Por Germán Gorraiz López.-
El Papa Francisco pasará a la Historia por su lucha contra el establishment vaticano, su innegable carisma personal y un estilo revolucionario plasmado en un estilo apologético propio basado en el desapego de las formalidades y en su don de gentes, teniendo como hito de su Papado el finiquito de la concepción eurocéntrica de la Iglesia Romana y la irrupción de la Iglesia centrífuga.
La cruzada de Bergoglio contra el establishment vaticano
Parafraseando a Wright Mills en su libro “The Power Elite” (1.956), el establishment vaticano sería “el grupo élite formado por la unión del lobby europeocentrista, el lobby curial, el lobby masón y el lobby gay”, grupos de presión que serían los verdaderos detentores del poder en la sombra y del que serían rehenes los últimos Pontífices tras el golpe de Estado virtual urdido en los sótanos del Vaticano y que concluyó con la misteriosa muerte de Juan Pablo I. Así, Albino Luciani se impuso como tarea vital el desarrollo de los postulados de un Concilio Vaticano II lastrado desde sus inicios por el filibusterismo del establishment conservador vaticano, pero para lograrlo debía antes desinfectar las estructuras del Vaticano de los virus patógenos inoculados por dichos lobbys de presión.
Por su parte, Bergoglio, a pesar de tener un corazón franciscano y un cerebro jesuítico, habría desoído la máxima del fundador de la Compañía de Jesús, el vasco Ignacio de Loyola: «En tiempos de crisis, malo es hacer mudanza» y habría adoptado como suya la frase atribuida al frailecillo de Asís: “Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible”. Así, tras la detención de monseñor Nunzio Scarano por orden de la Fiscalía de Roma bajo la acusación de fraude y corrupción, Bergoglio habría iniciado el proceso de descabezar el Banco Vaticano y ponerlo bajo sus órdenes directas y en aras de dotar a la Institución bancaria de una mayor transparencia, la Autoridad de Información Financiera del Vaticano habría firmado un acuerdo con el Banco de Italia para el intercambio de información en un intento de reforzar el control y la supervisión de los flujos de activos.
¿Es la América Latina el escenario de la lucha entre la CIA y el Papa Francisco?
Bergoglio adoptó el nombre papal de su admirado Francisco de Asís (il poverello d’Assisi) y nada más ser elegido Papa, exclamó: “Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres”, frase que sería un guiño al espíritu de pobreza de los primeros cristianos y a los ideales de justicia social de Monseñor Romero, quien hace tres décadas decía: “La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres” , así como un mensaje de esperanza para los que todavía sueñan con hacer factible dicha utopía en América Latina. Así, en América Latina hemos asistido en las dos últimas décadas al fenómeno de la irrupción de las iglesias evangélicas (sectas o cultos según la jerarquía vaticana), surgidas en la década de los 80 bajo inspiración y patrocinio de la CIA con el objetivo inequívoco de desbancar al catolicismo romano como religión dominante y que habría conseguido dibujar una nueva arquitectura espiritual en el llamado patio trasero de EEUU, ya en su versión de iglesias evangélicas latinoamericanizadas. Las diferencias serían no tanto dogmáticas como pastorales y de estructura organizativa, pues los movimientos evangélicos tienen una estructura horizontal y no jerárquica como la Iglesia Católica.
