Por Carlos Tórtora.-

Dos hechos de la política exterior impactaron en las últimas horas.

En un cambio abrupto de su política exterior, Alberto Fernández instruyó al canciller Felipe Solá que Argentina votara a favor de crear una comisión en Naciones Unidas para investigar las presuntas violaciones a los derechos humanos cometidas por Israel cuando enfrentó los múltiples ataques terroristas ejecutados por Hamas desde la Franja de Gaza. El segundo hecho consiste en que la Argentina retiro su denuncia ante la Corte Penal internacional por las violaciones de derechos humanos en Venezuela.

La oposición reaccionó condenando estos cambios que nos alejan de la postura de los EEUU y la Unión Europea para acercarnos a Rusia, China y Cuba. Estos episodios dan una pauta del rumbo que van a seguir las negociaciones con el Club de París y el FMI, siendo que los socios principales de ambas entidades condenan al régimen bolivariano y al grupo terrorista Hamas. Se va completando así el círculo abierto con el alejamiento de Argentina del Grupo de Lima.

Un tema obsesivo

El actual giro de la política exterior se puede confrontar con los últimos pasos de la relación entre la Casa Rosada y la Casa Blanca. Durante abril, recalaron en Buenos Aires dos enviados especiales de Washington. El primero fue el jefe del Comando Sur, almirante Craig S. Faller, que fue seguido por Juan González, asistente especial y consejero enviado por el presidente norteamericano, Joe Biden.

Ambos, en sus reuniones con Alberto Fernández, plantearon la relación estratégica que desarrolla la Argentina con China como una preocupación para la influencia de Estados Unidos. Se habló de apuntar contra la pesca ilegal china en el Mar Argentino y definirla como una hipótesis de conflicto regional. Pero también se habló de la concesión de la Hidrovía.

Es sabido que Shanghai Dredging, una subsidiaria de la China Communications Construction Company (CCCC) del Gobierno chino, es una de las cinco empresas que quieren participar por la licitación del dragado del tramo argentino de la hidrovía, que va por los ríos Paraguay y Paraná y que la cancillería china pretendía que la licitación se abriera este año. En lo inmediato y por un año, el gobierno decidió prorrogar la actual concesión y el avance chino quedó en veremos. En el entorno del presidente circula una interpretación que dice lo siguiente: a la administración Biden le importa ante todo que la Argentina modere su acercamiento a China y sólo en mucha menor medida su alineamiento en relación a Venezuela. En otras palabras, que el Departamento de Estado regularía la relación bilateral en función de lo que pase con el gigante asiático y sin darle mayor importancia a las piruetas argentinas en el marco regional. Esta interpretación -según la misma fuente- le abriría un espacio al gobierno para moverse con cierta libertad. El nuevo acercamiento a Venezuela le serviría al kirchnerismo para reconstruir su eje electoral supuestamente antimperialista y anti FMI, lo que le permitiría fidelizar a su electorado progresista.

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