Por Horacio Meilán (El Estadista).-

Mientras el radicalismo saborea la victoria de hoy, el radicalismo provincial, en el poder hace ocho años, volvió a aceitar los lazos con la Casa Rosada para conseguir su apuntalamiento. Los riesgos del FIT.

La elección general por la gobernación de Mendoza tiene diversas particularidades estratégicas, algunas, lógicas de cualquier campaña, y otras, directamente relacionadas con el apretado calendario electoral que esta provincia atraviesa, a partir del desdoblamiento que hará –con las elecciones nacionales del 9 de agosto (PASO) y del 25 de octubre (generales)– que la mayoría de los mendocinos asista al menos cuatro veces (cinco, si hay balotaje presidencial) a las urnas, aunque pueden ser seis y siete en los departamentos donde, además, se decidió una votación municipal separada como Capital, San Carlos y Godoy Cruz.

Así, las fechas y el distrito en el que se vote, local o nacional, han influido –y lo siguen haciendo– en una elección provincial que se presenta prácticamente polarizada y en la que tanto se juegan justicialistas y radicales.

VIRAJE NECESARIO DEL FPV

El oficialismo desde un principio intentó poner a su favor el calendario. Que Mendoza haya desdoblado fue un requerimiento de los intendentes del PJ que, a fines de 2014, temían un resultado adverso a nivel nacional por considerar que aquel que buscara candidatearse para suceder a Cristina Fernández no generaría el efecto “arrastre” que en 2011 les permitió ganar holgadamente. Pero, también, porque en ese momento la UCR nacional no definía sus postulantes (sucedió recién en marzo) y en esos tiempos aún sonaba fuerte el nombre de Julio Cobos como postulante a la presidencia, ubicado al tope de las preferencias locales, haciendo aparecer el fantasma de 2013, cuando el radicalismo ganó por 20 puntos las legislativas.

Sin embargo, seis meses después de aquella decisión que tomó el gobernador Francisco Pérez, no pocos se arrepienten de esa estrategia inicial, sobre todo cuando en la PASO provincial del 19 de abril, el Frente Cambia Mendoza –alianza opositora que lidera la UCR– venció por casi 5 puntos al Frente para la Victoria, pero en lo que a candidatos se refiere, el radical Alfredo Cornejo se impuso por más de 20 puntos sobre el peronista más votado, Adolfo Bermejo (le ganó al kirchnerista Guillermo Carmona y al independiente Matías Roby la interna del FpV). Precisamente Bermejo fue el que aseguró hace pocos días que “fue un error desdoblar”.

Por eso ahora, y con la elección nacional en el horizonte inmediato, el PJ mendocino ha repensado su estrategia y se apoya más en la Nación, aunque esto tiene un motivo. Cuando Bermejo fue promovido a precandidato a gobernador, junto al randazzista Diego Martínez Palau, el 28 de febrero pasado, se produjo una fuerte ruptura en el FpV, que le valió no sólo que el kirchnerismo postulara por su lado a Carmona (Unidos y Organizados-La Cámpora), sino que también se produjera un corte en la relación Nación-Provincia, que perjudicó incluso a la gestión de Pérez, que llegó a no poder pagar por completo los sueldos de marzo por una retención nacional de fondos. En aquella reunión de febrero el oficialismo justicialista, además de la fórmula gubernamental, definió parte de la lista nacional, postulando a Rubén Miranda (que bajó su aspiración a ser gobernador), como precandidato a senador nacional y al propio Pérez para diputado nacional, lo que aumentó el enojo K, que en la campaña a la PASO le hizo sentir su rigor con un fuerte apoyo a Carmona, que recibió la visita de medio gabinete de Cristina.

La derrota de la PASO sirvió para que el PJ comprendiera que sin el apoyo nacional, difícilmente podría revertir el resultado. Así fue que al día siguiente de la primaria comenzaron a tenderse los puentes con el kirchnerismo, que lógicamente se cobró la partida en las listas nacionales, imponiendo a la camporista Anabel Fernández Sagasti como primera postulante al Senado y, nuevamente, a Carmona, como segundo en la lista de diputados, detrás de Miranda, que otra vez resignó ambiciones.

A diferencia de otras oportunidades, el acuerdo “por la unidad” llegó a casi un mes del cierre de listas, el 20 de junio, un día antes de la general mendocina, demostrando hasta qué punto es necesario el estratégico aporte nacional. Con este nuevo escenario, ahora las visitas llegan para apoyar a Bermejo, desde los ministros hasta la misma Presidenta, con anuncios y promesas de obras mayúsculas para Mendoza. También los precandidatos, como Daniel Scioli (el preferido de Bermejo), pasaron por la provincia. Y si bien los peronistas aseguran que ambas estrategias (territorial y nacional) son paralelas, no hay dudas de que ahora prevalece el apoyo nacional para apuntalar una difícil elección en la que el PJ arriesga ocho años de gestión.

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