Por Pedro Álvarez Bustos.-

Históricamente la producción vitivinícola argentina se ha desarrollado en una región de clima continental y recostada sobre el oeste, próxima a los valles cordilleranos (San Juan y Mendoza). En otras partes del mundo prefirieron zonas de clima marítimo.

Empero en la segunda mitad del siglo pasado, en nuestro país, la frontera se fue extendiendo hacia el norte (Salta), comarca de los valles calchaquíes, con centro en Cafayate; en las zonas vecinas (La Rioja y Catamarca) y en la Quebrada de Humahuaca (Jujuy). Así como en el oeste de Córdoba, en tras la sierra y especialmente en la tradicional Colonia Caroya. Dentro de los más recientes viñedos pueden citarse los implantados en Tucumán y también existen incipientes plantaciones en San Luis, Entre Ríos y Buenos Aires (Sierras de los Padres, Chapadmalal, Torquinst y Balcarce). Además a la ya acreditada región sureña (Río Negro y Neuquén), de excelentes productos desde hace añares, se le suman algunas experiencias en Chubut, en la zona del paralelo 44 cerca del límite con Santa Cruz y en la faja costera.

Hoy existen viñedos en territorios que, en principio, parecían marginales. No obstante, los vinos surgidos en ellos causan admiración entre especialistas, siendo de alta gama.

Distintas variedades se van adaptando a otros climas. Suelos diferentes brindan productos con identidad propia y personalidad distinta. La expansión de la frontera vitivinícola ya supera las 220.000 hectáreas en todo el país.

La Pampa se consolida en la nueva producción.

Como un detalle seductor, para la nueva producción vitivinícola, La Pampa ha comenzado a consolidarse.

Mientras la crisis aparece cada vez más concentrada en Mendoza y San Juan, donde están la mayor cantidad de viñedos con uvas de menor calidad enológica e inmensos stock, van apareciendo vinos de alta gama y con gran vocación exportadora en otros puntos de la geografía argentina.

La zona bajo riego del Río Colorado, límite sur de la provincia de La Pampa, se ha mostrado tentadora frente a bodegueros y hacedores de buenos vinos.

En la faja del Colorado hay pocas precipitaciones, no se conocen enfermedades por humedad y, por ende, la parte sanitaria es ideal; como no hay grandes cultivos en los alrededores el uso que podría haber de agroquímicos se controla fácilmente y los centros urbanos importantes están alejados.

25 de Mayo, Casa de Piedra, Gobernador Duval y La Adela, sobre la margen del Colorado, exhiben viñedos de diversas variedades, con producciones significativas en cuanto a cantidad y calidad de vides.

Las bodegas producen no solo para el mercado interno, sino también para exportación, elaborando distintas variedades como Malbec, Cabernet Franc, Merlot, Tannat, Pinot Noir, Syrah, Bonarda, Petit verdot, etcétera. Se pueden mencionar a Bodega del Desierto (25 de Mayo), Fincas de Duval (Gobernador Duval), Estilo 152 (General Acha) y Quietud (Santa Rosa), además de los vinos que se obtienen de la Chacra Experimental de Casa de Piedra.

Futuro que se vislumbra

En Casa de Piedra se pasó en pocos años de 5 a 105 has. Y ya hay riego asegurado para 1.000 hectáreas. Como inversores privados importantes puede citarse a las bodegas mendocinas de Catena Zapata y Familia Cassone.

El proyecto integral prevé poner en producción 10.000 has. Y sumar a los viñedos, cuyo volumen alcanzable es de 10.000 kilos de uva por hectárea, olivos, frutos secos, avellanas y pistachos.

Bodegas Esmeralda del grupo Catena Zapata se instaló en Casa de Piedra en el 2013 y tiene en producción casi 70 hectáreas de Malbec, con más 30 que se están plantando este año y su objetivo es alcanzar las 170 has. implantadas. Luego edificará su propia bodega para elaborar en la zona.

La Familia Cassone comenzó con la plantación el año 2018 y ya tiene 35 hectáreas que comenzarán a producir llegado el momento. Posteriormente, también tiene planificado construir una bodega en el lugar cuando se alcance una escala de producción adecuada.

Otras relevantes empresas bodegueras mendocinas como Peñaflor y Concha y Toro han comenzado a hacer sus estudios de campo para ver la posibilidad de expandir la frontera.

Incipiente producción

En La Pampa se producen anualmente unas 400.000 botellas de vino, a través de las cuatro bodegas referenciadas ut supra. La proyección para los próximos dos años, nos decía el Ministro de la Producción Ricardo Moralejo, es llegar al millón y medio de unidades.

El otro objetivo es producir vides de calidad para luego vitivinizarlas y lograr productos de alta gama; para el consumo interno y para exportar.

Esta producción vitivinícola integra e integrará ese cambio y/o ampliación de cultura que ya se está dando en La Pampa y que no es sino “la cultura del comercio exterior”.

En el año 2015 La Pampa exportaba por valor de ocho (8) millones de dólares, en el 2018 llegó a los sesenta y un millones (61) de dólares y este año 2019 superará los ochenta (80) millones de dólares.

Consectario

Bodega del Desierto, Fincas de Duval, Estilo 152 y Quietud, son las cuatro bodegas pampeanas. Las pioneras.

Pero qué pasa con las gigantes cuyanas citadas precedentemente y con muchos viñateros que ahora miran a La Pampa “como la tierra prometida”.

Ayer se robaron el Atuel, luego el Salado y cuando están intentando vaciar el Colorado, observan asombrados porque puede que esté allí su futuro.

Solo se requiere que respeten los derechos de los condóminos y sean eficientes en el manejo del recurso hídrico.

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