Ello ha contribuido a extender su influencia ya que el pueblo identifica a la Iglesia Católica como una institución centrada en las élites dominantes y encardinada en las estructuras del poder político de la mayoría de dichos países (excepción hecha de los países del ALBA), por lo que a pesar de reconocer la labor social de los sacerdotes católicos en sus múltiples campos de actuación, se habría producido una fuga masiva de ex-feligreses católicos a las iglesias evangélicas protestantes, entras la que descollaría el pentecostalismo que englobaría al 75% del total de fieles evangélicos de América Latina y el Caribe. Así, según el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS), los evangélicos representan un 25% de los cristianos en el mundo con más de 560 millones de fieles, (107 de ellos en América Latina y el Caribe), siendo Guatemala paradigma de la nueva geografía espiritual latinoamericana con un 50% de su población evangélica. En consecuencia, el Papa Francisco ha puesto especial en la tarea de supervisar dicha geografía espiritual para intentar detener la incesante sangría de fieles de la Iglesia Católica Latinoamericana, para lo que deberá respaldar los movimientos de regeneración que ya están surgiendo en la Iglesia Latinoamericana si quiere evitar la fosilización de la Iglesia Católica en América Latina y proseguir con el desarrollo de los postulados del Concilio Vaticano II. Una de las claves de esa reforma es que las iglesias nacionales, los laicos y las mujeres adquieran un protagonismo creciente en la conducción de los asuntos generales para lo que resulta imprescindible que el otrora poder omnímodo de obispos y cardenales se vaya diluyendo y delegando en las estructuras de base.
¿Está EEUU tras el complot contra el Papa Francisco?
En la actualidad, estaríamos asistiendo a una lucha soterrada entre Francisco y el establishment vaticano en la cruzada personal que dirige el actual Pontífice para desinfectar las actuales estructuras de la Iglesia de los virus patógenos inoculados por dichos grupos de presión (lobbys de sotana) para lo que resulta imprescindible que el otrora poder omnímodo de la curia romana se vaya diluyendo y delegando en las estructuras de base. Ello supondría un auténtico “golpe de mano” de Francisco contra el endémico establishment vaticano por lo que el proceso encontrará resistencias crecientes por parte de los grupos de presión, no siendo descartable la gestación de una trama endógena que intente reconducir a la Iglesia Romana a la senda de los pontificados tutelados por el verdadero poder en la sombra (establishment vaticano), trama que contaría con las bendiciones de la Administración Trump representada por el ex-Jefe de Estrategia Steve Bannon y estaría encabezada por ex-altos cargos del Vaticano defenestrados por el Papa Francisco pilotados por el Cardenal Raymon Burke y tendría su plasmación en la Carta publicada por el arzobispo Carlo María Vigano «J’accuse», en el que acusa a Francisco de «encubrir los abusos del Cardenal Theodore MacCarrik» al tiempo que exige su «dimisión». Así, según advierte Michael Sean Winters en una editorial publicada en el semanario católico National Catholic Reporter, “Un golpe está en marcha y si los obispos estadounidenses no defienden en bloque al Santo Padre en las próximas 24 horas, se corre el riesgo de un cisma en la Iglesia Católica”.
30/08/2018 a las 1:11 PM
El pueblo norteamericano AMA a Francisco, sus niveles de aprobacion son altisimos y son la envidia de politicos en EEUU y en el mundo.
Si hay un complot contra Francisco y es internacional, son los sectores que en EEUU se llaman neoconservadores (neocon) que son belicos estan detras de la mayoria de la resolucion belica de los conflictos internacionales o sea son la linea dura. Los neocons no solo tienen actitudes belicas tambien apoyan lo que en EEUU se llama neoliberalismo economico. Los neocons y los neoliberales salen de la Universidad de Chicago, son los alumnos de Leo Strauss. Entre los alumnos de Leo Strauss esta el economista Friedman.
Los neocons y los neoliberales infectan muchos paises, no solo EEUU. La ascension de Trump al poder tiene que ver con que critico a los neoliberales y los neocons que plagaban el partido republicano.
Trump le copia el discurso al candidato democrata Bernie Sanders quien no solo esta contra los neocons y los neoliberales, es ademas un ferviente admirador del Papa Francisco.
Tan asi que interrumpio en las internas con HIllary su campana politica para asistir en el Vaticano a un seminario. El triunfo como candidata del partido democrata de Hillary esta muy discutido, en realidad la mayoria de los democratas apoyaban a Sanders.
Hillary no es neocon pero es amiga de muchos de ellos y es neoliberal en lo economico. La gente dentro del partido republicano preferia en realidad a Sanders, solo porque Hillary es neoliberal. Los democratas la quieren, la consideran una buena persona pero estan hartos de los neocons y los neoliberales. .
