Por Carlos Tórtora.-

El ministro de Defensa Agustín Rossi anunció que se dejará sin efecto la normativa del gobierno de Mauricio Macri ampliando la actuación de las Fuerzas Armadas a asuntos de seguridad interior. En realidad, se trató de un plan para instrumentar el apoyo logístico (que es lo que permite la Ley de Seguridad Interior) en cuestiones como comunicaciones, ingenieros, sanidad etc. En realidad, políticamente la reforma de Macri-Aguad se promovió como la intervención de los militares en la lucha contra el narcotráfico. Sus resultados fueron ínfimos, se incrementó la participación militar en la operación Escudo Norte y se ordenó el traslado de 4000 efectivos a Misiones, cuyos resultados se desconocen.

Con desconfianza

Desde el primer momento, esta ampliación hacia el combate contra el narcotráfico contó con el recelo de la plana mayor militar que, en este punto y por distintos motivos, coincide con Horacio Verbitsky. Éste rechaza la participación militar por razones ideológicas y los mandos lo hacen por el temor a policializar la función castrense.

La realidad es que la Argentina es una excepción en Latinoamérica. En Colombia, Brasil, Perú, Paraguay, Bolivia y Ecuador, entre otros, las fuerzas armadas participan activamente contra el narcotráfico con resultados diversos.

La decisión de Rossi será sin duda bien recibida por la Gendarmería, fuerza que encabeza la lucha contra el narcotráfico y que no ve con simpatía la injerencia militar en el tema. El tema también tiene su influencia en lo que hace a equipamiento, porque estaba en carpeta la adquisición de material de seguridad para los militares.

La poca convicción que Macri le puso al tema hace que la incursión militar en la lucha contra el narcotráfico muera sin pena ni gloria.

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