Por Antonio Rossi.-

El llamativo congelamiento que dispuso la empresa estatal ENARSA a la ejecución de las obras de la Central Térmica Manuel Belgrano II (CTMBII) va camino a generarle a la administración macrista una doble y significativa complicación.

Por un lado, por la paralización del convenio vigente con el consorcio que integran el grupo chino CNTIC y la empresa local Electroingeniería, la conducción de ENARSA encabezada por Hugo Balboa se expone a una millonaria demanda por el incumplimiento del contrato por el cual ya había desembolsado un anticipo económico.

Y por otro lado, la prolongada demora en la toma de decisiones promete afectar en el corto plazo casi todas las negociaciones crediticias que la Casa Rosada tiene en marcha con el gobierno y bancos de China para poder financiar grandes obras de infraestructura y la adquisición de formaciones ferroviarias.

A diferencia de otros proyectos que están en la agenda de los funcionarios y empresarios de ambos países, el correspondiente a la CTMBII ya cuenta desde 2015 con un crédito comercial preacordado de China por 1.122 millones de dólares.

Se trata de un préstamo del Eximbank enmarcado en la asociación estratégica entre ambos países para financiar el 85% del monto total de la usina proyectada en la zona de Campana.

La ejecución de la obra y la provisión de los equipos había sido adjudicada a mediados de 2015 por la administración kirchnerista.

La CTMBII es una central de ciclo combinado que prevé aportar al sistema eléctrico una potencia de 810 MW.

Como casi todas las licitaciones de grandes obras que vienen de la era K, la correspondiente a la CTMBII arrastra una historia cambiante y polémica.

El proceso licitatorio había arrancado a fines de 2011 y un año después, en noviembre de 2012, se procedió a la apertura de las dos ofertas que estaban en juego: una de Electroingeniería por 4.589 millones de pesos y la otra, de la dupla IECSA-Isolux por 5.221 millones de pesos.

En agosto de 2014, el directorio de ENARSA le adjudicó la usina licitada bajo el esquema tradicional de “obra pública llave en mano” a Electroingeniería.

A las pocas semanas y por pedido del entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, la firma cordobesa que manejan los empresarios K. Gerardo Ferreyra y Osvaldo Acosta arrimaron una propuesta de financiamiento de China por el 85% del proyecto que estaba condicionada a la cesión mayoritaria del contrato al grupo CNTIC.

El nuevo esquema de financiación y el ingreso de los chinos fue aprobado por el directorio de Enarsa en junio de 2015 y tras el pago de un anticipo de 103 millones de pesos se iniciaron las negociaciones entre el ministerio de Economía y el Eximbank de China para acordar la letra chica de la asistencia crediticia definitiva.

Tras el cambio de gobierno en diciembre de 2015, Balboa -el nuevo titular de ENARSA que llegó de la mano del ministro de Energía, Juan José Aranguren-resolvió poner el proyecto en el freezer, pese a que la empresa estatal ya había adquirido en Campana por 5 millones de dólares el predio destinado a la instalación de la usina.

Para algunos analistas del sector, la indefinición sobre CTMBII que arrastra la conducción de ENARSA desde hace dieciocho meses no obedecería solo a una impericia o falla de gestión de los funcionarios.

Consideran que detrás de esa postura podría haber una clara maniobra política para que Electroingeniería se vea obligada a abandonar el proyecto para que su lugar sea ocupado por el grupo Sadesa que tiene entre sus principales accionistas a Nicolás Caputo, el amigo personal y socio comercial del presidente Mauricio Macri.

Además de las complicaciones económicas que enfrenta por el prolongado impasse que registra desde hace un año y medio la megaobra de las represas santacruceñas, Electroingeniería atraviesa un presente financiero y operativo muy delicado.

Tiene parte de sus cuentas bancarias embargadas por la AFIP -por la mora en los planos de pago que tenía en curso- y por una asegurada extranjera debido a un juicio entablado en Bolivia tras la rescisión de una obra vial que le había adjudicado la administración de Evo Morales.

Mientras tanto, la contracara de la demora oficial se da en la delegación de la UOCRA de Campana que lidera Oscar Villareal donde la desocupación en el sector supera el 30% por la falta de obras como la central de ciclo combinado que tiene frenada ENARSA.

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