Por Hernán Andrés Kruse.-

Siempre que en la Argentina el gobierno de turno impone feroces tarifarios hay ganadores y perdedores, y son siempre los mismos. Los ganadores de siempre son los empresarios ligados de alguna u otra forma al presidente ocasional, mientras que los perdedores de siempre son los millones de argentinos que viven de un sueldo fijo. Estamos en presencia de una genuina ley sociológica que reza así: “cuando un gobernante impone tarifazos se benefician los amigos del poder y se perjudica la clase trabajadora”.

Mauricio Macri es uno de esos gobernantes partidarios de los ajustes inclementes. Desde que asumió no ha hecho otra cosa que transferir recursos de los sectores populares al sector concentrado de la economía o, lo que es lo mismo, beneficiar económicamente a sus amigos. El fenomenal tarifazo de luz y gas que provocó el primer cacerolazo en contra del gobierno nacional tuvo un gran beneficiario: Nicolás Caputo, íntimo amigo, socio y acreedor del primer mandatario. Caputo es dueño del 23 por ciento del paquete accionario de Sadesa (Sociedad Argentina de Energía S.A.), una empresa que, además de ser la segunda generadora del país, posee acciones en Central Puerto, Hidroeléctrica Piedra del Águila, Central Térmica Mendoza, Central Térmica La Plata Cogeneración (generación), Edesur y Ecogas (distribución). Pero Caputo no es el único amigo beneficiado por tarifazo de Macri. También recibió una gran tajada de la torta Marcelo Mindlin, quien preside en nuestro país Pampa Argentina. Esta empresa forma parte del grupo Tavistok cuyo dueño es el magnate británico John Lewis, quien en febrero pasado compró Petrobrás Argentina. Macri conoce muy bien a Lewis ya que durante Semana Santa le ofreció su casa para que descansara junto a su familia. Nicolás Caputo no es el único accionista de Sadesa. También lo son Carlos Miguens Bemberg (33,9% de las acciones); Guillermo Reca (22,5%); los Escasany (13,6%); y los Ruete Aguirre (7%). Quien preside Sadesa es un ex ejecutivo de Merry Lynch, Miguel Reca, otro amigo del presidente de la nación.

Sadesa, encargada de prestar servicios en Mendoza, San Juan y San Luis, demandó en diciembre pasado al Estado para que el gobierno de Macri otorgue los incrementos tarifarios que figuraban en las renegociaciones contractuales aprobadas por el kirchnerismo durante el período 2008/10. Gabriela Cerruti, legisladora del FPV, destaca que “en el balance 2015, la empresa de Caputo plantea un panorama sobre el campo energético de la Argentina que dista bastante de la desolación y el caos que transmite ahora el gobierno. Sadesa participó en casi un veinte por ciento de la generación de energía mayorista, y tuvo un crecimiento en sus ganancias del 219 por ciento con respecto al año anterior”. Destacó, además, que el tarifazo fue una condición negociada entre el presidente y Mindlin (Pampa Energía) para que su empresa arribara a Petrobras. Ello explica el viaje de Mindlin a Davos (Suiza) acompañando al presidente. Dice Cerruti: “Mindlin viajó junto a Mauricio Macri al encuentro empresario de Davos, Suiza, en enero pasado y allí sellaron el acuerdo. Pampa Energía compraría Petrobras no sólo para seguir produciendo gasoil, sino para convertirla en una proveedora de gas. Para eso necesitaban un drástico aumento de los precios mayoristas. Macri cumplió su parte: cuando volvieron de Davos, instruyó al ministro Aranguren para que aumentaran de un golpe todas las tarifas, luz, agua y gas” (fuente: Página 12, 18/7/016). De manera pues que el tarifazo fue una decisión fría y racionalmente tomada por el presidente de la nación para favorecer a Pampa Energía, es decir, para congraciarse con John Lewis. Pensar que hace unas horas, en una entrevista que le concedió al periodista Sergio Roullier del programa “de 12 a 14” que se emite por el canal 3 de Rosario, el presidente aseguró, poniendo cara de compungido, que de haber tenido otras opciones para paliar la crisis energética, las hubiera tenido en consideración. ¡Por Dios, cuanto cinismo! Porque en aras de una supuesta crisis energética, el presidente no hizo más que hacer aquello para lo cual nació: hacer negociados con sus amigos.

