Por Antonio Rossi.-

Más allá del sainete planteado en torno a la forma en que se instrumentará -o por una medida basada en la ley de abastecimiento o por un acuerdo “voluntario” con las empresas-, el congelamiento de los precios de los combustibles por 90 días significa el fin de la “privilegiada y beneficiosa relación” que mantuvieron la administración macrista y las compañías petroleras desde fines de diciembre de 2015.

Mimado como pocos y apoyado con diversas medidas de apoyo fiscal y de reconocimiento de precios internacionales con sucesivas remarcaciones en los surtidores, el sector petrolero viró por completo su consideración por el Gobierno de Mauricio Macri a quien ya consideran incapaz de resolver la crisis económica y la incertidumbre política desatadas tras la catastrófica derrota sufrida en las PASO.

Las petroleras, con YPF a la cabeza, estaban tratando de consensuar con el Gobierno un ajuste del orden del 5% ahora y otro similar en setiembre para morigerar el impacto de la devaluación en los costos del sector.

Pero de manera sorpresiva, Macri salió a anunciar un congelamiento por tres meses de los combustibles que dejó descolocadas a las empresas que ven como sus cotizaciones bursátiles no paran de caer.

A diferencia de las entidades del campo que tuvieron cintura política y ayuda del ministro del área Miguel Etchevere para reaccionar a tiempo ante la intención oficial de elevar las retenciones, el sector petrolero no solo no vio venir la embestida de la Casa Rosada, sino que además no contó con ninguna clase de ayuda del Secretario de Energía, Gustavo Lopetegui.

En las tensas reuniones que mantuvieron en las últimas horas con los funcionarios de Energía, los empresarios petroleros trataron de convencer a sus pares que el congelamiento de los precios internos de los combustibles lleva inexorablemente una paralización de inversiones en Vaca Muerta.

Según las cuentas que manejan las petroleras, la decisión oficial implicará para los productores no integrados -como Tecpetrol, Vista, Pluspetrol y Chevron- una pérdida por barril de 15 dólares con respecto al precio internacional del crudo.

El esquema que armó el Gobierno para “freezar” las naftas y el gasoil hasta mediados de noviembre toma en cuenta un valor interno de 59 dólares el barril a un tipo de cambio de 45,19 pesos. Con el descuento de las retenciones, el precio final que pasarán a embolsar los productores locales llega a algo menos de 43 dólares frente a los 57/59 dólares por barril que facturan sus pares de EEUU.

Si bien las petroleras integradas que operan en todos los eslabones de la escala productiva como YPF, Puma, Shell y PAE pueden morigerar en parte el doble impacto negativo de la devaluación y el congelamiento, también éstas se verán afectadas por los incrementos de los costos internos y el cierre de las líneas de financiamiento que estaban destinadas a sostener el crecimiento de Vaca Muerta.

En este contexto, no se descarta que antes de fin de agosto comiencen a frenarse los desarrollos -tanto los que están en la etapa piloto, como los que están cerca de pasar a ser productivos- con los consecuentes suspensiones y despidos de personal.

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