Por Antonio Rossi.-

El prolongado y masivo corte del servicio eléctrico que afecta a la ciudad de La Plata -a tan sólo pocos días del histórico mega apagón que había dejado sin luz a 50 millones de personas en casi toda la Argentina y países vecinos- volvió a poner al descubierto la cuestionada y negativa situación que enfrenta el negocio energético bonaerense por la permisiva política de la administración macrista de María Eugenia Vidal que, dejando desguarnecidos a los usuarios, ha facilitado la expansión monopólica y dominante de sociedades ligadas al grupo Mindlin en las principales distribuidoras eléctricas de la provincia.

La empresa DESA (Desarrolladora Energética SA) -que pilotea Rogelio Pagano, un ex ejecutivo del grupo Pampa Energía de Marcelo Mindlin- concentra algo más del 60% del negocio de la distribución y facturación de la energía eléctrica de la provincia de Buenos Aires.

A contramano de lo que aconsejan los manuales y los marcos regulatorios del sector, DESA maneja las cuatro distribuidoras eléctricas privadas más importantes de la provincia: Edelap, EDEN, EDES y EDEA.

El copamiento del negocio eléctrico bonaerense por parte de los ex gerentes de Mindlin comenzó a tomar forma en los últimos años del kirchnerismo. Casi en simultáneo con la decisión de la Nación de transferir Edelap a la órbita provincial, la firma Disvol manejada por Alejandro McFarlane pasó a controlar en 2014 la distribuidora platense y EDEA, la eléctrica de la región atlántica.

En 2016, entran en escena DESA y Pagano tomando las riendas de EDEN y EDES. Un año después, con el visto bueno de Macri y Vidal, DESA se queda con Edelap y EDEA y se convierte en la operadora privada dominante del negocio de la distribución eléctrica en la provincia de Buenos Aires.

Tanto Mc Farlane, como Pagano provienen del “staff” de gerentes y ejecutivos del grupo Pampa Energía que estaban bajo las órdenes de Mindlin, cuando éste comenzó a tallar fuerte en el negocio eléctrico nacional con las compras de Edenor y Transener en los primeros años del kirchnerismo.

Por más que insisten en sostener que sus movidas en el negocio energético bonaerenses fueron “emprendimientos personales”, en el sector casi todas las voces coinciden en señalar que detrás de las jugadas de Pagano y Mc Farlane se encuentran las sombras de Mindlin y de varios fondos y sociedades de inversión que tienen domicilios en distintos paraísos fiscales.

Pero más allá de la presencia monopólica de la empresa de Pagano, hay otro dato clave que muestra hasta donde se extiende la influencia de los ex gerentes de Mindlin en la operación y control del suministro eléctrico en la provincia de Buenos Aires.

Tras la llegada de María Eugenia Vidal a la gobernación, otro ex hombre de Mindlin pasó a dirigir la política energética de la provincia. Se trata de Edgardo Volosín, el ex director y apoderado de Edenor que desde fines de 2015 ocupa la estratégica Dirección Provincial de Servicios Públicos.

Por la pasividad mostrada hasta ahora y los intereses en juego, nadie cree seriamente que Volosín en su rol de autoridad provincial vaya a aplicar alguna clase de sanción extrema a Edelap por los reiterados y masivos cortes que afectan a los usuarios de la capital provincial y localidades vecinas.

Edelap arrastra un negro historial en materia de apagones e interrupciones prolongadas de suministro. En enero y febrero de 2017 -cuando era manejada por Mc Farlane- dejó varios días sin luz a numerosos sectores de La Plata y barrios aledaños.

En esa ocasión y tal como sucede ahora, los funcionarios provinciales decidieron borrarse del mapa y no hablar del tema.

Por su parte el OCEBA -el ente regulador provincial- ha vuelto a amenazar con auditorías y penalidades que con el paso del tiempo generalmente terminan en poco y nada frente a la magnitud de los daños y perjuicios sufridos por los usuarios.

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