Por César Augusto Lerena.-

El Ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, “respaldó los esfuerzos de Argentina para mantener la estabilidad económica, manifestando la disposición de su país para brindar apoyo y, junto a su par argentino, coincidió en el interés de continuar profundizando la asociación estratégica integral”. Ello quedó de manifiesto con la reapertura del primer envío de 29 mil toneladas de aceite de soja a China. Por su parte, el director general del buró de pesca del Ministerio de Agricultura de China desembarcaría en la Argentina, con el objetivo de hacerse de treinta licencias de calamar que el gobierno de nuestro país le habría prometido en 2015.

Para que todos podamos entender el alcance de este pedido de licencias pesqueras de China, haré una breve síntesis: en principio sería permitirle a China que ingresen a pescar en la ZEEA un número de buques que representarían el 45% del total del total de buques poteros nacionales que hoy operan en el mar argentino. Buques construidos en China con créditos blandos avalados por ese país que operan con el combustible subsidiado, con tripulaciones con sueldos y regímenes laborales esclavos y, capturas, que luego ingresarán a China sin arancel alguno, es decir, compitiendo con las exportaciones nacionales con las propias materias primas argentinas.

No estamos hablando de venderle calamar procesado a China, sino de darles el recurso. Habilitarla a que pesque con treinta buques es transferirle por un canon unas 60 mil toneladas de calamar de un valor promedio de unos 143 millones de dólares anuales y perder el empleo de unos 750 embarcados, sin contar, los trabajadores derivados de los procesos en tierra, la provisión de insumos, etc.

Si es de su interés el tema, puede acceder al artículo completo (6 páginas) en: El Atlántico Sur chino

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