Por Oscar Dufour.-

En la foto de portada vemos eslabones originales de las cadenas utilizadas el 20 de Noviembre de 1845 en la Batalla de Vuelta de Obligado por propias fuerzas, para impedir el paso de la flota anglo-francesa por el Río Paraná. Consideraciones y contexto de la “Guerra del Paraná”. Reseña del General Lucio Norberto Mansilla.

El 20 de noviembre de 1845, en la Batalla de Vuelta de Obligado, algo más de un millar de argentinos con decisión y coraje defendieron los intereses de la Nación, y enfrentó a la Armada más poderosa del mundo con profundo amor por su Patria, encuadrados y conducidos por dirigentes que supieron defender del invasor, en una gesta histórica que permitió consolidar definitivamente nuestra Soberanía Nacional, un proceso inspirado en la Revolución de Mayo de 1810, y en el ideario de Mariano Moreno, que sin una descripción lineal conforman una parte destacada de nuestra historia Argentina.

En 1974 a pedido del historiador José María Rosa y por medio de la Ley Nº 20.770, se ha instaurado en nuestro País el 20 de Noviembre como Día de la Soberanía Nacional, en conmemoración de la Batalla de Vuelta de Obligado. Por las condiciones en que se dio esa Batalla en el contexto de la “Guerra del Paraná”, por la valentía de los argentinos que participaron en ella y por sus consecuencias, es reconocida como modelo y ejemplo de sacrificio en pos de nuestra Soberanía.

Ocurrió en 1845, en un contexto político interno muy complejo y con profundas divisiones, que propiciaron un nuevo intento de dos potencias europeas –Francia e Inglaterra– por colonizar algunas regiones de nuestro País.

Gobernaba don Juan Manuel de Rosas, el General San Martín ya anciano lo apoyaba desde su exilio, y en todo el País se oyó el deseo de seguir siendo una Nación libre y no una colonia extranjera, aun a costa del enorme sacrificio que ello significaría. Hasta el autor del Himno Nacional, Vicente López y Planes, arengaba a nuestro pueblo ante el avance de las fuerzas anglo-francesas por el Río de la Plata.

El propósito de los invasores era ingresar por el Paraná, a lo que el Gobierno Argentino se anticipó preparando la resistencia al mando del General Lucio Norberto Mansilla, quien era el Jefe del Departamento Norte de las tropas argentinas, en un lugar cercano a San Pedro denominado “Vuelta de Obligado”. Las fuerzas enemigas que contaban con armas de alta tecnología para la época, como los nuevos “barcos de guerra a vapor” y los “cañones estriados de carga posterior”, superaban ampliamente en número y en modernidad de su armamento a las nuestras, que tras 7 horas de lucha fueron desplazadas.

Sin embargo, aunque pudo franquear el paso hacia el Paraná, el enemigo no pudo ocupar las costas de vital necesidad estratégica para su plan, por lo cual su victoria no fue completa. En cambio, se vigorizó el espíritu nacional y desde todo el mundo los mensajes favorecían la defensa de nuestra Soberanía, que finalmente resultó reforzada. Para darnos una idea de cuánto significaba la defensa de nuestro suelo para quienes lucharon en aquella emblemática Batalla de la Vuelta de Obligado, vale mencionar algunas de las emocionantes palabras de la arenga del General Mansilla a su gente antes del combate:“¡Valientes soldados federales, defensores denodados de la Independencia de la República y de la América!; ahí vienen nuestros enemigos, sostenidos por los codiciosos marinos de Francia e Inglaterra, navegando las aguas del gran Paraná, sobre cuyas costas estamos para privar su navegación bajo de otra bandera que no sea la Nacional. ¡Vedlos camaradas, allí los tenéis! Considerad el tamaño del insulto que vienen haciendo a la Soberanía de nuestra Patria, al navegar un río que corre por el territorio de nuestra República, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos. ¡Pero se engañan esos miserables, aquí no lo serán! ¿No es verdad camaradas? ¡Vamos a probarlo! Tremole en el río Paraná y en sus costas el pabellón azul y blanco, y muramos todos antes de verlo bajar de donde flamea.”

Muchos de los que escucharon esta arenga no regresaron a su casa. Murieron defendiendo a nuestra Patria con un concepto muy claro y muy básico de “Soberanía”, que el invasor vuelva a su lugar, porque esta tierra es nuestra y de nuestros descendientes; el poder o autoridad de tomar estas decisiones implicó la independencia de los poderes externos y ejercer mando soberano sobre los grupos internos. Tampoco es un dato menor, que en “Obligado” todos sus Jefes fueron heridos en el combate, que las fuerzas propias quedando sin municiones y destruidas sus baterías –algunas simuladas con troncos pintados de negro– prolongó la pelea con lucha cuerpo a cuerpo –algo similar ocurrió en 1982 en la Guerra de Malvinas– y con heroicos contraataques de caballería. Sobre 2160 combatientes criollos, murieron 250 entre ellos el legendario “gaucho” Antonio Rivero –veterano de la denominada rebelión en Malvinas, en Agosto de 1833– y 400 fueron heridos incluyendo a su Comandante el General Lucio Mansilla, por un golpe de metralla en el lado izquierdo de su estómago.

