Por Elena Valero Narváez.-

La situación política en Venezuela, permite consolidar, más aún, la afirmación de que ideas erróneas que preconizan políticas populistas llevan a situaciones críticas como la que está viviendo ahora mismo la población venezolana.

Al declararse el líder opositor y de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, presidente interino del país, a la movilización masiva de los venezolanos se suma al apoyo de países democráticos de América Latina, Brasil, Chile, Perú, Colombia, Argentina, y otros, de suma importancia a nivel mundial, como EEUU y Canadá, provocando la atención del mundo civilizado por las consecuencias que ello induce. Existe el temor de que se desencadene una guerra civil entre opositores y las fuerzas leales a Nicolás Maduro, lo cual provocaría muerte y destrucción en ese país. A ello se añade el declarado apoyo, al dictador, de otros países, entre ellos China, y Rusia, que ven peligrar sus intereses en Venezuela.

Pero, es importante subrayar, la responsabilidad que tiene el gobierno venezolano en las dificultades terribles que tiene la gente para subsistir en medio de carencias de todo tipo, alimentos y medicinas, entre muchas otras, que han llevado a que la emigración, para los que pueden hacerlo, sea la única salida.

La solución tendrá siempre un costo, pero no buscarla, seguir con un gobierno que siguió como Cuba, enamorado de la utopía socialista es absurdo. .Cuando la gente deja su país en masa o como en Cuba no se les permite salir es porque se ha fracasado estrepitosamente. La huida siempre es hacia países capitalistas o que están en el camino de serlo. Pocos buscan comenzar de nuevo en países donde escasea la libertad.

Venezuela como los países de América Latina, que sufren dificultades económicas, deben salvarse, como lo ha hecho Chile, del destino latinoamericano. Este país es un ejemplo que se debiera seguir. Una vez que salió del caos generalizado provocado por el presidente Salvador Allende, amplió la economía de mercado, desreguló la economía, fortaleció la propiedad privada, la sociedad civil y la democracia. Ha mejorado su ética institucional y se ha integrado al mundo desarrollado. Mientras que la Cuba socialista lleva más de medio siglo de poder absoluto con una economía desastrosa, sumada a la represión, persecución a las familias, a los disidentes, y a la opinión pública. No debemos olvidar en esta comparación, que Cuba antes de la revolución de 1959, existía una próspera clase media, el índice de analfabetismo estaba entre los más bajos de Latinoamérica, era el primer país en el uso de televisores y en asistencia al cine, lo que muestra a un país económicamente pujante.

En el siglo XX nos ha dejado variados ejemplos que demuestran que el sistema de economía planificada y centralizada es extraordinariamente inferior al sistema capitalista.

El populismo, es un fenómeno más político que económico, se opone al capitalismo y ha tenido vigencia en el socialismo y en los movimientos defensores de la tradicionalidad, opuestos a la modernización, como el nacional-socialismo, el fascismo y el peronismo.

Pretende que el pueblo sabe lo verdadero y lo justo. Para seguir sus designios necesita un jefe o líder que lo sepa escuchar, ya sea militar, sacerdote, político o intelectual y que cumpla con sus aspiraciones. Por ello termina en autoritarismo. Bien lo definió, en estos días, Maradona, cuando dijo al darle apoyo al dictador venezolano: “Maduro es el pueblo”.

Venezuela con Chávez y Maduro giró hacia el modelo cubano adoptando políticas populistas. De esta manera fue disminuyendo el estado de derecho y la seguridad jurídica. La corrupción aumentó sus grados sostenida y propagada desde el Estado.

Ambos presidentes han impulsado la limitación de la propiedad privada y el control político del mercado, aumentando, de esta manera, las coerciones del estado y sus funciones económicas y el control de la actividad política e incluso de la cultura.

La letanía nacionalista “vivir con lo nuestro” sirvió para estatizar y generar un estado poderoso que subrayó la noción de reparto consistente en la necesidad de sacarle al rico, considerado siempre como explotador, para darle al pobre, en nombre de la solidaridad social.

Fundaron su poder en la exaltación del nacionalismo y el odio a lo extranjero especialmente al país capitalista y democrático por excelencia, EEUU, dejando en el tintero, que la democracia norteamericana es el modelo, aunque no siempre la realidad, de las sociedades que son o aspiran a ser democráticas. Periodistas e intelectuales analizan la situación con anteojeras: es increíble que EEUU, sea considerado por muchos de ellos, como para Nicolás Maduro, el chivo expiatorio. Ignoran la ayuda de EEUU al mundo democrático desde el Plan Marshall hasta ayuda militar, crédito y donaciones. Corea del Sur y Vietnam del Sur son países desarrollados y democráticos salvados de la dominación comunista por ese país, como también, Italia, Alemania y Japón, salvados del totalitarismo, luego de la Segunda Guerra, sin pedirles un centímetro de territorio. Solo se les impuso la democracia.

Esperemos que termine de la mejor manera posible el conflicto desatado en Venezuela y que se llegue a una razonable solución política con ayuda de los países democráticos.

El peso de la evidencia sugiere que en Venezuela, solo podrán aliviar la pobreza, y aumentar la calidad de vida de los `pobres, alentando los beneficios materiales, morales, y sociales, de la tecnología y las empresas privadas que compitan en el mercado. Para ello se tiene que luchar para que sea posible el libre intercambio de bienes, servicios y afectos, dentro de las normas que demanden responsabilidad y seguridad jurídica. Y, sobre todo, respeto por los derechos humanos como el no ser condenado sin juicio previo o salir y entrar libremente del país, entre otros.

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