Por Hernán Andrés Kruse.-

El debut del presidente de la nación en el recinto de la Asamblea General de las Naciones Unidas se vio opacado por una serie de idas y vueltas surgidas a raíz del comienzo de un supuesto diálogo entre Macri y la premier británica Theresa May por la soberanía de las Malvinas. El presidente aseguró que la flamante primera ministra de Gran Bretaña se acercó para saludarlo durante el tradicional almuerzo de jefes de Estado en la ONU. Al respecto, señaló el primer mandatario: “Le dije que estoy listo para comenzar un diálogo abierto que incluya, por supuesto, el tema de la soberanía sobre las islas. Me dijo que habría que comenzar a conversar”. Horas más tarde la canciller Malcorra se vio obligada a tirarle a Macri un salvavidas para evitar que se ahogara desmintiendo la apertura de negociaciones entre ambos países. “Por supuesto la primera ministra dijo que se encontrarían, pero no es que se habló de una hoja de ruta, o dónde van a ser los próximos pasos, que este tema esté cerrado y arreglado y avanzado”, analizó para luego concluir afirmando que “no es un acuerdo para avanzar en el tema de la soberanía”. Al hablar ante la Asamblea General el presidente de la nación expresó: “Reitero nuestro llamado al diálogo, como mandan tantas resoluciones de esta organización, para solucionar amigablemente la disputa”. La premier inglesa no aceptó la reunión bilateral que con tanto ahínco buscaba Malcorra aunque sí hubo un saludo cordial entre ambos mandatarios durante el almuerzo de jefes de Estado (sin foto y sin declaración conjunta, cabe aclarar). Finalmente fuentes del gobierno británico aclararon que no hubo contacto alguno de May con Macri para analizar el tema soberanía. Según el presidente argentino durante ese famoso diálogo al margen de la televisión la premier británica dio el visto bueno para dar comienzo a conversaciones sobre un temario que incluya la cuestión de la soberanía de las islas, lo único realmente trascendente a tratar entre ambas naciones. De haberse confirmado lo de May hubiera sido el avance más significativo desde el fin de la guerra en 1982. Cuando se esperaba algún tipo de confirmación de Downing Street Malcorra bajó inmediatamente los decibeles para no crear falsas expectativas: “Puede que no lleguemos a nada, que avancemos en algunos temas y otros no o que nos tomen años. Es una señal de disposición de dialogar”. La semana pasada la movediza canciller había realizado una declaración conjunta con el vicecanciller británico Alan Duncan en la que nuestro país se comprometía a “adoptar las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos”. Por su parte, el presidente de la nación reclamó en su discurso “mayor colaboración internacional” para esclarecer los ataques criminales contra la Embajada de Israel y la Amia y prometió la ayuda de la Argentina a los refugiados provenientes de Siria y de otras naciones del Oriente Medio.

