Por Carlos Belgrano.-

Para fines de febrero en 1943, en los umbrales de la estación ferroviaria de Volgogrado, cayó el Sexto Ejército Alemán y con él, también el Frente del Este, más sus últimos noventa mil defensores de la ciudad que, y apenas año y medio antes, originariamente habían superado cinco millones de las Wehrmacht y muchas otras tropas especiales.

Cerca de seis mil tanques, entre las versiones Tiger y Panzer, construidos en las instalaciones de Henschel, Porche y Daimler Benz, quedaron reducidos a retorcidas a montañas de chatarra, regando las estepas soviéticas.

Junto a los restos de dos mil cazas de la Luftwaffe.

Bien, esos fueron los hechos acaecidos ochenta años atrás, por lo que considero pertinente ejercer un simple y breve comparativo entre aquella carnicería esteparia y las actuales chapucerías articuladas por la UE y el hebreo monigote de Kiev.

A quien, otro de su misma condición intelectual -Scholtz- decidió, finalmente, remitirle una veintena de defectuosos Leopards desvencijados y sin una adecuada repuestería y, posiblemente un centenar de bicicletas para las tropas de Infantería.

En una bisagra tan grotesca, numéricamente entre aquella legendaria guerra al todo o nada y ésta, en la que los únicos que vuelan son los millones de euros que este judío ucranio, remesa a sus cuentas cifradas en Israel, radica la diferencia entre una Gesta y esta guerrita televisiva.

Conforme los recuentos ordenados por papá Stalin en 1945, los Ejércitos Rusos a la izquierda del Volga habían perdido veintitrés millones de efectivos.

Empero, desde la invasión el pasado año, esas bajas muy a pesar de las oleadas de fake news, no superan ni por mucho las ochenta mil.

Todo lo cual nos debería de guiar hacia la luz de la verdad que tanta cantidad de sobornos impide que la Opinión Pública Internacional se desayune sobre las pantomimas de un conflicto militarmente amañado.

Y que, en esencia, cuanto encubre, es una nueva y grosera forma de Ajuste de los Mercados de Capitales.

A poco de vislumbrar la monumental caída de bancos que se han enriquecido con las ventas de servicios, contrariamente a los motivos de su creación que abandonó el estímulo de la economía a través de los préstamos para fortalecer a una industria competitiva, ahora devenida en próxima extinción.

Hasta un oligofrénico de la talla del Premier francés advierte esa inminente defunción de la industria gala y es por ello en exclusividad que el aumento de la edad jubilatoria no es un capricho, sino una necesidad, en parte por el crecimiento de la sobrevida de su clase pasiva.

Pero muy por encima de la molesta e inconveniente longevidad de los ancianos, a la brutal retracción de la colecta tributaria.

Y, dicho efecto cascada se multiplicará en el ámbito de toda la Unión Europea en cuestión de meses, por cuanto el derrumbe industrialista, pues resulta idéntico.

En otras palabras, el ímpetu expansionista de Putin casi resultó como caído del cielo para un Occidente que, mucho antes de esta baladronada neo soviética ya rozaba la bancarrota multilateral capitalista.

Que, sin embargo se niega a capitular, merced al brutal emisionismo monetario que, cuanto acredita es la volatilidad que, sus cotizaciones demuestran.

Sobremanera a partir del efecto de yuanización que, un gigante aún dormido como como el Brasil ya ha aceptado muy explícitamente.

Y que los otros no tan ciclópeos como Argentina y toda esa merienda de negros del Mercosur, deberá de acompañar, si desea sobrevivir, al menos un tiempo adicional.

Los tiempos para espabilarse se agotan, escasean, frente a un teatro de operaciones que, de momento virtual, dentro de muy poco, absorberá a todas las naciones, sean o no probeligerantes.

Porque toda esta contemporaneidad que nos rodea, con sus vulgaridades, plataformas, colectivos y demás lugares y expresionismos chabacanos, cutres y de pésimo gusto, exhiben a un Occidente lábil, oscilante y sobre todo muy decadente.

He contado hace bastante tiempo atrás que, en sus Memorias, Bonaparte dejó asentada una semblanza en la que, hasta hoy, muy pocos han reparado, cuando consignó en su futurista visión «Dejen que China duerma porque cuando despierte el Mundo temblará».

Bien, damas y caballeros, ese momento ha llegado y seríamos demasiado obstinados de no aceptar que, luego del criminal desatino de Nixon, cuando en Shanghai les armó a costo 0 todo su incipiente cinturón industrial, apenas para suplicarles que lo ayudaran en la retirada de Saigón, este hemisferio ha sobrevivido este último medio siglo con un dólar sin respaldo.

Y un poco menos de la mitad con un euro que, en el fondo, es ni más ni menos que una patraña monetaria.

Por esto y mucho más que debería de volcar en algo más que este poco pretencioso artículo, con sólo escudriñar algunas páginas de la Historia avizoro en…

EL FRENTE DE UCRANIA: UNA IRONÍA RESPECTO DEL PASADO.

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