Por Paul Battistón.-

Un afroamericano para coronar el fin de la Gran Democracia, esa cuya participación en votantes es escasa en porcentaje. Donde los blancos anglosajones y protestantes se durmieron y confiaron que el sueño americano se sostendría solo por la gracia del destino que se encargaría de mantener el rumbo de lo supuestamente ya establecido.

Una democracia de presidentes electos por una “Elite” votada por la “No elite” que se decide a votar y que suele ocurrir que no necesariamente es al final proporcionalmente representada acorde a sus cantidades, por cuestiones técnicas que se suponen fueron adoptadas en beneficio de la democracia.

Cuestiones técnicas que le dan peso a ciertos estados sobre otros, lo que indirectamente le da valor agregado a ciertos votantes por sobre otros y que finalmente puede hacer que un estado cuyo idioma oficial es el Castellano además del Ingles pueda transformarse en arbitro de un desempate.

Cabe aclarar, tras todas estas circunstancias, que un empate con certeza no es un empate de votantes pero esa es la situación donde la tergiversación es más notoria.

Un triunfo donde el triunfo no signifique una mayoría en los votantes ya ha ocurrido pero no ha sido llevado a entredichos por que la cosa es así y nadie la discute. Las reglas están claras, claras como la constitución misma, esa que de seguro casi nadie lee.

Que Bush y Al Gore hayan dirimido en Miami (batallón de abogados mediante) el resultado de una elección, fue el inicio de la rotura del velo. Pero esa transparentación, no lo hubiera sido si los titulares no hubieran sido de empate técnico.

En esa oportunidad, una diferencia de electores bien definida a favor de algún candidato (Bush por ejemplo) aun obtenidos con menos votantes jamás hubiera escandalizado a nadie.

Pero (engañándonos) podríamos decir que los tiempos cambian y hasta podríamos suponer que ese cambio es el que a muchos les impide aceptar que quien en esta oportunidad ha obtenido menos votos pero sustanciales mas electores que su oponente se sentara en el salón Oval.

Lo que siempre fue aceptado (o teñido de indiferencia) ¿Por qué deja de serlo?

Acaso por el efecto Bush, aun cuando sea bastante lejano.

Si la situación hubiera sido a la inversa y Clinton fuera la de mas electores pero menos votantes ¿la aceptación (o indiferencia) seria la respuesta?

La respuesta indirecta a estos interrogantes quizás este en la supuesta financiación de Soros a las manifestaciones anti Trump oponiéndose a lo indiscutible (o por lo menos lo era) la aceptación del triunfo de quien cuenta con mas electores aun cuando el colegio electoral aún no se haya reunido.

Y si lo de Soros es cierto, ¿se trata sólo de una interna ante él inesperado? O se trata de algo realmente inesperado que requiere de actos desesperados.

Que en una página de Change.org se intente juntar firmas con la esperanza de que la Elite electoral tuerza su voto traicionando el mandato procedente de las urnas es sumamente llamativo.

Pero es más llamativo aun cuando las razones para pedirlo tratan de ser justificadas con la mayor cantidad de votos obtenidos por Hillary Clinton por encima de los electores conseguidos. Desproporcionalidad nunca cuestionada y que solo había saltado a los titulares en el empate técnico Bush-Gore.

Si alguna de estas situaciones cobra valor, quizás indique que Obama fue el ultimo presidente de esa democracia donde los tecnicismos particulares la condujeron a ser lo que es, un sistema donde no hay elección posible por que todo es casi lo mismo y lo que se dirime es quien es el agraciado que no cambiara nada.

Expertos, inexpertos, políticos, periodistas, nadie se privo de dar su opinión sobre el efecto Tump. Pero de la boca del más inesperado surgieron palabras que por obvias no dejaron de ser las mas precisas. El hablador en cuestión Daniel Scioli, quien disparo (no sin causar gracia, quizás por lo obvio del acierto): a Trump lo demonizaron, pero el supo interpretar el reclamo popular.

Y… si absolutamente le doy la razón. Doble acierto, ambos estaban a la vista pero quizás era políticamente incorrecto verlo.

Aunque creo que Trump mas que saber interpretar el reclamo popular quizás supo encenderlo. Por que de lo contrario deberíamos decir que nadie sabía interpretarlo o lo que es peor nadie lo reclamaba por que estaba claro que era inútil hacerlo.

A sólo unas semanas de la contienda y su resultado inesperado o “no deseado” es factible sentarse como un espectador frente a los discursos de los candidatos (Youtube mediante) ya sin las interferencias mediáticas y es fácil sentir que en el discurso de Trump esta casi todo lo que un estadounidense hubiera querido escuchar hasta bien entrada la década del ochenta y quizás noventa también y que por supuesto no es políticamente correcto. Pero la vara para medir lo políticamente correcto la fueron moldeando los medios, esos que no están en manos de protestantes.

Corrección política a la que muchos norteamericanos se fueron amoldando y otros norteamericanos por opción abrazaron por conveniencia en los años de progresismo post caída muro de Berlín. Progresismo camuflado de Demócrata o Republicano según la ocasión, aunque más del primero que del segundo.

¿Y qué seria lo incorrecto? Acaso rescatar el sentimiento de superioridad que los norteamericanos ejercitaban a diario antes de la caída de la cortina de hierro y que perdieron al relajarse la Guerra fría.

¿O que al intentar rescatar ese sentimiento se exagere una cierta relación del mismo con un origen anglosajón?

Reescuchando a Trump y releyendo publicaciones previas a la elección, la exageración parece estar mas en las letras de quienes trataron de defenestrarlo que en las mismas palabras de Trump

Y si aun así cargamos a Trump con el 100% de esta situación librando a la prensa de culpa y cargo, solo deberíamos llegar a la conclusión de que Trump esta siguiendo la tendencia general.

En 1994 Samuel Huntington acertadamente advertía desde su cátedra de Ciencias políticas en Harvard que las futuras confrontaciones y guerras (frías o calientes) ya no serian ideológicas si no entre civilizaciones.

Quizás esto aclare bastante sobre las palabras de Trump y la sonrisa de Putin ante su triunfo.

Casi nadie se ha privado tampoco de hacer especulaciones sobre el futuro con Trump y casi todas apuntan siempre en la dirección de la economía y muchas ya comienzan a ablandarse.

Prefiero especular en lo político: la suerte de Puerto Rico esta echada. Bueno… no es mucho, pero marca una dirección. Una dirección para después que se marche el último presidente de la Gran Democracia, por supuesto.

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