El notable espíritu de resistencia manifestado en Vuelta de Obligado, terminó de ratificar nuestra condición de Nación libre e independiente, por cuanto aun quienes no simpatizaban con Juan Manuel de Rosas, cayeron en la cuenta de que dejarse conquistar por fuerzas extranjeras no era una salida, y que el pueblo no iba a dejar que ello ocurriera. “Obligado” fue para Inglaterra y Francia una victoria militar, pero una grave derrota política y comercial con resultados contundentemente adversos, el Brigadier General don Juan Manuel de Rosas dijo entonces “esta se las gano con una resma de papel”, y el General San Martín desde el exilio lo sintetizó expresando “que los Argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca”. Analizando en retrospectiva este hecho, nos demuestra que el Presidente de la entonces Confederación Argentina no estaba equivocado.

Como consecuencia de la “Guerra del Paraná”, se termina la intervención y bloqueos en la región de las fuerzas navales anglo-francesas. Se aborta el “secreto” “Tratado de Alcarás” de Francia e Inglaterra para independizar nuestra Mesopotamia, la posibilidad de intervenir al Paraguay, y que el Uruguay pase a ser colonia francesa. Devuelven la Flota Argentina capturada, y la Isla Martín García. Las Flotas invasores deben rendir honores y saludar la Bandera Argentina con 21 cañonazos, los Gobiernos de Inglaterra y Francia reconocen finalmente luego de cinco años de discusiones diplomáticas, la Soberanía Argentina y la NO navegación de los ríos interiores.

BREVE RESEÑA DEL GENERAL LUCIO NORBERTO MANSILLA (01/03/1792-10/04/1871)

En septiembre de 1826, declarada la guerra con el Brasil, el Presidente Rivadavia lo nombra Comandante General de la Costa en el Ejército que comandaba el General Alvear.

Como General de División, Lucio Mansilla tomó parte principal en el “Combate de Camacuá”, persiguiendo al enemigo y mereciendo ser especialmente recomendado al Gobierno Argentino.

Destacado por el General Alvear al frente de su División en la Batalla de “Ombú” derrotó al famoso General Brasilero Bentus Manuel, que comandaba la mejor caballería del Imperio dispersándolo y abatiéndolo tres días después, el 20 de Febrero en la “Batalla de Cutizaingó”.

La participación de Mansilla nuevamente fue brillante, así lo hizo presente su superior el General Alvear, por lo que el Gobierno le acordó el uso de un escudo y cordones, un privilegio para la época de muy pocos oficiales superiores, y nombrado Jefe de Estado Mayor, hasta que el Ejército republicano se retira en 1827 a cuarteles de invierno, donde previa consulta al Gobierno es designado Diputado por la Rioja a la Convención de Santa Fe.

Un tiempo después, iniciada la guerra civil, Mansilla con sobradas glorias para sacrificarlas en partidos personales, se retira a la actividad privada hasta el año 1834, cuando es designado Jefe de Policía de Buenos Aires en la Gobernación Provincial del General Viamonte.

Desempeñó este cargo hasta que el Gobierno lo designa Comandante del Ejército de Reserva que debía organizar en Tucumán, declarada la guerra con el Gobierno Perú-Boliviano del General Santa Cruz.

Terminada esta, Mansilla que era cuñado del General Juan M. de Rosas, estaba casado con su hermana menor Agustina, no quiso formar parte de la guerra civil entre el Partido Federal de la República y el Unitario que seguía las banderas de Juan Lavalle.

En 1838, 1840, 1842 y 1844 formó parte de la Legislatura de Buenos Aires, como uno de los hombres más notables, su voz se dejó oír elocuente y arrogante por los derechos de la República, desconocidos y ultrajados por las potencias europeas que pretendían dominar el Río de la Plata.

Consecuente con estas ideas, lo encontramos en 1845 al frente de la resistencia contra los anglo-franceses como Comandante del Departamento del Norte, batiéndose en el glorioso “Combate de Obligado” y regando con su sangre el campo de honor Argentino.

Después de “Obligado” volvió a batir a los anglo-franceses en Acevedo, San Lorenzo y Quebracho. Terminada esta lucha, Mansilla no volvió a tomar armas hasta 1852 en que el Brigadier General Juan Manuel de Rosas lo designa Comandante en Jefe de las Fuerzas de la Ciudad de Buenos Aires, cuando brasileros, orientales y argentinos venían sobre ella.

Después de 1852 el General Mansilla se retiró a Francia, la Corte de Napoleón III le abrió sus puertas, lo colmaron de distinciones principalmente los Generales que se habían batido con él como leones en “Obligado”, “San Lorenzo” y “El Quebracho”.

