba.

9º Emilio Ángel Maza, delincuente terrorista montonero, que participó en el copamiento de la Calera, Provincia de Córdoba, donde cayó herido y fue detenido, muriendo días después.

10º Fernando Vaca Narvaja, fue uno de los cabecillas de la organización terrorista Montoneros.

Estos nombres y sus distintas conductas y opiniones, al igual que Balza, Videla, Milani y tantos otros, son una demostración palmaria de que en los liceos militares reinaba una variedad de pensamiento, libertad de pensamiento que no se advierte en los colegios Nacional de Buenos Aires o el Carlos Pellegrini.

Según varios politólogos nacionales y extranjeros, de la talla de Roberto Potash (El ejército y la política) o Alain Rouquier (Poder militar y sociedad política en Argentina), en los cuadros de las FFAA existió un variedad de opiniones políticas, donde en el personal subalterno predominaba su cercanía con el peronismo, no exento de ideas liberales, y los menos, radicales o antiperonistas, no obstante, como en el cuadro del personal superior también existía un porcentaje de un 20 ó 30% de profesionales o apolíticos.

En los cuadros del personal superior, predominaba el antiperonismo, cuyo componente más importante era el radicalismo. Este grupo puede haber sumado entre un 35 al 40%, un 10 a 12% de liberales, también antiperonistas; con o que sumaban un 50%. Del resto, el otro 50% se repartía entre un grupo de peronistas, 10 al 15% y el resto, un 35 al 40 % profesionales o políticos; no por desinterés o por desprecio a los políticos, sino que en la década del `60, los militares no emitían voto porque tenían la excusa de no estar en el padrón de su lugar de destino. Y en los casinos de oficiales y suboficiales o en las conversaciones grupales una mayoría expresaba la satisfacción de tener “la libreta de enrolamiento, virgen”, refiriéndose al voto.

Dentro de ese espectro de pensamiento existía un nacionalismo de origen radical, peronista o católico. Buena parte de ese nacionalismo integró una línea nacional en la Fuerza Aérea con el sustento de curas capellanes, también en el Ejército y en la Armada, pero en menor medida, quizás porque la influencia de esos capellanes, en algunos Liceos Militares como el “Gral. Paz” de Córdoba, indujeran a varios cadetes, que continuaran la militancia católica luego de egresados, como Emilio Maza, los hermanos Vaca Narvaja, Ignacio Vélez, entre otros.

No casualmente se definían como de “socialismo nacional”, para luego incursionar en el peronismo.

Esas corrientes de pensamiento de la época influían en la sociedad, de la misma manera que en las FFAA, pero en éstas, siempre predominó la concepción militar apolítica, que fue la que permitió a la Nación disponer de FFAA que actuaban cohesionadamente regidos por el Código de Justicia Militar, cuya última reforma fue firmada por el Presidente Juan Domingo Perón, y su finalidad más importante era mantener la disciplina, un bien que en la milicia adquiere una trascendencia primordial.

Con el restablecimiento de la democracia, y con el “curro de los derechos humanos”, se ha imputado de “Asociación ilícita” a personal de baja jerarquía de las FFAA y a algunos de fuerzas policiales y de seguridad, intentando vincularlos en una asociación con quienes promovieron o apoyaron el golpe de Estado del 24 de marzo de 1973.

Algunas de estas “imputaciones” causaron más de 500 detenidos muertos, y otros liberados luego de 10 años de prisión preventiva, por un Tribunal de alzada que desestimó la acusación. Y otros condenados con juicios amañados.

Pero lo más importante es que una acusación de esta naturaleza implicaba en su momento, la detención de un subalterno dentro de la estructura militar, sin tener en cuenta los cientos de políticos que integraron el gobierno militar, unos 475 del radicalismo, casi 300 del peronismo, varios de la democracia progresista y de otros partidos políticos.

De ellos hubo ministros nacionales y provinciales, gobernadores, intendentes, etc.

Y no sólo eso: hubo jueces y fiscales, federales y provinciales, que no denunciaron ni procesaron a los “golpistas”, sino que ni siquiera renunciaron.

Tampoco denunciaron los representantes del Pueblo en el Congreso de la Nación o legislaturas provinciales, ni siquiera los gobernadores, cuando todos ellos tenían un poder superior al de un personal subalterno.

Basta leer el libro de Juan Bautista “Tata” Yofre “Fuimos todos” para ver los reclamos de un golpe militar con el eufemismo de “intervención militar”.

Pero no sólo allí se agota el tema; el rechazo a la designación de Martínez de Hoz al frente de la cartera económica, generó preocupación y recelo, y se incrementó con el correr de la gestión, en los Casinos de Oficiales de las tres fuerzas, de manera que atribuir a cualquier oficial, connivencia o asociación con el Presidente militar, la Junta de Comandantes o la política económica, constituye una grave falta a la verdad objetiva y una aberración jurídica.

No sólo que no existió una asociación ilícita que involucre a oficiales subalternos o suboficiales, jueces prevaricadores “prendidos” con “el curro de los derechos humanos”, no vacilan en aplicar leyes con retroactividad e inventar causas, deteniendo apresuradamente a personas con banales imputaciones, sin realizar las averiguaciones previas.

DIOS Y LA PATRIA SE LO DEMANDEN

Cris Yozia – Orlando Agustín Gauna

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