Por Antonio Rossi.-

A los frentes de conflictos que tiene abiertos con las empresas petroleras, las entidades de usuarios y los dirigentes de la UCR; el ministro de Energía, Juan José Aranguren le ha sumado en las últimas horas otro foco de tensión que podría derivar en una nueva y fuerte pelea interna dentro del gabinete nacional.

Esta vez la disputa que lo vuelve a tener como protagonista central a Aranguren es con el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, quien desde el estallido de la crisis financiera pasó a ser el hombre fuerte de la administración macrista que tiene a su cargo la negociación con el FMI, la política fiscal, la estrategia de crecimiento, los ajustes presupuestarios y el control de la inflación.

El encono de Aranguren con Dujovne se debe a la “doble intromisión” que tuvo el titular de Hacienda en el manejo de los precios de los combustibles y a la nueva orden de ajuste que le bajó para que reduzca un 20% el gasto y la estructura ministerial de Energía.

Según el “relato” de los colaboradores de Aranguren, el costo político que sufrió el ex CEO de Shell al tener que alterar el congelamiento de precios de las naftas y el gasoil que había acordado hasta julio con las petroleras se debió a una sorpresiva jugada de Dujovne que lo dejó en offside.

Cuando Aranguren suscribió a principios de mayo el acuerdo con las petroleras y refinadoras para mantener los valores de los surtidores por dos meses, la gente de Dujovne le habría asegurado que la modificación impositiva que estaba en juego para los combustibles se iba a postergar para el segundo semestre.

Pero la semana pasada, la AFIP -con el visto bueno de Hacienda- autorizó a partir del primer día de junio una actualización del 6,7% en el Impuesto sobre los Combustibles Líquidos y al Dióxido de Carbono, cuya incidencia final en los surtidores osciló entre el 1,5 y 2%.

Ese incremento es fruto de la reforma tributaria vigente desde marzo que estableció un mecanismo de ajuste automático del Impuesto a los Combustibles. Se cambió el histórico sistema de alícuotas porcentuales que servían para calcular el tributo a pagar en base al precio de los combustibles a la salida de refinería por un nuevo esquema de montos fijos que se actualiza trimestralmente según el Índice de Precios al Consumidor.

Esa suba impositiva disparó un generalizado reclamo de las petroleras que salieron a presionar a Aranguren para dar por caído el acuerdo que había congelado transitoriamente los precios de los combustibles.

El lobby de las petroleras para trasladar a los usuarios parte del atraso acumulado por el impacto de la devaluación y el alza del crudo en el mercado internacional (que desde la liberación de los precios internos que rige desde octubre pasado incide en un 80% en la definición de los valores finales) habría contado con el apoyo de Dujovne.

Más allá de dejar mal parado a Aranguren, para el nuevo superministro de Macri, los aumentos del 5% en junio y del 3% en julio que se consensuaron con las petroleras sirvieron a un doble propósito. Por un lado, para descomprimir el malhumor empresario que podía llegar a frenar las inversiones en curso. Y por otro lado, para enviar una señal de control y compromiso con el ajuste a los funcionarios del FMI que deben aprobar el acuerdo de asistencia financiera solicitado por el Gobierno.

El tercer motivo del enfrentamiento con Dujovne está vinculado con el “ajuste ejemplificador” que Hacienda les está exigiendo a Aranguren y a los restantes ministros de la denominada “mesa económica” del Gabinete nacional.

Pese a que desde la cartera de Dujovne sostienen para afuera que aún no está definido el alcance del ajuste, puertas adentro la orden que están transmitiendo los funcionaros de Hacienda es que todos los ministerios van a tener que aplicar una poda presupuestaria del 20% a partir del segundo semestre.

Además, en el caso de Energía se agregaría una exigencia adicional para recortar el organigrama operativo con la supresión de subsecretarías y direcciones y la no renovación de la mayoría de los contratos de asesores y coordinadores.

Tras tomar nota de los pedidos de ajuste, Aranguren le hizo saber casi de inmediato su disgusto a Dujovne. Entiende que ya hizo su aporte a la baja del gasto público con la restructuración y retiro de funcionarios que concretó a principios de año.

Pero para el titular de Hacienda y el FMI, eso no resulta suficiente y si pretende seguir en su puesto, a Aranguren no le quedaría otra opción que volver a pasar la tijera en su ministerio.

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