Por Carlos Tórtora.-

Ayer, colaboradores de Alberto Fernández deslizaron en Clarín que éste tiene intenciones de reducir la AFI y además “anticipan que una de las medidas en análisis es eliminar los fondos reservados y blanquear el destino de todo el presupuesto, que en 2019 ascendió a más de 2.500 millones de pesos”.

Esta promesa del candidato recuerda la intención proclamada por Néstor Kirchner antes de asumir la presidencia en el 2003, también de reducir la SIDE y eliminar los fondos reservados. La realidad es que el kirchnerismo hizo de la SIDE un importante instrumento de penetración política y aumentó sus fondos reservados.

Más allá de las intenciones, las cuestiones de los fondos reservados y de las funciones de la SIDE están regidas por una ley secreta sobre cuyo cumplimiento interviene la Comisión Bicameral para el Seguimiento de los Organismos de Seguridad e Inteligencia. La notable capacidad de subsistencia que demostraron la SIDE y su continuadora la AFI consiste en que los fondos reservados escapan a todas las reglas de contralor de la administración pública, incluyendo auditorías, lo que los convierten en un instrumento formidable para la acción política. A diferencia de lo que ocurre con las demás cajas del estado para la política, los fondos reservados pueden derivarse hacia cualquier destino sin otra explicación que un acta secreta. De hecho, es frecuente que estos fondos se usen para financiar operaciones de otras áreas del gobierno como el Ministerio del Interior o la propia presidencia.

Un buen lobby

Así es que la capacidad del lobby de la AFI para mantener el sistema de los fondos reservados es enorme y con el argumento a su favor de que en la mayor parte de las democracias rigen esquemas similares. En cuanto a la reducción del organismo, la amplitud de sus funciones, que incluyen el área exterior, hace dudoso que puedan efectuarse grandes recortes. Como bandera de campaña electoral sin duda es políticamente correcto decir que se eliminarán los fondos reservados y se reducirá la AFI pero de ahí a los hechos hay una enorme distancia.

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