Por Israel Rabinowicz.-

Los ecos del verano del 2006 se reciben en la actualidad. Diez años han pasado desde que el soldado Gilad Shalit fuera secuestrado por el Hamás a través de uno de sus famosos túneles por ellos excavados, poco después, solo 2 semanas transcurrieron cuando la segunda guerra del Líbano contra Hizbollá estalló, los secuestros de los soldados de la reserva Eldad Regev y Ehud Goldwasser ocurrieron el 12 de julio, finalizó 34 días después de la resolución 1701. Dos supuestos hechos ocurrieron en diferentes momentos, en otras áreas, una en el sur y la otra en el norte, pero que están relacionados entre sí por más de un aspecto.

Hoy el debate está abierto aún con mucha más fuerza, la televisión va poniendo en el aire declaraciones de oficiales, soldados, políticos y familiares de los muertos que dejan a la luz las gravísimas fallas de organización y planificación con que la misma se enfrentó, uno de los ejércitos más poderosos del mundo falla en donde la tecnología deja lugar al ser humano, el Alcalde de la ciudad de Haifa, sobre la que cayeron la mayor cantidad de cohetes declara a toda voz la falta de coordinación y capacidad de respuesta de los responsables de defensa civil. Muchísima gente resguardadas en los refugios que no estaban preparados para recibirlos, muchísimos cerrados sin conocerse en manos de quién estaban las llaves para abrirlos, nadie se preocupó por la distribución de alimentos, una larguísima lista de fallas sobre las que la población está absolutamente segura que, ante un posible nuevo conflicto, volverán a repetirse.

Hoy es bastante obvio que si no fuera por el secuestro de Shalit, los entonces Primer Ministro Ehud Olmert, hoy condenado y detenido por actos de corrupción, el Ministro de Defensa Amir Peretz, el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Dan Jalutz junto al gabinete todo no hubieran salido a la Segunda Guerra del Líbano, la respuesta hubiera sido puntual y no masiva. Sin embargo, su decisión de bombardear el Líbano y poner tropas de tierra al otro lado de la frontera se vio profundamente afectada por la rabia y la humillación a raíz de secuestro y asesinato de otros miembros de la tripulación de Shalit. Esto demuestra una vez más las decisiones estratégicas no deben asumirse con la sangre caliente, en ebullición, desde el estómago.

Pero en temas de seguridad en Israel nada es definitivo, todo es cíclico, las historias aunque con diferentes actores siempre se repiten.

En el sur, todo continúa igual, con Hamás trabajando a full en la preparación de nuevos y mejores túneles con salidas en algunos de los kibutzim de la zona, más del 50% de los materiales de construcción que ingresan a la franja para reconstruir las destruidas viviendas se derivan, ellos bien conocen que la sorpresa y el secuestro son sus únicas y poderosas armas, sin ellas nada pueden. Israel, junto a declaraciones y “trascendidos” sobre nuevas tecnologías de punta que permiten detectar los túneles ahora proyecta una astronómica inversión de varios miles de millones de dólares para la construcción de una muralla subterránea de más de 20 metros de profundidad a fin de no permitir el paso de los túneles, de cortar sus avances, regresamos a la edad de piedra…

Cómo reaccionará Hamás cuando tome conciencia que su arma más poderosa en poco tiempo perderá su fuerza, la escalada de violencia es una respuesta nada descartable, todos los huevos en la misma canasta en espera que la comunidad internacional intervenga.

Otro de los puntos de contacto entre los dos eventos, más arriba lo mencionamos, es el fracaso. Cada una de estas disposiciones es una bomba de racimo de fallos. La frontera de Gaza eran fallos tácticos que permitieron el secuestro, ni hablar de los graves incumplimientos estratégicos en el que fue liberado Gilad Shalit a pesar que se le dio una cobertura de éxito. Sin embargo la segunda guerra del Líbano comenzó con tremendas fallas tácticas, lo peor es que durante la misma continuaron, y agravados, en lo militar y en lo político, pero sorprendentemente terminó con un logro, diez años de casi completa calma en la frontera con el Líbano.

