Por Rodolfo Patricio Florido.-

Para entender lo que sucederá con esta nueva Directiva de Inteligencia a aplicar por la Agencia Federal de Inteligencia, ex SIE-SIDE, respecto de espiar «grupos económicos y/o financieros, bancos, empresas y compañías financieras» que impulsen «terrorismo» o una «desestabilización de gobiernos democráticos» mediante «corridas bancarias y cambiarias, desabastecimiento, golpes de mercado, etcétera» es necesario decodificar como se instrumentará en los hechos.

Para empezar, al poner el acento en el Anexo del Decreto 1311 reglamentario de la Ley de Inteligencia, sobre el Anexo I del decreto que firmó la presidente Cristina y tipificar la «Nueva Doctrina de Inteligencia Nacional» permitiendo el espionaje sobre «grupos económicos y/o financieros, bancos, empresas y compañías financieras» que impulsen «terrorismo» o una «desestabilización de gobiernos democráticos» mediante «corridas bancarias y cambiarias, desabastecimiento, golpes de mercado, etcétera», esto implicará en los hechos en la creación de una Dirección o Departamento con un Jefe a cargo que deberá generar los análisis y las “Órdenes de Reunión” para, supuestamente, anticiparse a los movimientos de “terrorismo” económico o “desestabilización de gobiernos democráticos”.

En otras palabras; como la anticipación y las contramedidas son la base misma de la actividad de inteligencia, el responsable y los funcionarios asignados a esa prevención, no pueden esperar que suceda para identificarla sino que deben anticiparse. Puesto en otros términos; es absurdo pensar que esperarán meses o años sentados mirándose las caras y cobrando sus sueldos sin hacer nada hasta que alguna de las hipótesis que supone la afirmación de investigar “grupos económicos y/o financieros que impulsen terrorismo o una desestabilización de gobiernos democráticos” se constituya.

Por otra parte es muy sutil la diferencia entre el legítimo derecho de los grupos económicos concentrados y/o de las grandes empresas y sus titulares por proteger sus activos de medidas económicas que no comparten o que sientan que los puedan perjudicar, con acciones de matriz perversa que busque desestabilizar a un Ministro o a un Gobierno.

O sea, el Gobierno Nacional ingresó su barco de guerra a un banco de neblinas. La aclaración de Parrilli al decir que no van a usar sus agentes para perseguir arbolitos o cuevas es una obviedad. No es por ahí por donde operan los grandes grupos económicos o las grandes empresas. O alguien se imagina a Constantini a Rocca o a Eurnekian caminando por la city escuchando arbolitos o entrando a una cueva para comprar unos dólares.

En otras palabras, el responsable del área que se cree o se haya creado para cumplir la orden implícita en el Decreto reglamentario 1311, actuarán, en el mejor de los casos, buscando indicios que conformen prueba (no en el sentido jurídico sino en el de la Inteligencia) sobre eventuales acciones “desestabilizadoras”.

¿Cómo actuarán? De la manera usual a cualquier servicio de inteligencia del mundo. Análisis de información, búsqueda, medios electrónicos tecnológicos, humanos, compra de información, etc. La información se procesará, generará nuevos requerimientos para los agentes de campo, informantes, etc., y luego se elevará a las instancias políticas con alguna periodicidad preestablecida por esta o de manera ejecutiva si el responsable del área considera que la información obtenida no puede esperar el tiempo establecido por su conducción. El problema es que el “criterio” es totalmente dual y se adapta a los reclamos políticos de la conducción. Esto es; si no se satisface a la cadena de conducción superior, el responsable puede ser redestinado a algún destino oscuro y sin futuro alguno. En la Argentina es así. A la información se le dará un sello de seguridad de alta confidencialidad, todos aquellos que lo hayan tramitado firmarán un sello escalera que en teoría limita el conocimiento, pero habrá muchos otros agentes y funcionarios que lo leerán y no firmarán el sello escalera.

Uno de los problemas de los Servicios de Inteligencia y la conducción del Poder Ejecutivo Nacional es la eterna y cedida tentación de los funcionarios políticos por acceder a la información que proviene de las órdenes informales dadas por el Poder Ejecutivo y transmitidas del mismo modo al así llamado “Señor 5” o sea, en la actualidad a Oscar Parrilli. Este, en este caso Parrilli, llama al responsable político del área afectada al cumplimiento “informal” de la orden presidencial y este último traduce esta orden al Director correspondiente bajo algún tipo de formato dual que explique la partida presupuestaria que se le asignará.

Hasta aquí, no sucedió nada de lo reclamado por el Poder Ejecutivo. Solo órdenes genéricas, eufemismos encubiertos, asignación de partidas y la supuesta tranquilidad de que se están cumpliendo órdenes de la máxima autoridad de la Nación. Ninguno de los funcionarios políticos tiene la más pálida idea de cómo cumplir la orden. Orden que; por otro lado, a medida que va bajando de niveles hasta transformarse en un imperativo a cumplir, se trastorna semánticamente de tal forma de la decisión política del Presidente de la Nación no quede expuesta en su real magnitud original. Claro que; los miembros de la AFI-SIDE con experiencia decodifican el verdadero sentido del requerimiento o bien esto les es especificado por la conducción política, sin papeles obviamente.

En consecuencia, los empresarios, más allá de sus propias miserias, tienen razón en temer por la existencia de algún otro motivo que encubra esta ampliación de misiones de la AFI sobre un sector que hace de la confidencialidad un rito serio porque sus políticas empresarias o sus movimientos de capital son información sensible que incluso puede ser reformulada en su contra si en la voluntad del Ejecutivo y/o de algún Fiscal o Juez militante quisiera darle una orientación “golpista” del mercado. Que los golpes de mercado existen. Obvio que existen. Pero los límites entre la conspiración y la auto preservación de los activos es muy sutil y cualquiera puede quedar expuesto a una persecución diseñada a su medida.

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