Hay, qué duda cabe, problemas de abastecimiento de gas pero no son el fruto de las decisiones tomadas durante el kirchnerismo sino, por el contrario, de las decisiones que viene tomando el presidente Macri. He aquí la idea central del artículo que Raúl Dellatorre publicó en Página 12 el17/7/016 y que se titula “Plan tarifas públicas con planificación privada”. Si bien la producción de gas natural declinó entre 2004 y 2014, a partir de 2015 su evolución comenzó a ser creciente (aumento del 3,6%). En el caso específico de Yacimientos Petrolíferos Fiscales cabe acotar que su caída en la producción de gas natural comenzó con anterioridad a 2004 y su recuperación comenzó a tener lugar en 2013. Según Dellatorre la evolución de la producción de hidrocarburos se vincula con las políticas que, en materia de perforación y desarrollo de pozos, adoptaron las empresas del sector en los años precedentes. En los noventa, cuando el país estaba en manos del metafísico de Anillaco, se produjo un abandono de las inversiones energéticas que luego repercutió primero en YPF y luego en todo el sector durante la primera década del siglo XXI. Vale decir que los problemas energéticos que se registraron durante el duhaldismo y el kirchnerismo fueron responsabilidad de la política energética del menemismo. Recién en 2012, cuando el gobierno de Cristina Kirchner tomó la audaz decisión de renacionalizar YPF y de declarar de interés público la producción, industrialización y comercialización de hidrocarburos, el ciclo negativo comenzó a revertirse. El sector energético comenzó a dar señales de recuperación recién cuando el Estado decidió intervenir. Lamentablemente, con Macri en la Rosada el Estado decidió emular al metafísico de Anillaco, lo que no hizo más que crear las condiciones para un nuevo declive en la dinámica del sector. Otra vez, desde el poder político, se decidió que el sector energético, de un invalorable valor estratégico, volviera a quedar en manos de la inversión privada

El gobierno nacional justificó de varias maneras el tarifazo sobre el gas. Dijo que lo imponía por la injusticia que significaba el hecho de que los habitantes del área metropolitana pagaran un precio muy inferior al de los habitantes del interior por la provisión de gas. También sostuvo que lo hacía para eliminar los subsidios. En realidad, sostiene Dellatorre, el tarifazo respondió a la decisión del gobierno nacional de favorecer los intereses pecuniarios de los productores porque sino, en un año, nos quedábamos sin gas. Una miserable extorsión. Lo que el presidente Macri no dijo a la sociedad es que el tarifazo no hace más que encubrir una modificación profunda de los vínculos entre el Estado y las empresas privadas, su decisión de eliminar de un sablazo todos y cada uno de los mecanismos de control, regulación y planificación que el kirchnerismo, aún de manera imperfecta, había ido recuperando con el objetivo de asegurar a los argentinos el acceso al gas. En otras palabras: el tarifazo no ha hecho más que encubrir la decisión de Macri de privatizar la producción de gas y su acceso a la población.