Pero calma no significa que nada cambia, al contrario, tanto ha cambiado que todo ya es irreconocible, todos conocen el futuro, en ello hay certeza plena, todo es cuestión de tiempo, lo difícil es decir cómo enfrentarlo con éxito,

En Israel cada nuevo Ministro de Defensa y Comandante de las Fuerzas Armadas quieren demostrar, pasar a la historia como aquellos que ante problemas similares respondieron, actuaron y reaccionaron con respuestas diferentes, más inteligentes, la casualidad hace que ahora estemos frente a una situación ideal, ambos son nuevos, el de Defensa, Avigdor Liberman, asumió con un largo historial de promesas y declaraciones de mano dura, presumo que es el político con mayor pragmatismo en Israel, él no tiene dificultad alguna para en un segundo pasar de halcón a paloma, él sabe que su futuro político ahora se juega al todo o nada. Y ahí está el gran peligro.

La Segunda Guerra del Líbano, que el secretario general de Hizbollá Hassan Nasrallah describió como una «victoria divina», en la práctica aportó los 10 años más tranquilos de la frontera entre Israel y el Líbano. Esto fue en parte resultado de la balanza de disuasión que Israel fue capaz de imponer a través de la guerra de 2006. Pero ahora existen otros factores que contribuyen a pronosticar que ello rápidamente puede cambiar, desarrollos locales en el propio Líbano y los principales eventos regionales en Siria e Irak harán que Hizbolá busque la confrontación con Israel como salida a sus propios problemas.

Hizbollá ha aprendido mucho de la guerra de 2006 y mejoró significativamente su capacidad militar. Ahora cuenta con alrededor de 45.000 combatientes, 21.000 de ellos en servicio regular. Se ha convertido a la mayoría de los pueblos chiítas en el sur de Líbano en puestos militares fortificados también en forma subterránea.

Ha adquirido misiles de alta precisión de largo alcance con cabezas más grandes de lo que tenía en 2006. En la actualidad cuenta con más de 120.000 misiles y cohetes de mucho mayor alcance y precisión cubriendo casi todo el territorio de Israel, en comparación a los aproximadamente 12.000 de aquella época. También ha ampliado y mejorado sus capacidades de aviones no tripulados, defensas antiaéreas, misiles tierra-mar, armas antitanque, su red de información, así como los sistemas de mando y control.

Por otra parte, su prolongada lucha en Siria le ha dado una rica experiencia, incluyendo la operación de las fuerzas de tamaño de batallón en ataques terrestres. Es probable que en cualquier guerra futura con Israel tratará de utilizar estas capacidades para lanzar ataques simultáneos en varios pueblos de la frontera y las posiciones militares en el comienzo de la lucha. También ha sido activo en el Frente Golán, en un esfuerzo para construir una infraestructura terrorista contra Israel, lo hace en colaboración con la Guardia Revolucionaria iraní y con la aprobación de Assad. En pocas palabras, la capacidad militar de Hizbollá hoy se parecen más a las de un ejército nacional de pleno derecho.

Los años y el tiempo no pasan en vano, menos en organizaciones monolíticas donde todo está en manos de una sola persona, el secretario general de Hizbollá Hassan Nasrallah también los acumula, es más, rumores que provienen de diferentes servicios de informaciones indican de ciertos problemas graves de salud, es conocido que son éstos los que generalmente más pesan en las tomas de decisiones, no irse sin dejar sus huellas.

Y las decisiones siempre coinciden, terminan en una sola palabra, guerra. En algo más coinciden, el verano no es solamente para disfrutar de refrescantes cervezas, es la estación ideal para comenzarlas y ahora estamos en pleno verano.

Hasta la próxima.

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