Por Carlos Tórtora.-

Con un comunicado llamando a Rusia a detener la agresión, la cancillería argentina lavó como pudo la reciente oferta de Alberto Fernández a Vladimir Putin para que Argentina sea la puerta de entrada de Rusia en América Latina. Hasta La Cámpora se pronunció contra la agresión militar. De este modo, el gobierno ganó algo de oxígeno para reubicarse en la crisis. Esto mientras no se puede decir que a Putin le vaya mal. La estrategia rusa de ir tanteando las reacciones de EEUU y sus aliados le está dando resultado. La reacción de la OTAN es hasta el momento inexistente y militarmente Ucrania está sola, como reconoció el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky. Por otro lado, las sanciones económicas que tiene en ejecución EEUU es dudoso que puedan detener un plan militar en pleno desarrollo. En síntesis, si Putin consigue un éxito militar significativo, le sería relativamente sencillo trasladarlo al campo político. La Argentina sufre, mientras tanto, dos impactos económicos de la guerra. El alza de los precios de la energía convierte por caso en superflua la discusión sobre la suba de tarifas. Por el otro lado, el aumento del trigo y la soja favorecen los ingresos locales.

Expectativas

En términos de realpolitik, el éxito inicial de Putin podría favorecer posturas más blandas con Moscú y la crítica a la posición de la Casa Blanca, que quedaría desairada. Desde ayer, el kirchnerismo empezó a buscar el espacio para un planteo regional que se diferencie de la prédica de Joe Biden y el instrumento para hacerlo sería la CELAC, que preside Alberto Fernández. En otras palabras, al gobierno argentino le convendría un éxito de Putin, porque esto produciría un debilitamiento general del Departamento de Estado y el ensanchamiento de los márgenes locales para desarrollar una política regional multilateralista. El probable retorno de Lula al gobierno es la principal razón por la que Alberto espera un vuelco político importante.

Como era de esperarse, pero sin mayor fuerza, Juntos por el Cambio se pronunció por un claro alineamiento con los EEUU, tal vez con la secreta esperanza de que las presiones de Washington den resultado y la oposición aparezca como marcando el rumbo.

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