No fue casualidad entonces que una de las primeras medidas que tomó Macri apenas se sentó en el sillón de Rivadavia haya sido la de disolver por decreto la Comisión de Planificación y Coordinación Estratégica del Plan Nacional de Inversiones Hidrocarburíferas, creada por la norma que dispuso la expropiación de las acciones de YPF y que declaró al petróleo y al gas de interés público. La importancia de esa ley radicaba en el hecho de que comprometía a las empresas dedicadas a la producción de la energía a presentar sus planes de inversión, con lo cual quedaban comprometidas a cumplirlos. Además, el gobierno nacional tenía a su disposición la información que necesitaba para garantizar la disponibilidad futura de esos recursos. Esa norma tenía como objetivo medular, por ende, evitar que las empresas privadas con áreas concesionadas hicieran lo que se les antojara en materia energética. Pues bien, con ese decreto el gobierno de Macri demostró qué perseguía-persigue, en realidad-en materia de política energética: que el Estado se desentienda de las funciones que le había consagrado el decreto en cuestión. A partir de entonces, el gobierno de Macri comenzó a orientar su política energética en función del “mercado”, en función de las “señales de precios”. En otras palabras: encarecer todo lo que se pueda el precio del gas para alentar las inversiones de afuera. Lamentablemente para los pueblos que son gobernados por gobiernos neoliberales, cuando desaparece el Estado como órgano de control de las empresas privadas cuyos proyectos son a mediano o largo plazo, las inversiones brillan por su ausencia. Lo único palpable son los buenos rendimientos de las empresas privadas, petroleras en este caso, a corto plazo. En otras palabras: cuando el Estado no cumple con su rol de contralor sobre las empresas privadas, sus ganancias crecen exponencialmente a costa del sufrimiento de la población.

Según lo estipulaba la planificación del consumo de gas, si la demanda de gas en los hogares se incrementaba, como sucede en este crudo invierno, el gobierno podía disponer del gas que usualmente tiene como destinatarias las usinas eléctricas o bien interrumpir el suministro de gas a grandes consumidores industriales. Tanto las centrales térmicas como los grandes consumidores industriales están en condiciones de sustituir el gas por el gas oil o fuel (combustibles líquidos) para hacer funcionar sus motores. Por intermedio del Enarsa el gobierno nacional estaba en condiciones de garantizar el abastecimiento adquiriendo el fluido en el exterior si la producción nacional no estaba en condiciones de abastecer a la población. Cammesa es la administradora del mercado mayorista eléctrico encargada de la organización del abastecimiento entre generadores como Yacyretá y distribuidoras como Edenor y Edesur. Pues bien, a través de esta administradora se hacen públicas las cifras que demuestran que a pesar de la disminución en el consumo de gas natural en las centrales térmicas en los últimos meses, aún representa un poco más del 75% del combustible fósil empleado en las usinas. Por su parte, el fuel oil y el gas oil representan un poco más del 20%, lo que significa que las centrales térmicas están en condiciones de liberar buena parte del gas natural que producen para aliviar la situación de la población. Según una fuente calificada, no se utiliza con más asiduidad este recurso de sustitución (el gas natural por el fuel oil o el gas oil): “porque es una decisión económica de las empresas, que siguen utilizando el recurso más barato aunque sea perjudicial para la sociedad, y una decisión política del gobierno de no obligarlas”.

En función de la política energética implementada por Macri se puede prever que se darán en el futuro una serie de dificultades o complicaciones en la producción y abastecimiento de gas. En este sentido, resulta muy preocupante el parate en las inversiones en perforaciones de las empresas del sector, pese a que el precio del gas en boca de pozo tuvo un notable incremento (de 2,60 dólares saltó al doble para el nivel de producción histórica). Si bien es cierto que durante el año pasado había mermado el ritmo de crecimiento de la realización de pozos de avanzada, exploración y explotación, los datos oficiales para el primer semestre de este año señalan una clara profundización del declive. Las empresas petroleras saben perfectamente que Aranguren-Macri, en realidad-tiene en mente dejar liberado el sector energético al mercado. Pero la realidad se empecina en poner en evidencia las falacias neoliberales. Todo parece indicar que, en virtud de la política energética de Cambiemos, el abastecimiento del suministro futuro para los hogares e industrias puede complicarse en demasía.

Efectivamente, el pueblo votó por el cambio. Que Dios nos ampare.

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