Por Carlos Tórtora.-

Los reproches de la presidenta interina de Bolivia Jeanine Añez a Alberto Fernández tienen más trasfondo del que parece. El nuevo gobierno boliviano estaría preocupado por un supuesto plan de Evo Morales para aceptar el asilo que le ofrece Alberto y encabezar desde Argentina un plan para retomar el poder. Añez ya anticipó que Evo no podrá presentarse en las futuras elecciones presidenciales por considerarse inconstitucional su reelección. Así las cosas, Morales lideraría el movimiento contra lo que llama su proscripción presentando en última instancia un delfín suyo en los comicios. El gobierno interino de Bolivia teme que, si Evo se instala en la Argentina, su proximidad sea un factor constante de desestabilización, mientras que desde México la capacidad de aquél para influir en los acontecimientos sería menor. Hasta ahora el ex presidente sólo dijo que estará un tiempo en México para decidir si se instala en la Argentina.

La sombra de Itamaraty

Pero también hay otros elementos en juego. Los sectores más conservadores del nuevo gobierno se identifican, por ejemplo Luis Fernando Camacho, con la línea que lleva adelante Jair Bolsonaro. Esto es, la exaltación de los valores religiosos y de un profundo nacionalismo. Esta comunión de ideales haría que Itamaraty esté más cerca que Argentina del actual régimen boliviano. La misión de Añez no sería así tan sólo llevar a buen término el proceso electoral sino impedir que Morales o un hombre de paja suyo asuman la presidencia.

De este modo, Bolivia pasaría a ser otro escenario más de la contienda que protagonizan Bolsonaro y Alberto a escala regional.

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