Por Guillermo Cherashny.-

El 10 diciembre, cuando el presidente Macri asumió el gobierno, designó un numeroso gabinete al cual calificó como el «mejor equipo» de los últimos 50 años por la envergadura intelectual de sus integrantes, que nadie pone en duda, pero esas individualidades no hicieron que actuaran como un «equipo». La muletilla inventada por Jaime Durán Barba y Marcos Peña para que todo el gobierno y el PRO repitan, que se hace todo en equipo, que todo es el equipo, a tal punto que ayer, el presidente le dijo a Miguel Lifschitz, el gobernador de Santa Fe: «no sabe trabajar en equipo», como si fuera un delincuente quien sólo reclama fondos que le corresponden a su provincia y que desde el último mes esa provincia tiene superávit fiscal, a diferencia del gobierno nacional, que tiene un déficit fiscal creciente.

La falta de coordinación de los ministros del gabinete económico -que son 6 o 7, según se lo mire-, donde hay tantas diferencias que parece que fueran de gobiernos distintos, aunque todos apuntan a Alfonso Prat Gay, el Ministro de Hacienda, por «vender humo», es decir, hacer pronósticos sobre la marcha de la economía que nunca se cumplen y además, por ser muy afecto al micrófono, a diferencia del presidente, que es conocido por su parquedad y discursos cortos, y sólo Marcos Peña, el jefe de gabinete se puede extender sin límite, porque es la voz del presidente y del hechicero Durán Barba.

Es cierto también que el presidente del BCRA es criticado por las altas tasas de interés y Aranguren por meter la pata cuando tiene que explicar el sinceramiento tarifario, del que tampoco escapa el presidente con el «en remera y en patas». Pero es el presidente y puede hacer lo que quiera.

El gobierno habla del desastre pasado y del futuro, porque del presente económico sólo puede decir que la inflación aumentó con respecto al año pasado y lo mismo con el déficit fiscal. Y del crecimiento 0 del 2015 pasamos al -1,5% de este año, de que todo sea un salto para atrás y otro para adelante.

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