Por Carlos Tórtora.-

Si Irán quería vender, y efectivamente lo hizo con más 2 millones de barriles diarios, creó compañías fuera de su país, con accionistas y directores no iraníes y operó con tranquilidad, pese al embargo.

Si Argentina necesitaba comprar, no necesariamente debía hacerlo por compras directas a Irán. De hecho, compró en los mercados a los plazos que necesitó y firmó acuerdos comerciales con otros países proveedores.

Así como se transa petróleo, en los mercados internacionales también se transan cereales y oleaginosas. Así, por ejemplo, en el CME se pueden operar contratos a siete plazos en cada año. Si bien el grueso de los contratos que están abiertos son “a diciembre del 2016, hay contratos pactados hasta noviembre de 2019. Cada contrato comprende 5000 bushels (1 Tonelada = 39, 370 bushels). A medida que se acerca un vencimiento aumenta el número de transacciones diarias, pudiendo llegar a 300.000 contratos diarios y más).

De modo que cuando Irán necesitó comprar soja, no necesitó comprarle a la Argentina sino que a través de sus empresas en el exterior la compraba en los mercados o en otros países productores, como Brasil.

Entonces ¿qué era lo que le podía ofrecer Argentina? Tendría que ser algo que Irán no pudiese conseguir y que costase fortunas.

Desde principios de este siglo, Irán se embarcó en su plan nuclear (ése fue el principal motivo para que el Consejo de Seguridad + Alemania decretasen el embargo). Poder comprar material fisionable era un problema casi insoluble para ese país ya que países que le podrían vender, como Corea del Norte, iban a tener enormes dificultades para entregarlo.

Rusia estaba terminando de construir la central nuclear de Bushehr y le iba a proveer el uranio enriquecido para el funcionamiento, pero no sólo iba a controlar su utilización sino que, además, se iba a llevar el combustible quemado.

El reciclaje

Es bastante probable que éste haya sido en realidad el nudo del acuerdo. Argentina entierra el combustible usado en las centrales nucleares a más de 3000 metros de profundidad. ¿Y si se lo vendía a Irán? Con el combustible usado se puede elaborar y obtener plutonio, que es apto para fabricar bombas atómicas. Si Irán lo necesitaba y no podría conseguirlo en otro país, pagaría un precio de oro por el mismo.

Me llamó la atención que en los primeros años de esta década hubiera técnicos iraníes capcitándose en el Centro Atómico Bariloche. Por supuesto, que no hay ninguna relación causal entre esa presencia y la eventual compra de combustible usado por parte de Irán, pero uno es algo malicioso y tiene tendencia a sospechar.

Cuando Irán tomó conciencia de que Obama quería firmar sí o sí el acuerdo de paz -ya que el quiso siempre pasar a la Historia como un Presidente que no mandó tropas a ningún país (por lo que no hubo soldados norteamericanos muertos) y que intentó hacer la paz en distintos países- comenzó a perder el interés en el Memorándum de Entendimiento, al punto que el Parlamento iraní no lo ratificó.

Esta hipótesis permite justificar todas las argucias del Gobierno anterior para evitar que se judicializara el acuerdo con Irán, ya que si se ponía en evidencia, Cristina no sólo iría presa sino que no podría argumentar ser una presa política.

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