El imperio británico se hizo dueño de las Malvinas en 1833. Jamás esbozó intención alguna de desprenderse de dicho archipiélago. Hubo ciertos atisbos de parte de Gran Bretaña de iniciar conversaciones durante las décadas del sesenta y setenta del siglo pasado, pero todo quedó en la nada. La decisión de la dictadura militar de reconquistar por la fuerza el archipiélago en 1982 sepultó por muchísimo tiempo toda posibilidad de negociación por la soberanía entre ambas naciones. El 2 de abril de 1982 el pueblo salió a la calle para festejar alborozado la reconquista. La Plaza de Mayo se colmó de enfervorizados manifestantes que daban rienda suelta a un incontenible sentimiento nacionalista. Muy pocos, entre ellos el ex presidente Alfonsín, se atrevían a destacar públicamente la locura que significó la reconquista militar de las islas. Pese al apoyo moral del tercer mundo cuando comenzó la guerra la Argentina se quedó sola. La superioridad bélica de Gran Bretaña obligó a las tropas argentinas a rendirse el 14 de junio de 1982. Para Occidente la dictadura militar argentina había invadido las islas atentando contra el pueblo malvinense, los kelpers, que nada querían saber con la Argentina. La guerra de Malvinas puso al descubierto, una vez más, la verdadera naturaleza del sistema internacional. En su ámbito impera el más crudo imperio del más fuerte. A nivel internacional rigen los códigos de la jungla que se traducen en el siguiente “principio”: el más fuerte se devora al más débil. A raíz de la guerra y, fundamentalmente, a raíz de su derrota militar, el país sufrió un fuerte aislamiento. Durante la presidencia de Alfonsín, las relaciones continuaron tirantes por la intransigencia de ambos países para sentarse a negociar. Carlos Menem cambió de estrategia creyendo que de esa forma lograría negociar la soberanía con Gran Bretaña. Su política de “enamoramiento” de los kelpers se estrelló con la intransigencia británica pese a que durante aquel entonces los vínculos entre ambos países mejoraron ostensiblemente, debido principalmente al viraje ideológico que experimentó la política exterior de Menem. Néstor y Cristina Kirchner abandonaron las “relaciones carnales” y decidieron valerse de los foros internacionales, especialmente las Naciones Unidas, para ganarse el apoyo de la mayor cantidad de países miembros para así “presionar” a Gran Bretaña para que se siente en una mesa de negociaciones. El kirchnerismo también se estrelló contra la intransigencia británica. Macri cree que siendo un buen alumno del FMI y rindiéndole pleitesía a Obama logrará “ablandar” a los británicos. Si ello es así, cometería un grosero error estratégico. Gran Bretaña posee una diplomacia muy sofisticada y para su clase dirigente (conservadora o laborista) las islas continúan teniendo un gran valor estratégico y económico. Además, cuenta con el apoyo incondicional de Estados Unidos, con lo cual cuando la Argentina se dirige a Gran Bretaña para negociar el tema de la soberanía de Malvinas, en realidad se está dirigiendo al imperio anglosajón. Sólo cuando este imperio decida que las islas ya no le son útiles, tanto geoestratégica como económicamente, aceptará sentarse a negociar con la Argentina la soberanía de las Malvinas. Y ello puede suceder dentro de unos años, unas décadas o unos siglos.

Ante la Asamblea General de la ONU el presidente de la nación pareció seguir estando en campaña. Dijo Macri: “En la Argentina nos hemos planteado como horizonte tres grandes objetivos: la primera meta es avanzar hacia la pobreza cero”, “el segundo objetivo es derrotar al narcotráfico”, “la tercera meta es unir a los argentinos a través del diálogo, el respeto a la ley y el fortalecimiento de la democracia”. Más adelante, hizo el siguiente autoelogio: “Normalizamos la macroeconomía, comenzamos a fortalecer las relaciones con nuestros vecinos, y nos estamos vinculando de forma madura con el resto de los países y los organismos internacionales”. “En los últimos años”, enfatizó, “Latinoamérica hizo grandes esfuerzos para reducir la pobreza, gracias a políticas sociales robustas y a las condiciones económicas internacionales muy favorables”. “Hoy”, señaló, “el contexto es diferente pues todos los países hemos visto disminuir nuestro crecimiento y el comercio global muestra un desempeño magro”. Hizo mención del desafío del cambio climático y de la crisis humanitaria de los desplazados en Medio Oriente. En relación con este tema prometió “ampliar la recepción de los refugiados de Siria o de sus países vecinos, privilegiando a grupos familiares con niños”. No se privó de hacer proselitismo a favor de Malcorra, quien está tratando de llegar a ser nada más y nada menos que Secretaria General de la ONU: “Estamos trabajando para que la mujer tenga las mismas oportunidades que los hombres”. “En ese sentido”, agregó, “quiero agradecerle el apoyo que ha recibido nuestra canciller para la secretaría general de Naciones Unidas”. Parafraseando a Cristina Kirchner, remató expresando que “en el siglo XXI tener a una mujer al frente de esta organización sería un ejemplo alentador”. Aludió al “extremismo radical” y mencionó rápidamente los ataques contra la embajada de Israel y la AMIA. El presidente concluyó su discurso citando a Francisco: “Estamos juntos en esta casa común, que tenemos que cuidar y en la que tenemos que convivir en paz” (fuente: Nicolás Lantos, “El juego del Gran Bonete con las Malvinas”, Página 12, 21/9/016).

