Por Guillermo Cherashny.-

La defensa del terrorista mapuche Jones Huala en Chile que hizo Rafael Bielsa, el embajador argentino en la República de Chile, parecía una extravagancia intelectual a las que nos tiene acostumbrados el ex canciller de Néstor Kirchner, pero fue una instrucción directa de Santiago Cafiero, el ministro al que cristina llama «el nietito». Y no sólo se metió en los asuntos internos de Chile mostrándose a favor de un condenado por terrorismo sino que desmintió la política exterior de la se ufana el gobierno de Alberto Fernández, de no meterse en los asuntos internos de otro país. Y decimos que es el argumento habitual para defender, o más bien no condenar, a las dictaduras de América, como sí hizo Raimundi, el embajador ante la OEA, que se negó a condenar al régimen tiránico de Daniel Ortega, lo que demuestra que el Palacio San Martín ya no actúa acorde al grupo de Puebla, como durante la gestión de Felipe Solá, sino que se asume de ahora en más una postura bolivariana en clara defensa de Nicolás Maduro, Cuba y sus aliados, quizás aplicando la doctrina montonera de apretar al gobierno de los Estados Unidos para que presione al FMI para que elimine la sobretasa del préstamo que le dieron a Macri y que se otorguen más de los 10 años de pago de la deuda.

Este giro ideológico se completa con la vuelta de Sabina Frederic, la ex ministra de inseguridad, como jefa de los cascos blancos. Frederic una protegida de «el nietito»; es una contumaz progre, enemiga de asistir con fuerzas federales a las provincias y dejarlas a la buena de Dios. Todo este cambio en el gobierno se complementa con la posición de Alberto y Aníbal Fernández de renunciar a la soberanía argentina en las rutas nacionales para dejar sola a la gobernadora de Río Negro ante la agresión del terrorismo mapuche.

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