Por Rubén Lasagno (Agencia OPI Santa Cruz).-

En este estadío de efervescencia política, donde todos hablan, todos prometen, todos dan señales y todos son tan buenos, trabajadores y puros, los candidatos salen a la calle con una serie de proposiciones partiendo de una realidad futura que desconocen y por lo tanto, al partir de una premisa falsa, el resultado no es más que una falacia. Lo importante es no creer en lo que dicen, sino en lo que muestran; por ejemplo, equipo de gobierno, nombres, trayectoria de cada uno, proyectos concretos y propuestas con explicación práctica de cómo harán cada cosa. Ninguno de ellos, al menos en Santa Cruz, pasa la prueba de la blancura. Los candidatos políticos, que afloraron como hongos en esta oportunidad, en la provincia de Santa Cruz, donde la política ha comenzado a ser una salida laboral posible, no tienen ningún problemas a la hora de prometer cualquier cosa. La campaña está febrilmente montada en el “salgo y digo algo”, sin tener en cuenta “cómo voy a hacerlo”.

El problema es para algunos, que hasta el momento no tienen experiencia de gestión, como es el caso de Eduardo Costa, por ejemplo, para quien todo está flanqueado por un signo de interrogación. Costa promete a diestra y siniestra en base a lo que “piensa” que va a tener disponible y “calcula” que potencialmente tiene la provincia y “estima” que le puede dar una buena administración de los recursos, pero en el fondo, el candidato no tiene idea con lo que se va a encontrar, si acaso le toca hacerse cargo del gobierno.

Temerariamente, el líder del radicalismo en la provincia no tiene empacho en prometer 20 mil puestos de trabajo, 15 mil terrenos y el desbarranque total, lo tuvo al anunciar que hará una YPF santacruceña y que los dividendos los va a depositar en la cuenta bancaria de cada habitante de Santa Cruz. Realmente es tan irrisorio lo que propone Costa, que no sé a esta altura si se trató de una metáfora o realmente cayó en las mismas artes que usó en el 2011, cuando ofrecía la tarjeta que lo hacía acreedor automático de un crédito para al vivienda, a partir del día después de que él ganara.

Entonces el elector debe preguntarse si en realidad el candidato no pegará un golpe de timón, una vez que asuma y comenzará a transitar por caminos distintos a los prometidos, teniendo en cuenta que en Santa Cruz, como en el país, el punto es llegar, después, sostenerse es lo de menos, dado que hay 4 años por delante donde rara vez el pueblo cuestiona y además, no hay juicio de residencia. A pesar de todo, los tiempos han cambiado y la paciencia popular, también se ha estrechado, con lo cual, quien llegue a la gobernación, indistintamente del color político y del apellido, tendrá cada vez menos tiempo para desarrollar ideas y para explicar cómo lo hará.

Costa puede jugar con la idea de que a nivel nacional gane Macri y tenga, de alguna manera, una línea abierta para negociar facilidades para Santa Cruz, teniendo en cuenta que se trata de un partido que está dentro de su Frente; sin embargo, habrá que ver cuánto considera Macri a Santa Cruz y qué le representa al PRO los votos de esta provincia, a la cual tiene sobrados argumentos para facturarle por ser cuna del kirchnerismo. Un hecho sintomático, de la poca importancia que le ha dado el líder del PRO (al igual que Massa) a la provincia, es su ausencia política en apoyo de sus representantes, a pesar de haber llegado a escasos 80 kms de Caleta Olivia.

Otro caso paradigmático es el de Pablo Grasso, actual intendente provisorio de Río Gallegos. Grasso despliega una campaña política que se podría decir “ideal”, después de los traspiés iniciales, porque la billetera está aceitada por los dineros de Nación que ha remontado en gran parte el desastre que dejó Raúl Cantín, a quien bien encubren desde la municipalidad y desde el gobierno nacional.

Pero lo que Grasso no dice, es que ante un eventual triunfo suyo en las elecciones como intendente de esta capital, ya no tendrá el flujo de fondos que tiene hoy, lo cual le permite pagar los sueldos, hacer obra pública, entregar subsidios, construir sedes vecinales, licitar obras con Austral Construcciones, lo que podría hacer por administración etc. Grasso no lo dice pero lo sabe: llegue quien llegue a la provincia y a la Nación (aún siendo Scioli) los fondos se achicarán considerablemente y por ende, su caja sufrirá un deterioro proporcional que le impedirá seguir la fiesta y hasta podríamos pensar que si el signo político cambia a nivel provincial, podría no tener suficiente fondos para pagar los salarios, porque está de más decir que la comuna, en su mejor momentos recaudatorio, no llega a cubrir el 20% del monto que necesita mes a mes para sueldos, solamente, que ronda los 50 millones de pesos y con un déficit anual de más de 300 millones de pesos.

Por lo tanto, podemos inferir que la realidad que nos venden hoy los candidatos es más virtual que seria y práctica. Costa, promete como en el 2011 y en el afán por ganar votos dice que va a ingresar más gente al Estado, cuando un sano consejo sería que buscara alternativas para sacar gente de la administración pública y fomentar la actividad privada. Pero hablar de achicar el Estado es absolutamente piantavotos y Costa, se cuida de no espantar incautos.

Grasso está subido al exitismo que da la billetera, en una ciudad que el mismo FPV destruyó y es tal la destrucción y el abandono al que Cantín y los suyos sometieron a Río Gallegos, que hoy, ver a dos buzos naranjas cepillando el cordón de la vereda o a otros pintando los pilares de la autovía, resalta como si en pleno Sahara encontráramos una margarita; pero básicamente, se trata de algo normal no hecho hasta hoy por desidia y corrupción y ahora se hace, solo por campaña política. Si no gana Grasso, será interesante observar la próxima semana, a quién y a cuántos vemos en la misma actitud.

Parece que todos ganan, todos tienen la solución, pero es absolutamente teórico. El problema para estos candidatos es que uno de ellos llegará y a partir del lunes ya deberá hablar en concreto sobre cosas tangibles y muchos van a variar y a volverse más cauto en sus dichos. Ya en funciones, quienes ganen no van a tener margen para discursear, tendrá que dar señales claras de que llegaron para cambiar. Los que gestionan y van por la re-elección, deberán dar un golpe de 180 º de timón para que se note el cambio y los que lo hacen por primera vez deberán esmerarse por hacerlo mejor; sin embargo, hay algo que quienes han sido oposición todo este tiempo no van a poder evitar: dar señales claras de que tienen voluntad cierta de destapar todas esas ollas, o caerán víctimas de sus propias falsedades y terminarán siendo cómplices de los que se fueron. Allí se refuerza nuestro trabajo. Aquí estaremos para criticarle o recordarle a los que lleguen, lo que hacen o no hacen, o dijeron que iban a hacer y perdieron el interés por hacerlo.

Share