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"Juzgo imposible describir las cosas contemporáneas sin ofender a muchos". Maquiavelo

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Opinión

Homo sacer: el hombre desahuciado de antemano

Por Luis Américo Illuminati.-

Los griegos -afirma Giorgio Agamben- no tenían un único término para expresar lo que nosotros entendemos con la palabra vida. Se servían del término «zoé» para expresar el simple hecho de vivir común a todos los seres vivientes (animales, hombres o dioses) y, por otro lado, tenían el término «bíos» para indicar la forma o manera de vivir propia y adecuada de un individuo o de un grupo. Un estado de bienestar y tranquilidad.

La vida natural en los umbrales de la época moderna fue incluida en los cálculos y proyectos de un poder mundial inescrupuloso, una ominosa política estatal que dio forma a la biopolítica. La tesis de Giorgio Agamben pone el acento en la vida desnuda, es decir, la vida sin protección ni amparo de ninguna clase, vale decir, una vida que no vale nada (Homo sacer), individuo éste que se podía matar como a un perro. Esta oscura figura existía en el derecho romano arcaico. La acepción del término «sacer» se refería a la situación insegura y aleatoria de los esclavos provenientes de los pueblos vencidos por Roma. La teoría de Giorgio Agamben sobre el «Homo sacer» se materializa entonces en la modernidad como «un estado de excepción» en el que la «nuda vida» y la norma entran en un umbral de indistinción. El hombre entonces es un medio y no un fin, un ser libre (el Dasein de Heidegger) con un destino trascendente dentro de su finitud. Si extrapolamos la tesis de Giorgio Agamben sobre el «homo sacer» -mutatis mutandis- a la salvaje realidad de la criminalidad de la Argentina actual, comprobaremos la tremenda coincidencia con el ciudadano desprotegido, desamparado, olvidado, desahuciado, acorralado por la delincuencia, a merced de cualquier delincuente o banda que forma parte de una suerte de ejército disperso, omnipresente, que acecha a la sociedad inerme, indefensa ante sus verdugos quienes se desplazan con la velocidad del rayo. La mayoría de ellos bajo los efectos de estupefacientes, despojando a sus víctimas de sus bienes materiales, el automóvil, el celular, cualquier bien ajeno es un botín para ellos. Basta mirar los noticieros, leer los informes policiales y las estadísticas para comprobar que el ciudadano común de la Argentina es un «homo sacer», un individuo desacralizado, olvidado, ninguneado por el Estado que no le puede brindar ni la más mínima protección para su seguridad individual ni de su barrio, su calle, su familia. Esta situación implica que estamos en presencia de un Estado ausente, impotente y en muchos lugares cómplice de los criminales ya sea que éstos actúen en soledad o en bandas. Hemos llegado a tal punto que las mafias parecen gozar de un amplio campo de impunidad. La negligencia, la omisión, la incapacidad y la lenidad del Estado son los principales factores que han contribuido a este desastre, permitido o tolerado por intendentes o gobernadores amorales que tienen a su disposición una estructura de poder, de terror y de dominación topográfica y política que les reporta réditos electorales. Así, una amplia masa de individuos marginales roba, mata, destruye y aniquila al ciudadano desprevenido, convertido en un «homo sacer» frente a la inmovilidad, la inoperatividad, la indiferencia y pasividad de las autoridades del distrito o jurisdicción política correspondiente a cada «agujero negro» de la inseguridad. Un tema que los políticos no se hacen cargo. No asumen que ellos son los máximos culpables de no combatir con dispositivos e instrumentos legales efectivos el flagelo del delito, deber que la Constitución los obliga como representantes de la voluntad ciudadana que los votó para ejercer la potestad de sancionar las leyes necesarias que la emergencia amerita. Y en estos momentos cruciales, en lugar de asumir esta grave obligación, una parte de la política conspira contra el gobierno para que no concluya su mandato. Mientras tanto, víctimas inocentes son asesinadas, «aniquiladas como un perro» -la nuda vida equivalente a la de una res del matadero- para quienes el Estado consciente o inconscientemente lo tiene inventariado como un «homo sacer». Hoy está vivo y mañana -como si nada- puede estar muerto, una cifra, un número más en la lista del cementerio.

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Luis Américo Illuminati

Illuluis@live.com.ar * Aclaro que no es un seudónimo sino mi verdadero apellido, proveniente de una antigua familia italiana con raíces romanas, oriunda de Las Marcas, que no tiene vínculo alguno con la orden o logia del mismo nombre, fundada en Alemania en 1776. Mis antepasados existieron muchos siglos antes.

7 comentarios en «Homo sacer: el hombre desahuciado de antemano»

  • Excelente nota, justa y objetiva. Desnuda un poder dentro del poder que lo subsume y absorbe, un fenómeno que actúa como un virus que ataca las defensas de la democracia, la cual se convierte en la fachada o camuflaje de una élite dominante. Sólo existen ellos, el otro es un voto, una cifra, un «Homo sacer».

