Por Germán Gorraiz López.-

Tras una etapa dulce impulsada por favorables vientos de cola, la crisis de la industria automotriz provocará un choque de las placas tectónicas del sector industrial europeo que podrían hacer tambalear a los buques insignias de marcas como Renault, Mercedes y Volkswagen y que podría tener como efecto colateral la entrada en recesión de la economía europea en el horizonte del 2028.

En este contexto, la dirección de Volkswagen ha anunciado que cancelará para 2029 el programa de seguridad en el empleo, tótem sagrado de la marca alemana y vigente desde hace 30 años debido a que la baja utilización de la capacidad en las plantas productivas se había compensado hasta ahora con ahorros en los proveedores, partida que ya sería insuficiente. Así, en el 2023 se había puesto en marcha en la empresa alemana un programa de austeridad que debía reducir los costos en diez mil millones de euros hasta 2026, reducción que según el rotativo alemán Handelsblatt, deberá ampliarse como mínimo en 4.000 millones de euros, por lo que según el comité de la empresa, se estaría barajando cerrar al menos una planta de vehículos y una fábrica de componentes.

Ello podría ser el detonante del declive de la industria automotriz en Europa que emplea a cerca de 13 millones de personas y representa el 7% del PIB europeo, con lo que podríamos asistir a a un vertiginoso incremento de las tasas de paro, a la drástica reducción de los ingresos estatales y consecuente incremento de los Déficits (la industria del automóvil es responsable del 10% del total de las exportaciones europeas). Asimismo, es previsible la entrada en recesión de las economías europeas en el horizonte del 2030, el incremento de la deslocalización de empresas y un preocupante riesgo de desertización industrial de Europa, con lo que se antoja urgente diseñar las líneas maestras de la futura reconversión industrial que se avecina en Europa en el horizonte del próximo quinquenio.

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