Por César Augusto Lerena.-

Por el Tratado de Lisboa, ratificado en 2009, los ciudadanos de Europa, entre otros los argentinos con doble ciudadanía (¡ah! ¿nuestra Cancillería no les avisó qué debían sufragar?) votaron la aprobación de la Constitución de la Unión Europea, que incluyó en “la Unión”, como Territorios Británicos de Ultramar, a las Malvinas y la Antártida.

Nuestros entrañables ascendientes españoles e italianos fueron corriendo a votar, olvidando que ambas colectividades son mayoritarias en Argentina y, en el caso de los españoles, la llamada “madre patria”, tiene un conflicto similar a nuestro país por el Peñón de Gibraltar, que nadie duda es un territorio de la Península.

Notablemente, fueron los irlandeses quienes rechazaron el Tratado en junio de 2008 y no los españoles o italianos, por lo que la Constitución no entró en vigor hasta el 1 de diciembre de 2009 y, pese, a que Nigel Farage respecto al Brexit manifestase en su discurso de 2016 «Somos lo suficientemente buenos para prosperar en el escenario mundial representándonos a nosotros mismos, nuestros intereses y nuestras creencias como una nación que se autogobierna», el gobierno de Theresa May, trata de acordar un “Brexit blando” aceptando que Irlanda del Norte se mantenga dentro de las normas de la Unión Europea, mientras que la Unión califica de inviables las propuestas de la Primer Ministra.

No es el único problema que tiene el Reino Unido, su relación con Escocia es otro y, si bien en el referéndum de independencia de Escocia post-Brexit el “No” se impuso por 55,3% a 44,7%, su Ministra Principal Nicola Sturgeon, sabiendo que el R.U. no solo saldrá de la U.E., sino también del mercado único[2]; entiende que la cuestión, no estuvo en el escenario en el que votaron los escoceses en el referéndum y, que ello, tendrá “implicancias significativas para la economía y la sociedad de Escocia», es que el pasado 31 de marzo de 2017 solicitó a la Ministra May el permiso para realizar un segundo referéndum “al considerar que los escoceses deben tener derecho a escoger su propio futuro y ejercitar su derecho a la autodeterminación» ante el retiro del R.U. de la U.E. La Primer ministra británica se limitó a responder: «no es el momento de otro referéndum de independencia”, en total contradicción con la política declamada por el Reino Unido en Malvinas.

Artículo completo en: El Malvexit frente al Brexit británico

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