Por Eduardo Difonso.-

Este mes de julio se cumple un año del mensaje del presidente Macri con motivo de la celebración del Bicentenario de la Independencia cuando afirmaba:»Estamos trabajando denodadamente para tener el gas, la electricidad y la energía suficiente. Porque sin energía no podemos vivir ni podemos crecer». Para agregar en otro segmento:»Y ahí les tengo que pedir, de ese lugar que asumimos todos… a que aprendamos a consumir la menor cantidad de energía posible. Hoy nuestro país está entre los que más consume energía por habitante».

En esa oportunidad el Ing. Macri nos pedía que consumamos menos energía, pues considera que habernos posicionado como uno de los países que más consume es un dato negativo.

Asimismo no se privó de seguir transmitiendo su criterio sobre el excesivo consumo de energía per cápita ya que también afirmó que «La energía que consumimos para vivir es una fábrica menos que se puede abrir». Aparentemente, para el gobierno PRO-RADICAL el consumo residencial sería un importantísimo factor de desindustrialización.

Con estas afirmaciones, que se convirtieron en políticas públicas implementadas para desalentar el consumo residencial y comercial e industrial mediante un brutal incremento tarifario que se aplicó en las tres instancias de prestación de los servicios energéticos (electricidad y gas) llamadas Producción o Extracción(según el recurso), Transporte y Distribución, que en primera instancia fue, en términos generales, del 400% para usuarios residenciales y del 500% para industrias y comercios (PyMES). Como así también incremento a los combustibles que en esta gestión ya supera el 47%.

Recordemos que a partir de abril de este año ya se practicó un nuevo ajuste tarifario sobre lo ya aumentado que supera el 50% tratando de generalizar, cosa difícil de precisar para el caso del gas, porque según el consumo comparado con el año anterior puede ser que cambie de categoría aumentando el valor unitario del m3 de gas para mayor consumo.

Todo esto en el marco de referencia, para el precio del recurso natural argentino, que lo hacen cotizar en dólares con lo que se convierte en una segunda variable de ajuste en el tarifazo aplicado.

Sin dudas, habernos posicionado como uno de los países que más consume energía, es un dato negativo, según el criterio del gobierno.

El presidente Macri quiere hacernos creer que «consumir la menor cantidad de energía posible» resultará auspicioso para el pueblo y para el país, contradiciéndose a sí mismo cuando un segundo antes había afirmado que «sin energía no podemos vivir ni podemos crecer».

Cuando recurrimos a la información internacional para comparar objetivamente el consumo de los países mas desarrollados del mundo registrados por el Banco Mundial, nos encontramos con una realidad que se contrapone con el criterio del gobierno de CAMBIEMOS.

Resulta difícil creer que los destacados funcionarios que componen el gabinete nacional desconozcan la información oficial y publica que registran los organismos internacionales sobre los niveles de consumo energético ideales para considerar un país socio-económicamente desarrollado.

Allí se observa la relación entre el consumo eléctrico per cápita y distintas variables sociales, económicas, en salud pública, en acceso a la infraestructura, tasa de criminalidad y corrupción, entre otros.

AFIRMA EL BANCO MUNDIAL:

-Los países de menor desarrollo económico (africanos mayormente) se caracterizan por ser aquellos con el menor consumo eléctrico per cápita. De esta suerte, se observa que los países más desarrollados e industrializados del Planeta Tierra exhiben los mayores consumos eléctricos por habitante.

-Los países de menor IDH -Índice de Desarrollo Humano- (africanos mayormente) se caracterizan por ser aquellos con el menor consumo eléctrico per cápita. De esta suerte, se observa que los países cuyas poblaciones gozan de niveles más elevados en las dimensiones «vida larga y saludable, adquirir conocimientos y disfrutar de un nivel de vida digno» exhiben los mayores consumos eléctricos por habitante.

-Los países con expectativa de vida más baja (por debajo de 65/70 años) y a excepción de algunos casos puntuales, presentan un consumo eléctrico per cápita inferior a los 1.000 kWh. Inversamente, los países con expectativa de vida por encima de los 70 años presentan consumos eléctricos superiores a los 3.000 kWh en promedio.

-Los países con las mayores tasas de muertes de niños entre 1 mes y los primeros 5 años de vida por neumonía se verifica en los países con los menores consumos eléctricos per cápita.

-Los países con las mayores inversiones en materia de salud sobre el PBI cuentan con los mayores consumos eléctricos per cápita.

(Toda esta información, con mayor detalle estadístico está disponible en: El consumo eléctrico per cápita (kWh) proviene del Banco Mundial. Los datos de expectativa de vida provienen de Human Mortality Database (www.mortality.org); World Population Prospects: The 2010 Revision / United Nations Population Division y la Human Lifetable Database (www.lifetable.de).

Si el Sr. Presidente quiere incorporar a la Argentina al primer mundo, lo que no debe hacer es disminuir el consumo energético per capita de los ciudadanos y de las empresas radicadas porque es lo único que nos hacia pensar que estábamos mas cerca de pertenecer al mundo desarrollado.

También resulta incoherente el mensaje del gobierno PRO-RADICAL cuando afirma que quiere transformar el «granero del mundo» en el «supermercado del mundo» mediante la incorporación de valor agregado a la producción primaria, si sabemos que para ello se necesita indefectiblemente contar con un recurso energético abundante y barato para fomentar esas actividades y la generación de empleos.

Lamentablemente no podemos ser optimistas esperando la reconsideración de las medidas adoptadas y que ocurra un CAMBIO en las políticas energéticas que implementó CAMBIEMOS ya que son manifiestas las contradicciones entre el discurso y las acciones de gobierno que transforman en hechos que van en sentido contrario de lo que piensa y ocurre en el mundo.

Tampoco ayuda a modificarlas el hecho que se hayan designado muchos de los ex Secretarios de Energía como asesores y funcionarios de las empresas publicas dependientes del Ministro Aranguren, que en su momento ya implementaron esta matriz energética priorizando la exportación de los recursos naturales en lugar de ampliar los radios servidos para que más personas accedan a los servicios básicos, hoy elevados al rango de Derecho Humano, como el gas y la electricidad.

Y para completar el esquema de saqueo se incorporaron, en cargos de decisión, a representantes de las cuatro o cinco principales concesionaria de explotación de petróleo; gas y energía eléctrica que priorizan la rentabilidad empresaria por sobre la solidaridad con los derechos de nuestros semejantes considerando los factores o recursos energéticos como un producto más de la economía de mercado en lugar de entenderlos como recursos estratégicos para el desarrollo nacional.

Pero esa delegación de atribuciones proviene de un Estado Desertor y es, en definitiva, el responsable directo de lo que nos pasa a los argentinos.

El consumo energético de una Nación es función directa de su desarrollo socioeconómico, de la calidad de vida (estándar de vida) y la longevidad de su población (expectativa de vida); es función directa, asimismo, de su nivel de industrialización y la modernidad de su economía, así como también del desenvolvimiento de su aparato productivo, científico y tecnológico.

Todas las naciones hoy industrializadas de Occidente como las emergentes de Asia y de otros continentes han basado y basan su despegue capitalista (desarrollo de sus fuerzas productivas y sus ventajas comparativas y competitivas) en un sistema energético barato y abundante, lo que desembocó en un crecimiento exponencial del consumo eléctrico per cápita.

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