Por Eduardo Difonso.-

Mendoza debería seguir atentamente las decisiones que se toman en el Ministerio de Energía y Minería de la Nación ya que podría verse perjudicada en los ingresos que, por regalías petrolíferas y gasíferas, le corresponde atento a un posible proceso de desinversión en el sector impartido desde la nación.

En el marco de la política energética nacional del Presidente Mauricio Macri, ejecutada por el ministro de Energía Juan José Aranguren, la producción petrolera nacional no sólo cae sino que lo hace a una tasa inédita desde la renacionalización de YPF en 2012.

Todo ello en el marco de una recesión que se acentúa, generando despidos y suspensiones así como caída de regalías petroleras en las principales provincias productoras de petróleo.

La caída en la producción petrolera a nivel nacional comparando el período enero a julio (inclusive) de 2016 en relación al mismo período de 2015 exhibe una caída del 3,1%. (Según datos del Ministerio de Energía y Minería de la Nación). Recordemos que en esta materia los datos oficiales indican que los crecimientos para 2014 y 2015 fueron del 8,4% y 6,1%, respectivamente.

Sin embargo, en 2016 redujo su crecimiento a menos un cuarto del 2015. Es decir, creció solamente el 1,3% frente al 6,1%.

La nueva política hidrocarburífera implementada por el gobierno desde diciembre del 2015, ha ido disminuyendo el precio interno del barril de crudo (con lo que intenta disminuir el subsidio de U$S 20 que se les paga a las petroleras por el llamado «barril criollo» para compensar la baja del precio internacional y colaborar con la pretendida disminución del déficit fiscal).El principal fundamento de ésta política yace en que de esta manera se iba a poder mantener el precio de los combustibles en el «surtidor».

Pese a las intenciones oficiales, el objetivo perseguido no se vio reflejado en el «surtidor» de combustibles. Por el contrario, a la fecha acumula un 32% anual de aumento a pesar de la reducción del precio interno del barril. A esto se debe agregar además y, como ya lo expresamos, una caída en la producción petrolera nacional, con ello, una disminución del consumo de combustibles por la recesión y desempleo directo e indirecto en las principales provincias productoras de petróleo, las que seguramente verán afectados sus ingresos por regalías petrolíferas tendientes a la baja.

Yacimientos Petrolíferos Fiscales no sólo pierde miles de millones de dólares mes a mes (2.000 millones de dólares fue el saldo negativo para el tercer trimestre de 2016), sino que retrocede en su cuota de mercado, a la vez que desacelera su perforación de pozos, su producción de petróleo y de gas natural.

La administración nacional se queja de la falta de energía y gas, pero a la petrolera renacionalizada en 2012 y principal actor del mercado gasífero le tira abajo la perforación de pozos y las inversiones como nunca desde aquel histórico año.

Según los datos oficiales del Ministerio de Energía y Minería de la Nación, la drástica caída en la perforación de pozos, en el primer semestre de 2016 YPF desaceleró el crecimiento de la producción de gas: de una tasa del 12% promedio entre 2013 y 2015 a 6%. En otras palabras, redujo a exactamente la mitad el ritmo de crecimiento adquirido en el 2016.

YPF, la primera productora de petróleo de la Argentina, en 2016 redujo su crecimiento a menos un cuarto del 2015. Es decir, creció solamente el 1,3% frente al 6,1% del 2015.

Por ejemplo hace 20 días que paralizó todas las perforaciones en Chubut, y en el último mes, se ha perforado un solo pozo en Comodoro Rivadavia esto es producto de que se terminó el Presupuesto de 2016 lo que implica que YPF esta desinvirtiendo en la región.

No hay que perder de vista el caso de Sipetrol, que va a cumplir cuatro años sin perforar un pozo, así como Tecpetrol que va a cumplir dos en esas condiciones e YPF que bajó primero de doce a seis y hoy hay un solo perforador operando. (Denuncias hechas por el Secretario General del Sindicato del Petróleo y Gas Privado del Chubut, Jorge Ávila.)

Es muy difícil explicar, y no queda claro que objetivo persiguen las medidas adoptadas, el porque de la abrupta y contradictoria caída en la perforación de pozos totales de la empresa registrada en el primer semestre de 2016, la desaceleración de su producción gasífera así como el desplome en la tasa de crecimiento de su cuota de mercado en relación a los años anteriores, que venia creciendo desde 2012 hasta fines del 2015: del 23,25% al 33,15%. Todo ello se desprende de los datos oficiales registrados en el Ministerio de Energía y Minería conducido por el ing. Aranguren.

Con estos resultados concretos y reales, producto de las políticas implementadas por el gobierno de Cambiemos podríamos afirmar, sin temor a equivoco, que los objetivos perseguidos son magnificar las ganancias de las empresas concesionarias para proveer petróleo y gas a los argentinos sin importar la mejora en la calidad del servicio para los consumidores, sin tener en cuenta la incorporación de parámetros de eficiencia para abaratar costos que beneficien a la industria, el comercio y las Pymes en general, la ampliación de las redes con un criterio estratégico, para el crecimiento y el desarrollo de la economía nacional.

Lo que han impuesto para lograr esos objetivos es que el precio interno del gas en boca de pozo tienda al precio del GNL (U$S 6,30 el millón de BTU) lo cual además beneficia al monopolio importador con el Grupo Shell a la cabeza; del mismo modo que la demanda interna caiga para que haya una menor necesidad de inversiones para satisfacer el mercado interno y mayor excedente exportable; y que el precio en el mercado local suba no sólo para mejorar la rentabilidad de las empresas sino y especialmente para doblegar la hegemonía de YPF que es la empresa con los menores costos del mercado doméstico declarado oficialmente.

Estos datos que surgen de la información oficial generan una tendencia a que las políticas del gobierno tienden a favorecer a los grupos económicos mas concentrados en perjuicio de los usuarios y consumidores pertenecientes a la masa asalariada nacional.

También parece que los argentinos estamos condenados a vivir bajo la ley del péndulo, de un extremo al otro: Salimos de un gobierno donde se priorizaba en exceso y hasta demagógicamente el gasto estatal para la compra de voluntades por clientelismo electoral y pasamos a otro gobierno con un criterio aparentemente revanchista y preocupado por recomponer las ganancias de empresas multinacionales, «castigadas por el gobierno anterior», para que recuperen con creces las inversiones y los márgenes que garantizaron en su momento las privatizaciones sin tener en cuenta el riesgo empresario.

Es de esperar que pronto ese péndulo alcance el momento de equilibrio y ocupe el punto de reposo en el justo medio de los dos extremos para que Argentina retome el camino de crecimiento estratégico. Tenemos el recurso humano necesario, lo triste es que no esta ocupando los lugares de decisión.

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