En su edición del miércoles 21 de septiembre Página 12 publicó un excelente artículo de Raúl Kollmann titulado “Un fallo que festeja la familia judicial”, en el que analiza la decisión de los supremos de que la muerte política de Alberto Nisman sea investigada por la justicia federal. A partir de ahora, entonces, la causa será instruida por el juez Julián Ercolini y el fiscal Eduardo Taiano. Esta resolución se adecuó perfectamente a lo que pretendían la jueza y ex pareja de Nisman Sandra Arroyo Salgado, la señora madre del malogrado fiscal, Sara Garfunkel, y buena parte de la corporación judicial que pretende valerse de este expediente y la denuncia de Nisman para destruir a la ex presidente Cristina Kirchner. Los abogados de la doctora Salgado y Sara Garfunkel, y el fiscal Ricardo Sáenz venían presionando desde hacía bastante tiempo para que el caso pasara a la justicia federal argumentando que lo de Nisman había sido un homicidio. Los supremos les dieron la razón y se abstuvieron de dar una definición en relación con la muerte del fiscal. Los cinco miembros de la Corte expresaron que en cualquier hipótesis lo que se está investigando es la muerte de un fiscal de la nación, por lo tanto no se pude descartar ninguna hipótesis: a) suicidio, b) suicidio inducido, c) homicidio. Por lo tanto, los supremos consideraron que eso era suficiente para que la justicia federal tome en sus manos el expediente. Diferente fue el criterio de la Cámara Nacional de Casación que consideró que no existía nada que indicara que la muerte de Nisman fue producto de un homicidio, por lo que correspondía seguir avanzando en el expediente para tratar de determinar qué fue lo que realmente pasó con el fiscal y recién después resolver si la justicia federal debe hacerse cargo de la causa. Porque si se comprueba de que no hubo homicidio, es decir que el fiscal se quitó la vida no hay delito y, en consecuencia, no hay mudanza del expediente a ese feudo judicial de nombre Comodoro Py.

En lo que resta del artículo Kollmann brinda una síntesis muy precisa de este caso, desde el momento en que apreció muerto el fiscal de la Causa Amia. A partir del macabro hallazgo, la causa Nisman fue utilizada políticamente. La fiscal Fein trabajó el caso con honestidad, remarca Kollmann, pero sufrió todo tipo de presiones para que abandonara la hipótesis del suicidio. La jueza federal Arroyo Salgado acompañó a Macri al debate presidencial en la Facultad de Derecho de la UBA, en una clara demostración de politización del caso. Sin embargo, la fiscal Fein tomó una serie de medidas que fueron en contra de los intereses de Salgado y Garfunkel. Una junta de médicos afirmó que no había pruebas que corroboraran la hipótesis del asesinato. Afirmaron que el malogrado fiscal falleció el domingo 18 a la mañana y no el sábado 17 al atardecer, como pretendía que se estableciera la jueza Salgado. De esa forma quedó trunco su objetivo de echarle la culpa al informático Diego Lagomarsino quien dijo que le había llevado el arma al fiscal antes del anochecer del sábado. Los criminalistas expresaron que en el momento del disparo no había ninguna otra persona en el baño, demostración elocuente de que Nisman se quitó la vida. Hubo un estudio hecho en Salta que demostró que en la mano de Nisman había rastros que eran compatibles con los restos de fulminante de un disparo. Hasta ahora no se encontró a nadie que asegurara haber visto entrar a alguien extraño en el edificio. Tampoco se han encontrado indicios de forzamiento de cerraduras o ingreso violento. En el departamento sólo se encontraron rastros genéticos del malogrado fiscal. Tampoco se registraron otras pisadas en el baño. El fiscal Nisman utilizó internet el domingo a la mañana para revisar los diarios. Sin embargo, la jueza Arroyo Salgado y la señora madre del fiscal insisten, patrocinadas por sus abogados, con la hipótesis del homicidio. Según Kollmann hasta ahora no hay prueba alguna que asegure que a Nisman lo mataron. Lo que se pretende es imponer una lógica o, si se prefiere, un relato: Nisman denunció a Cristina por el Memorándum de entendimiento con Irán. Entonces, Irán, Venezuela y el gobierno de Cristina perpetraron su asesinato para destruir su denuncia. ¿Qué pasará a partir de ahora? Lo más probable es que lo primero que se haga sea reconstruir lo acontecido en el interior del baño donde fue encontrado sin vida Nisman. La jueza Palmaghini había convocado al FBI como asesor pericial mientras que la defensa de Lagomarsino aseguró que los peritos, forenses y criminalistas argentinos no eran de menor nivel que sus colegas norteamericanos. También destacaron el hecho de que el FBI, por su cercanía con Jaime Stiuso, no era un actor imparcial, con lo cual no era descabellado afirmar que estaba alineado con la derecha norteamericana que intenta culpar al comando iraní, venezolano y argentino de la muerte política de Nisman. Pero al partido judicial esas “menudencias” lo tienen sin cuidado ya que lo único que le importa es responsabilizar del supuesto crimen de Nisman a la enemiga perfecta: Cristina Kirchner.

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