Por Carlos Tórtora.-

Anteayer Alberto Fernández estaba en el punto culminante de su visita a México que tuvo tres ejes: recomponer el intercambio comercial, buscar apoyo para las negociaciones con el FMI y unificar criterios sobre la crisis venezolana.

Simultáneamente Cristina Kirchner estaba otra vez en Cuba visitando a su hija Florencia. Pero en realidad se supone que se reunió con Raúl Castro, Miguel Díaz Canel y Nicolás Maduro, congregados en La Habana para un congreso antiimperialista.

Sobre el final de este cónclave, Maduro habló con los medios y saludó efusivamente a Axel Kicillof como la nueva esperanza de la política argentina. Estos elogios dejaban mal parado a Alberto F en plena gira mexicana y más todavía cuando era evidente que Cristina había estado con Maduro. Concretamente se podía interpretar como un intento de menoscabar al presidente electo. La corrección a medias llegó al día siguiente cuando Maduro sostuvo ante un grupo de dirigentes sindicales argentinos que esperaba reunirse a la brevedad con Alberto F.

El episodio mostró lo laberíntica que puede ser la interna del oficialismo y cómo se pueden provocar cortocircuitos. Lo que queda en claro es que Cristina se apoya ciento por ciento en Axel Kicillof como la primera figura de su entorno.

Habló Grabois

Mientras esto ocurría en el Caribe, en Buenos Aires el ultimátum de Juan Grabois al futuro gobierno nacional no tuvo eco alguno en las filas peronistas pero sí fue tomado en cuenta por los empresarios. El dirigente busca polarizar con Alberto Fernández procurando absorber a los grupos de la izquierda peronista que seguramente quedarán decepcionados por su política económica.

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