Por Mauricio Ortín.-

El monumento al Combate de Manchalá no se demolió, sólo, porque una mayoría de concejales salteños ignorantes y/ o pusilánimes lo hayan solicitado. Tampoco por la indiferencia o la complicidad del gobernador de la provincia o del intendente de la Capital. Ninguno de éstos manifestó esa intención durante la campaña electoral que los llevó a ser electos. Nadie los votó para que tiren abajo monumentos, para que nos impongan su visión particular sobre los acontecimientos pasados y, menos todavía, para que decidan que hechos históricos deben ser exaltados o, en su defecto, repudiados. Porque, además, para tomar semejante decisión primero, hay que conocer y, si no se conoce, informarse. Pero no, aceptaron como cierto el proyecto mamarracho con el que el concejal Martín Ávila, funcionario de la Secretaria de DDHH de la Nación, que llama genocidas a ese puñado de valientes que pelearon por su país. Por eso mismo, se negaron a recibir y oír la versión de los ex combatientes que fueron al Concejo. Pero la responsabilidad no es sólo de ustedes. También, de nuestras instituciones privadas y la ciudadanía en general. No sé, todavía, con qué cara desfilan, emponchados y con lanzas en ristre, los que arrugaron a la hora de defender el monumento y el honor de los (verdaderos gauchos de Güemes) que combatieron en Manchalá.

No es de extrañar tampoco que, en la reciente campaña electoral, ni un solo candidato a concejal haya planteado la derogación de la infamante Res. 033/12 que solicita la demolición, miente sobre la historia y agravia a los soldados. Es que hablar del tema es “políticamente incorrecto”. Presentada por el “Tata” Yofre, el próximo 28 de mayo, en el 40 aniversario del combate, se estrenará el documental “la escuelita de Manchalá”. Allí, para orgullo de generaciones futuras y vergüenza de la actual, tienen la palabra: los bravos de Manchalá.

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