Por Guillermo Cherashny.-

Analistas políticos y económicos se preguntan si Federico Sturzenegger, que es partidario de subir las tasas de interés para bajar la inflación pero que no logró hacerlo, como se demuestra este año, en que se esperaba a lo sumo el 17% desde un rango del 12%, que finalmente terminará entre el 24 y 25%, por lo cual es muy criticado por el resto del gabinete, es un fanático de las altas tasas de interés o bien convenció al presidente de que ésa es la política económica conveniente, desde que Macri y Marcos Peña decidieron relevar del cargo a Alfonso Prat Gay.

Lo mismo pasa con Alberto Abad, el jefe de la Afip, que es intransigente con Cristóbal López y Hugo Moyano en no permitirles que ingresen a una convocatoria de acreedores, lo que podría originar la quiebra de esas empresas. ¿Se corta solo o es una indicación del presidente no compartida por los moderados del gabinete?

Y lo mismo podría decirse de Juan José Aranguren que, con sus fuertes aumentos de tarifas, impulsa la inflación y el único éxito son las altas ganancias que están teniendo las empresas de luz y gas. Y, como no hay duda sobre la honestidad del ex presidente de Shell, los analistas se preguntan si el presidente quiere favorecer a sus amigos Nicky Caputo y Marcelo Mindlin.

Lo cierto es que parece que hay una diferencia dentro del gobierno entre los halcones, liderados por el presidente, y las palomas, que nadie sabe quiénes son, aunque se menciona al subjefe de gabinete Mario Quintana, a quien se le atribuye una gran sensibilidad social.

En definitiva, parece que en Cambiemos no hay uniformidad de cómo encarar las reformas y gran parte de la coalición milita entre las palomas y el presidente como jefe de los halcones.

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