Sobrellevó con dignidad el alejamiento y el olvido al que lo relegaron sus enemigos políticos adueñados del Gobierno de Buenos Aires, durante la separación de esta Provincia de las demás argentinas. Cuando la diatriba pretendió herir sus glorias, bajó tranquilo a la arena para desautorizar a sus detractores con términos precisos que reflejaban las altiveces de sus mejores días.

Cuando se hubieron calmado las pasiones de la guerra civil, regresó a Buenos Aires. No envejeció jamás, la eterna juventud de su espíritu iluminaba su fisonomía. Era el contemporáneo de sus nietos, y eso que cuando murió ya octogenario contaba con medio siglo de Generalato, era el General más antiguo de la República, enterró a casi todos sus compañeros de armas.

El 10 de Abril de 1871 comenzó su sueño eterno, a su entierro no asistieron las autoridades de la República, tampoco le hicieron los honores correspondientes al rango de General.

En el acto de inhumación de sus restos en el Cementerio de la Recoleta, dijo uno de sus dilectos amigos Diego G. de la Fuente “…no sé, señores, en qué, ni cómo se perpetuará el nombre del vencedor del Ombú, del autor de la primera Constitución provincial Argentina, del organizador de la Policía de Buenos Aires, de un Soldado de la Independencia, de un Diputado al Congreso del año 26, de un General recomendado a la gratitud pública por Bernardino Rivadavia; pero si se y aquí debo decirlo, que el viajero Argentino que remonta los ríos detiene siempre los ojos con noble orgullo en un recodo del gran Paraná, donde un día la entereza del General Mansilla, rigiendo el pundoroso sentimiento nacional en lucha desigual con los poderes más fuertes de la Tierra, supo grabar con sangre que no se borra, derechos indestructibles de honor y de gloria …”

CONCLUSIONES

El propósito de esta conmemoración de la “Guerra del Paraná por la Soberanía Nacional”, no es profundizar viejas heridas entre Unitarios y Federales, y menos aún entrar en polémicas al respecto, solo es mi deseo contribuir con estas breves pero sentidas líneas, a fortalecer el espíritu nacional de los argentinos. El brillante y admirado historiador, escritor y diplomático Pepe Muñoz Azpiri, llegó a decir no sin razón, que “Obligado” fue el triunfo diplomático más importante de la historia Argentina.

De don Juan Manuel, muchos de los que no lo quieren podrán decir muchas cosas, y quizás algunas puedan ser ciertas, pero lo que nada ni nadie podrá quitarle jamás a Rosas, es la escarapela de Belgrano que siempre llevó en su corazón y el sable corvo que le legara nuestro Padre de la Patria. La historia contemporánea, nos indica que las pasiones siguen vivas, con diferentes matices, pero vivas. Es una dinámica que marca indeleble nuestra esencia, lo que somos, como somos, y sin necesidad de brindarle una interpretación profunda porque seguramente persistente así será también en las generaciones venideras; recordar que todos, unos y otros, pertenecemos a un mismo suelo que nos hermana y somos hijos de este bendito País, nuestra República Argentina.

También anhelo recordar con mucho orgullo y entrañable afecto, al General Lucio Norberto Mansilla, ya que no hay mayor estrago que la ingratitud y el olvido para con los grandes ciudadanos, porque esto no hace más que acusar degradación, desvalorización en los Pueblos y de alguna manera, en nuestro caso, vulnerar además nuestra Soberanía.

Lamentablemente la ingratitud y el olvido es un suceso que en nuestro País siempre tiende a repetirse. Seguramente muchos de nuestros lectores compartirán con quien esto escribe, que en la actualidad un desfile de nuestras Fuerzas Armadas en un día tan emblemático también haría lo propio, ayudaría un poco más a reconciliar una sociedad fracturada por el egoísmo de unos pocos, recordaría que la Patria se hizo con dignidad, coraje y heroísmo; el mismo de nuestros contemporáneos en Malvinas y Georgias del Sur. El espíritu de la “Vuelta de Obligado” fue idéntico al de la “Operación Rosario” y “Operación Georgias” en el ‘82.

Finalmente me permito dedicar muy especialmente este ensayo, a mi querido amigo y hermano el Sr. Enrique García Mansilla “4to nieto” de nuestro héroe de la “Vuelta de Obligado” el General Lucio Norberto Mansilla y “Sobrino nieto 4to” del Brigadier General don Juan Manuel de Rosas. Seguramente todos nuestros héroes juntos, los centauros de ayer y los de hoy, ejemplo de bravura y heroísmo del criollo; desde la eternidad y también con la misma pasión, seguirán velando por nuestros intereses nacionales y nuestra soberanía al son de los versos ardientes del poeta Carlos Guido y Spano “¡Argentino, Argentino hasta la muerte!”.

Salud compatriotas y ¡Viva la Patria!

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