Por Israel Rabinowicz.-

Una guerra que no concluye con un acuerdo de paz aceptado por ambas partes, es una guerra inconclusa, concluida solo en apariencia. Al cabo de un tiempo resurgirá en lo que la gente definirá con otro nombre, distinto al anterior. El dictado que se le impuso a Alemania en Versalles después de la Primera Guerra Mundial, fue la causa casi directa de la segunda. La Guerra de los Seis Días fue la causa principal de la de Iom Kipur de la cual ahora se cumplen 42 años.

Uno de los padres de la estrategia israelí, de la concepción que se formó de la seguridad del Estado -Itzjak Sadé, fundador y jefe del Palmaj (fuerza militar judía anterior a la creación del Estado, bajo el mandato inglés)- sostiene en la introducción a su libro “Qué innovó el Palmaj” que la estrategia de la defensa no puede ni debe dejarse en manos de militares profesionales. Explica que el profesionalismo militar es el que conduce siempre a que un ejército se prepare siempre para la guerra que ya fue y no para la guerra que será. Las mentes quedan herméticamente cerradas en lo que se denomina “la concepción estratégica”.

Hasta la guerra de 1967 el destino de la seguridad de Israel estuvo siempre en manos de un ministro de seguridad civil, David Ben Gurión, Pinjas Lavón, Levi Eshkol. Moshé Dayán fue el primer militar que ocupo ése puesto clave en un gabinete israelí.

Fue así que mientras en los difíciles días de mayo del 67 el gobierno de Eshkol esperó y dudó hasta los límites de la exasperación, a partir del séptimo día de la guerra, Israel dejó de esperar en lo que la guerra se refería. La concepción era que ningún líder árabe se animaría a atacar sabiendo que sería dura y rápidamente derrotado.

A partir de la Guerra de los Seis Días dejamos de creer en nada que no sea nuestra propia fuerza, no la fuerza espiritual de quien está seguro de la justicia de sus actos, sino de la fuerza física de un ejército capaz de doblegar a cualquier posible rival. Nació casi en el mismo momento en que Dayán aseguró que “esperamos ahora el llamado telefónico de los árabes” y se acentuó poco después cuando Golda Meir insistió que “no hay un pueblo palestino”.

Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver. En uno de los suplementos de Rosh Hashaná en el año 1973 Arie Eliáv publicaba un fragmento bajo el título de “La Gaviota”. En él se describía el barco que llevaba sobre las aguas a su carga de gente bulliciosa y despreocupada, bailando, bebiendo, todos disfrutando, incluso la tripulación. Mientras la gaviota, sobrevolando las aguas más adelante, ve el peligro inminente del choque fatal y trata ansiosamente de alertar a la tripulación, pero nadie le presta atención, hasta que el choque se produce y es demasiado tarde. Diez días después se produjo el choque, sorpresivo e inevitable.

Hace pocos días se editó un libro en donde se da a conocer que en el años 1971 principios del 72 el Secretario de Estado Americano le presentó a Golda Meír un concreta oferta del Presidente Sadat, la paz con Egipto contra la devolución total del Sinaí, la Primer Ministro la rechazó, el Secretario de Estado insistió intentando influir vía Ben Gurión ya retirado en su kibutz Sde Boker, quien pese a su edad y con sus neuronas e inteligencias aún a pleno en forma inmediata entendió la amplitud del ofrecimiento Egipcio, la llamó a Golda Meir para presionarla, ésta lo rechazó, lo que en otros tiempos la palabra de Ben Gurión eran órdenes ya se veían como provenientes de un viejo que ya era parte de la historia. Los resultados están a la vista, la Guerra de Iom Kipur llevó a lo mismo, en el camino 2700 muertos por el lado israelí, la recuperación del orgullo egipcio y la devolución total del Sinaí,

La Comisión Agranat (la comisión creada especialmente para analizar responsabilidades) diría después que todo el liderazgo -del país y del ejército- estaba cautivado por la “concepción”, una comisión que encontró un chivo expiatorio, los políticos se salvaron aunque luego la presión pública los obligó al retiro, aquí en Israel los familiares de los muertos y heridos son una loza imposible de evitar y soportar.

Solamente pocas horas antes de escribir éste comentario se hizo conocer un documento hasta ahora secreto que es parte de ésta Comisión Agranat, una carta en la cual el General Gorodish, al momento de la Guerra de Iom Kipur máximo Comandante de las fuerzas en el sur quien en ella denuncia al General Ariel Sharon por desobedecer órdenes, solicitando para él un Tribunal Militar, denuncias penales y criminales incluidas.

Los traumas, a veces, dejan enseñanzas valederas. La que dejó Iom Kipur fue la de entender definitivamente que la fuerza no todo lo puede. Los liberados fueron los que pretendieron reinstalar la época adormecida y soberbia que pasó el país entre las dos guerras (1967-1973). De los resultados aún se continúa escribiendo, los efectos se ven diariamente, esperemos que algunos algo hayan aprendido.

Hasta la próxima.

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