Por Carlos Belgrano.-

Por más difusión que tenga el supuesto rearme nuclear de la alianza chino-soviética en la frontera lituana y maniobras similares de la NATO al oeste, el caso, el auténtico, transita por otra clase de armamento ofensivo que Putin tiene entre manos.

No solamente para amenazar a sus rivales de la UE, sino para advertirlos acerca de cuánto tiene en su poder, para demandar una rendición incondicional de Occidente.

Si el Sionismo que se encuentra detrás de Zelensky no capitula en su clara intencionalidad de ampliar su poder hegemónico mundial que, hasta poco tiempo atrás, se había limitado a manejar los resortes de Wall Street.

A través de bancos mayoristas, Goldman Sachs y JP Morgan, cuyos intereses responden directamente a Tel Aviv, serán ellos -los cananeos-, los responsables de un brutal Holocausto.

El Kremlin, en una maratónica sesión la pasada semana, deliberó con la presidencia pro tempore de Medvedev, secundado por el canciller Lavrov, acerca de la apertura de los arsenales de armas bacteriológicas más custodiados de todos los que cuenta en su haber.

Siendo estos los que custodian proyectiles con puntas huecas que, en su interior tienen dosificaciones de un bacilo del virus de Bornaviridae.

Que, además de contener una especificidad anaeróbica -esto es, que su transmisión se produce en exclusivo por vía respiratoria-, tiene otros matices.

Deviniendo ellos en sus armagedónicos letales efectos que ni la literatura más fantástica que sobre esta virosis puede añadirse ha dado cuenta hasta ahora, por cuanto ningún autor de ensayos novelescos, ni tampoco los productores fílmicos, han imaginado sus devastadoras secuelas.

Porque simplemente ha sido y es inimaginable describir sus trazos mortales en los seres humanos, particularmente en las grandes ciudades.

Bien, Estimados, para ponerlos en autos, apenas sucintamente, valga apuntar que, sea por la orina de los roedores, heces de animales domésticos -particularmente los efluvios de equinos-, el contagiado comienza -y velozmente- a apoderarse de la sintomatología primaria.

Consistente en profundas depresiones, manifiesta bipolaridad y, conforme las pruebas pilotos realizadas con prisioneros políticos siberianos, un estadío de demencia frenética y, lo peor de todo: una tendencia y del todo indetenible de intencionalidad homicida.

Como imaginará sin contratiempos el apreciado lector, no es menester contar con un apasionado sentido de la representación de un resultado cierto, si Rusia se decidiese por el lanzamiento indiscriminado de ese tipo de armamento químico con una letalidad sin precedentes.

Puesto que cualquiera -y hasta el más desprevenido- podrá imaginar que los actuales ágapes que se celebran semanalmente en Bruselas, para que un grupo de catetos festejen los sobornos recibidos que provee este festival de subsidios, son de una chabacanería propia de analfabetos.

Y que, otorgados a mano suelta por el BCE a través de una delincuente institucional de la talla de Lagarde, el resultado de una monumental derrota de los Aliados será cuestión de horas.

Por ello y más, si Occidente pretende salvar la ropa, una medida de esas que legalmente se denominan “de previo y especial pronunciamiento” debería de consistir en una masiva renuncia de todos estos gamberros que actualmente gerencian los destinos de la Unión Europea.

Toda vez que la permanencia de estos paletos en tan delicadas y áulicas funciones, para lo que les llevaría múltiples reencarnaciones, advertir las toneladas de desatinos que ponen al desnudo diariamente en aras de provocar a la dirigencia moscovita a una guerra abierta, hoy parece no inmutarse ni un ápice.

Por el contrario, si se inclinan por mantenerse incólumes en seguir regentando esta saga de chapucerías, y, para muestra basta un botón, lean la reciente declaración de un mongoloide del estrato de Stoltenberg.

Quien hace unas horas declaró «podemos derrotar a Rusia»; sería oportuno que imaginen a multitudes civiles enardecidas y enderezadas en asesinarse recíprocamente.

Tales eventos carecen de precedentes, salvo uno en particular acontecido a finales de julio, en el Hamburgo de 1943, orquestado por Winston Churchill y dirigido por un Brigadier de la RAF, apodado el bombardero Harris.

Abastecida para entonces por la USAF de aquí, la Fuerza Aérea británica, equipó a setecientos de sus bombarderos Lancaster con bombas fosforadas.

Y, como a los ingleses les placían los bombardeos diurnos, durante uno de ellos en particular -el día 23- en medio de un calor agobiante, los hamburgueses se estaban desplazando a los bunkers subterráneos cuando indiscriminados y masivos bombazos caían desde el cielo.

Resultando los más infortunados, los desdichados transeúntes que transitaban en las adyacencias del puerto.

Como los proyectiles arrojados, al impactar contra el suelo, desparramaban combustible, las llamaradas arrasaban con todo a su paso y los caminantes impactados no tuvieron más alternativas que arrojarse al agua.

Y fue entonces que los destacamentos de la Kriegsmarine asentados en la Base Naval anexada a los diques destacó a un millar de sus efectivos para que ametrallaran a quienes chapoteaban en procura de desprenderse vana e inútilmente del fuego en sus cuerpos, ultimando así y con lágrimas en sus ojos a más de ochenta mil de sus paisanos.

Existen cientos de noticiarios en el Bundesarchiv alemán que dan el debido y luctuoso testimonio de esa carnicería aliada; sólo es cuestión de indagar en ello, el poder devastador de aquel crimen de Lesa Humanidad.

Y resultaría altamente conveniente para ilustrar a los europeos occidentales sobre lo que documentales en color sepia puedan convertirse en nuevos y multicolor.

Todavía y aunque con un margen extremadamente limitado, los Aliados pueden revertir esta insensata ayuda a una Ucrania gobernada por un sionista y al que la suerte de sus connacionales nada le importa.

Por el contrario, si estos indeseables bruselianos no son desalojados inmediatamente de un poder para el que no se encuentran ni mínimamente aptos para ejercer, harán sufrir a toda la Europa occidental sobre…

EL ARMA MÁS TEMIDA E INDESTRUCTIBLE DEL EJE BEIJING-MOSCÚ

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