El Gobierno confirmó ayer, a través de la Cancillería, que Cristina Fernández de Kirchner viajará a Cuba durante la visita que hará el papa Francisco a la isla a fines de este mes.

La mandataria aceptó la invitación de Raúl Castro, según precisó un comunicado. Luego de un viaje oficial de la presidenta al Vaticano, ahora volverán a verse, pero en Cuba.

Francisco ofrecerá una misa el 20 de septiembre en la Plaza de la Revolución de la ciudad de La Habana. Luego, Bergoglio viajará a los Estados Unidos.

En un clima confuso, Cuba espera a Bergoglio. La jugada electoralista de CFK no por previsible dejará de levantar una ola de críticas, porque no cabe duda de que la reunión será utilizada como una recolección de votos para Daniel Scioli.

El Pontífice actuó como mediador durante la negociación para restablecer las relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba.

Si bien la llegada de Bergoglio revoluciona a gran parte del país comunista, este hecho, que pasará a la historia, no modifica la situación social, política y económica que sufre Cuba día tras día. Pero nadie habla de eso. ¿Tabú o hipocresía?

Los cambios no se ven

Las calles de la legendaria ciudad de La Habana se embellecen y se visten de gala para recibir la visita de Francisco; cambios que, en la sociedad no se reflejan. Saben que la “Vía Sacra”, así definen los habaneros la ruta por donde el Papa dejará sus huellas, es efímera y hasta paradójica. En una comunidad en donde los ciudadanos deben salir muy temprano con los bolsones en busca de comida, resulta muy difícil disfrazar la tensión cotidiana con un poco de pintura y optimismo. No alcanza. Tampoco intentar tapar la situación con un discurso sobre la tolerancia religiosa como lo hace el clan de los Castro desde hace añares. No se puede tapar el sol con un dedo, otra de las frases que, lejos de ser un cliché, pasan a encuadrar en la realidad cubana. “Ni por la llegada de Francisco sueltan algo en las tiendas”, es lo que más se escucha por las calles cubanas.

La tensión no disminuye

La prensa es ajena a esto también, en un país en donde se usa la bandera de la libertad para explicar lo injustificable, no se puede esperar que los medios no hagan apología de lo que los de arriba definen como una revolución. La visita del Pontífice no cambia nada, sólo disfraza. La escasez, la tensión social, los conflictos e intolerancia política y la crisis económica pasan a jugar un papel secundario para darle el protagonismo al enviado del Vaticano sólo por unos pocos días.

Otra de las cuestiones que llama la atención de este viaje es que el itinerario del Papa no está definido, en cambio para Estados Unidos ya tiene una lista larga de visitas a distintos puntos del país republicano. La libertad se pone bajo la lupa nuevamente, sobre todo sabiendo que Bergoglio se diferencia de las demás autoridades eclesiásticas porque no teme a ir ningún lugar ni a nadie. Es de conocimiento público que ha visitado a varios presos, en Lampedusa tiró flores al mar y grito “¡Vergüenza!”, pero ¿lo hará desde el Malecón de La Habana, ante las costas que se ha tragado miles de cubanos que intentaban fugarse a Florida? Imposible.

¿Lograrán empaparle el mismo optimismo que demuestran los dirigentes frente a la llegada de Francisco a la gente ó simplemente lo camuflarán como los tienen acostumbrados?

Share