Por Hugo Morales.-

Río Negro.- La tendencia hacia la formación de partidos políticos provinciales, alejados de las organizaciones centralistas y nacionales, parece ser la primera lectura que arrojan las elecciones para gobernador en Río Negro. Tanto el pensamiento neo liberal de Cambiemos del presidente Mauricio Macri como el nacional y popular del Frente para la Victoria de Cristina Fernández de Kirchner, aparecen como los grandes derrotados en la segunda compulsa electoral para definir quién gobernará al país en el próximo período del 2019 al 2023. Ni macristas, ni cristinistas lograron convencer a ese electorado de las bondades de su propuesta y resultaron ampliamente derrotados. El revival de los 60 cuando surgieron los partidos neoperonistas por la proscripción de la organización madre y el exilio de su principal conductor Juan Perón, parece estar a la vuelta de cada una de estas elecciones.

En la noche del pasado domingo 7 de abril había desazón en el cuartel general de Martín Soria el hombre que lideró a ese sector del peronismo que se refugia en CFK (el otro que responde al senador Miguel Pichetto, ni siquiera tuvo alternativa) porque estaban convencidos que el “voto castigo a (Mauricio) Macri” se volcaría hacia su propio caudal y no hacia un hombre, en este caso el gobernador, que había coqueteado con una de cal y arena con el propio presidente. Soria intentó a última hora deshacerse de ese salvavidas de plomo pero el mensaje llegó tarde. Hoy el peronismo rionegrino vuelve a los desencuentros del pasado que le hicieron perder muchas elecciones, una de ellas hace algunos períodos cuando el ex senador Remo Costanzo perdió por 500 votos por no acordar con su oponente interno, el ex gobernador Mario Franco.

En las capillas de Lorena Matzen-Sergio Wisky que representaron a la UCR-PRO, que se presentó con el sello presidencial, se detectaba el mismo sentimiento pero al revés. ¿Adonde fueron los votos de Cambiemos que estaban en nuestras filas?. Se preguntaban sin mucha explicación coherente ya que un magro 5 por ciento explicaba esa misma desazón. Especialmente en la UCR que durante varias décadas, desde 1983 con el barilochense Osvaldo Álvarez Guerrero, hasta 2011 con el roquense Miguel Saiz, había impuesto su impronta en territorio rionegrino durante casi 30 años.

Precisamente, Wereltinek, un hombre nacido a la política desde esa tercera posición -escribió las primeras letras con el desaparecido Julio Rodolfo Salto que quiso fundar el Movimiento Popular Patagónico- les había arrebato toda posibilidad de reescribir la historia y hoy yergue como un líder indiscutido bajo la misma construcción del MPN, quien hace un mes atrás derrotó a macristas y peronistas con idéntica lógica estrategia: la provincialización de las elecciones bajo el paradigma de la defensa irrestricta de los recursos naturales de cada Estado frente a un esquema nacional voraz.

¿Se repetirá esta tendencia que apareció en Neuquén, con larga tradición federal, y que ahora se extiende a Río Negro? Sólo las próximas compulsas hacia las presidenciales de octubre dirán si la premonición es válida. Ahí aparece Córdoba, un distrito clave en el calendario electoral del país. Lo cierto que las provincias se resisten al centralismo porteño en una resurrección de País Federal o País Unitario y sus ciudadanos optan por los dirigentes y partidos que le garantizan esa tercera posición y que, para colmo, se vio tergiversada cuando les tocó presidir al país hombres de su propio riñón como Carlos Menem o los Kirchner.

Para el honor provinciano, resultaba casi doloroso y repulsivo que sus gobernadores debían poco menos que postrarse ante el riojano o ante los santacruceños enseñoreados en la Casa Rosada y hoy ante el porteño Macri. Especialmente aquellos sectores que no marchan detrás de consignas ideológicas o mediáticas y ven a la política desde una posición tremendamente pragmática como es la marcha de la Economía.

El gas y el petróleo no convencional de Vaca Muerta fue clave para la reelección del neuquino Omar Gutiérrez y ahora, la fruticultura, fundamentalmente, lo fue para el rionegrino Wereltinek, quien encima contó (por suerte u operación política frustrada) con un discutido fallo de la Corte Suprema de Justicia que lo dejó fuera del camino electoral. La noche del viernes 22 de marzo no solo fueron los militantes de JSRN los que salieron a protestar sino que esas caravanas de apoyo se vieron sumadas por otros sectores como aquellos radicales que en el pasado habían confluido con los ex gobernadores Horacio Massaccesi y Pablo Verani que llevaron a la UCR rionegrina a su máximo esplendor.

En ese contexto, no era de extrañar que todo el apoyo que había cosechado Wereltinek se trasladara a Aravena Carreras, quien, ahora, deberá mostrar sus desconocidas dotes y habilidades políticas en una provincia que sigue viendo al actual gobernador, como el hombre que seguirá reteniendo el Poder aunque el mismo desmienta que vaya a ocupar cargo alguno en el futuro gabinete de su discípula política. Pero, se olvida de decir, que conservará la adhesión de la Legislatura donde tendrá mayoría y las herramientas necesarias para negociar con este gobierno nacional y quien le suceda en el futuro. “Conociendo a Alberto, no creo equivocarme, cuando lo veo nombrando hasta el cafetero del principal despacho en Viedma”, le dijo un veterano radical a este cronista.

El otro desafío es para la UCR y el peronismo en su conjunto. Los primeros deberán decidir -al igual que en el orden nacional- si siguen atados al PRO de Macri o retoman antiguos senderos de éxito y gloria y los segundos ya se replantean dejar de lado las diferencias internas sin el arbitrio de uno o pocos dirigentes como caracterizó a la conducción de Soria.

Ya desde San Carlos de Bariloche, un territorio muy peronizado, surgen voces de alerta. El ex diputado nacional y también hombre de CFK, Osvaldo Nemirovsci le reprochó que “en Rìo Negro al peronismo le faltó capacidad para construir un triunfo” (porque) existe un PJ sin debate y sin voces desde abajo que sean escuchadas”. El destinatario no solo fue el perdedor intendente de General Roca sino el senador Pichetto, con quien Nemirovsci supo ocupar los mismos espacios políticos y legislativos en un pasado no muy lejano. Falta, ahora, definir que Pichetto muestre su estrategia futura.

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