Por Guillermo Cherashny.-

El 1,9% de inflación del pasado mes de septiembre metió al gobierno en un brete porque, si como tenía planeado, aumenta la nafta, gas, luz, agua y transporte, es posible que la inflación anual pase el 25/26%; aunque, si no lo hace, será del 23%, con el grave riesgo de un nuevo atraso tarifario que seria contrario al discurso del gobierno. Pero como el presidente decidió que irá por la reelección, hay que descartar dos cuestiones: en primer lugar, no habrá ningún pacto o acuerdo con la oposición porque, si hasta ahora el gobierno tuvo un éxito electoral inesperado, ¿para qué cambiar? En segundo lugar, las reformas laboral e impositiva que pidieron los empresarios en el coloquio de IDEA deberá esperar dos años más porque hacer un ajuste después de las elecciones demostraría que Macri trabaja para las próximas generaciones, cuando en realidad, como dijimos, trabaja para la reelección. Por tanto, el populismo amarillo seguirá hasta las elecciones presidenciales, donde el peronismo no k y el cristinismo quedarán severamente heridos y sería alocado concurrir a salvarlos por parte de Cambiemos, sino todo lo contrario, es decir, remover todo obstáculo en el 2019. De ahí el empeño en derrotar a Juan Manuel Urtubey en Salta, ya que es el único que puede asomar la cabeza después de las elecciones dentro del peronismo.

El único opositor que tiene el gobierno es la aparición de un cisne negro en los mercados internacionales que ponga fin al financiamiento externo ya que, con una inflación del 20% para el año próximo, agregados circulación monetaria al 35% y depósitos creciendo al 45%, si suben las tasas de interés, se le complicaría mucho la situación al gobierno, de ahí que no pueda cantar victoria antes de tiempo.

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