Por Carlos Tórtora.-

La crisis boliviana está permitiendo que los distintos protagonistas internos se posicionen de cara al futuro. La cancillería argentina eludió desde el primer momento hablar de golpe de estado y el canciller Jorge Faurie argumentó que no hubo tal cosa porque no se había impuesto un gobierno militar. De ahí en adelante, todo el resto del espectro político se enroló en la teoría del golpe de estado, respaldando a Evo Morales, que terminó asilado en la embajada de México. Para Alberto F esta crisis es todo un banco de pruebas para su futura política exterior. Desde el foro del Grupo de Puebla el presidente electo pasó a tener un protagonismo central en la crisis tomando un rol de coordinación que se nota en los medios. Alberto se plantó ocupando el espacio vacante, condenando el golpe de Estado y respaldando a Evo Morales, quien convocó a continuar resistiendo. Flanqueado por un Felipe Solá muy enérgico, Alberto está pasando a ejercer el liderazgo regional de la centroizquierda junto con AMLO, lo que significa un giro importante de la cancillería.

La nueva función militar

Hasta aquí la operación de Alberto sería altamente rentable en términos de política exterior, sobre todo teniendo en cuenta que su enfrentamiento con la cancillería brasileña es a esta altura ya inevitable y que la Argentina ha optado por un eje con México para tratar de balancear a Brasil.

Volviendo a la crisis boliviana, el problema vino directamente de Donald Trump, quien acaba de redefinir el rol de las fuerzas armadas del continente al felicitar a los militares bolivianos por proteger el orden constitucional sacando a Evo Morales. Las palabras de Trump, audaces, fueron una invitación directa a que los uniformados de Venezuela hagan lo propio. El caso es que a partir de ahora, la tendencia de los hechos empujará a que Alberto y sus compañeros de ruta colisionen directamente con Trump, obviamente más preocupado por el conflicto venezolano que por el resto de Latinoamérica. Claro está que el único país que debe encarar con el FMI la renegociación de una megadeuda -para lo cual necesita auxilio de la Casa Blanca- es la Argentina. Alberto está entonces en el peor momento para comprarse un conflicto con Trump y ninguna operación de política regional podría compensarle los perjuicios que sufriría el país.

Share