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  • ILLUMINATI, ANTES NO ERA ASI.

    LA PENA DE MUERTE, SI BIEN CRITICADA EN MUCHOS CASOS POR MOTIVOS ATENDIBLES, PONIA LIMITE A LA IRRESPONSABILIDAD DEL DELINCUENTE.

    NO ELIMINABA TOTALMENTE EL DELITO, PERO LO ACOTABA, EN UNA MEDIDA DIFICIL DE CALCULAR, PERO SEGURAMENTE IMPORTANTE.

    EL DESMADRE VINO CUANDO LA IZQUIERDA Y CENTRO IZQUIERDA, EMPEZO A CONSIDERAR AL «ORDEN», COMO «REPRESION».

    SE MEZCLO LA CUESTION POLITICA, CON LA SEGURIDAD PUBLICA.

    HASTA SE LLEGO A PROHIBIR EL USO DE LA PISTOLA TASER, PORQUE TRAIA RECUERDOS DE LA PICANA, UNA ESTUPIDEZ AVALADA EN MAS DE UN DISCURSO POLITICO.

    SON MUCHOS LOS CAMBIOS QUE DEBEN HACERSE EN LA MATERIA, NOSOTROS HEMOS PEDIDO LEYES DURAS, QUE HAGA QUE EL RESULTADO DEL COSTO BENEFICIO, USUALMENTE USADO POR LA DELINCUENCIA, SEA DIFICIL DE ACEPTAR Y POR ENDE DISMINUYA EL DESEO A DELINQUIR.

    ESTA COMPROBADO QUE LA CARCEL NO CAMBIA AL DELINCUENTE Y EN LOS CASOS QUE SI LO HIZO, SUS RESULTADOS SON TAN BAJOS QUE NI VALE LA PENA INSISTIR EN EL TEMA.

    LA CARCEL Y LAS PENAS, DEBEN SER DURAS, PARA QUE EL QUE LA PADEZCA, NO QUIERA VOLVER A ELLA BAJO NINGUN CONCEPTO.

    EL ESTADO QUE SE RESERVA EL DERECHO EXCLUSIVO AL USO DE LA FUERZA, DEBE CEDER AL CIUDADANO EL DERECHO A LA DEFENSA PROPIA, PARA ELLO DEBE FACILITAR LA PORTACION DE ARMAS, CON EL CUIDADO RESPECTIVO, SIN TANTOS TRAMITES ABSURDOS Y COSTOSOS.

    DESDE EL MOMENTO QUE EL ESTADO NO PUEDE ESTAR EN TODOS LADOS, NI ASEGURAR LA PROTECCION DEL INDIVIDUO, JUSTO ES DAR AL CIUDADANO LA OPORTUNIDAD QUE SE DEFIENDA POR SI MISMO, BAJO SU ENTERA RESPONSABILIDAD.

    NI MAS POLICAS EN LA CALLE, NI LA COMPRA DE PATRULLEROS, DISMINUIRA LA DELINCUENCIA, SOLO LA LEY QUE LOGRE SACAR A LOS DELINCENTES DE LA CALLE, PODRA DISMINUIR EL DELITO.

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  • viejo sucio qué podes entender vos de Agamben , leés y cortás y pegas, tu mente está tan caduca como la piel de tortuga d etu cuerpo decadente. Jajajajaaj Lejos del amr héreos de Agamben, estás metido en la politiqueria barata.

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  • jajajajaj con la estatuilla barata del Quijote pobre ridículo sin cultura, andá eprsegui clientes con tu portafolitos, que esa es tu profesión DE ESTUDIOSO SD ELA LITERATURA NO TENES NADA MAS QUE LO PEDANTE PARA USAR PARA LA GALERÍA DE LOS QUE TE LEEN QUE SON POCOS

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  • Mi detractor Adolfo H dice que » la galería de los que me leen son pocos «.
    Quizá sea certera su evaluación. Yo aspiro, y me esfuerzo para eso, para
    conseguir la mayor cantidad de lectores posible. Si lo logro o no, es otra
    cuestión, pero lo que a nadie escapa, y mucho menos a mí, es que tengo
    un obsecuente lector, asiduo, inclaudicable y persistente como ningún
    otro, que es él mismo. Cada mañana, todavía con sus pantuflas puestas
    Adolfo H salta de su cama y corre a encender su computadora para
    enterarse de lo que yo comento. Y, obviamente, desde ese momento
    inicia su trabajo de agresor gratuito, gritando y pataleando por la pérdida
    de vaya uno a saber que status insignificante e instrascendente que
    quizás ya no recuperará. No obstante, yo insisto en que pese a todo lo
    aprecio, y sigo en los preparativos para tenerlo un día sentado en mi
    cordobesísimo quincho para degustar unas mollejas con algún viejo
    Malbec que le hará olvidar su misterioso rencor.

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