El mundo no quiere saber mas de doctrinas sean politicas o economicas demasiado publicitadas en los medios, sea publicidad negativa o positiva porque creen que hay una especie de conspiracion detras de esto. Ven con el mismo desagrado y desconfianza el marxismo internacionalizante como el neoliberalismo globalizante y piensan que sale de la misma gente. Es mas dicen que la extrema derecha financio la revolucion bolchevique. (Ver Anthony Sutton).
El mundo quiere un retorno a los modelos politicos y economicos coherentes, con sentido comun y aplicables como el sistema economico que tenia el mundo occidental entre 1940-1990. Entre 1985/1990 es cuando se comienza a imponerle al mundo el neoliberalismo.
Por eso, las rebeliones populistas en Europa, el triunfo de Trump, el ascenso de Sanders, etc. Sanders admira al Papa como la mayoria de los norteamericanos.
Se le esta tratando de endilgar al Papa un problema de pedastria que lleva decadas (o siglos) dentro de la Iglesia Catolica.
El clerigo Vigano que se alzo contra el Papa y pidio su renuncia, firmo un documento que le entrego un periodista de extrema derecha neoliberal
https://www.opendemocracy.net/faith-iraqwarphiloshophy/article_1542.jsp
01/09/2018 a las 2:38 PM
bergoglio NO ES PAPA.
SERÁ PAPAFRITA PAPARULO PAPANATAS PERO NO PAPA O POPE ININGLISH.
01/09/2018 a las 2:39 PM
Luis Alvarez Primo • hace 4 días
Excelente artículo. Destruir el Estado Católico español fue una etapa fundamental de la mega operación del programa de guerra doctrinaria de la CIA que cambió a la Iglesia Católica.
Montini,Giovanni Battista Enrico Antonio María. Expresión del progresismo dentro de la Iglesia antes de llegar al Papado, por acción y omisión, apoyó la operación de guerra doctrinaria de la CIA y del establishment judeo masónico norteamericano dentro de la Iglesia. Montini fue un factor clave en la acreditación y el desarrollo de la operación Pro Deo, la Universidad fundada en Roma con dineros de la CIA por el dominico Félix Morlión, agente de la CIA, desde la cual el masón Henry Robinson Luce, dueño del Imperio mediático Time/Life lanzó su “American Proposition” el 29 de noviembre de 1953 ante un auditorio de 3000 personas, elaborada por el sacerdote hereje John Courtney Murray (SJ) con el fin de introducir la herejía americanista en las venas de la Iglesia, caballo de troya , que puso a la Iglesia Católica en todo el mundo–hasta el día de hoy– al servicio del Americanismo y del imperio judeo masónico norteamericano y que dará sus frutos más venenos en el post Concilio Vaticano II, del cual –ya como Papa Paulo VI–, Montini fue corresponsable. Destruir el Estado católico español—como bien lo relata el Profesor Dr Mario Caponnetto en su valiente y lúcido artículo– fue una etapa clave en dicha mega operación.
La operación de marras está documentada en la meticulosa investigación de David A. Wemhoff. John Courtney Murray, Time/Life , and the American Proposition: How the CIA’s Doctrinal Warfare Program Changed the Catholic Church (John Courtney Murray, Time/Life y la Proposición americanista. Cómo el programa de la guerra doctrinaria de la CIA cambió a la Iglesia Católica). Fidelity Press. South Bend, Indiana. 2015 ( 990 paginas)
01/09/2018 a las 2:51 PM
LOS NEOCONSERVAS EN EEUU SON AMERICANISTAS ES DECIR LA HEREJÍA DENUNCIADA POR LEÓN XIII.
SON VOLUNTARISTAS ES DECIR LAS OBRAS Y LA ACCIÓN POR ENCIMA DE LA ORACIÓN.
01/09/2018 a las 2:57 PM
MENTIRA LA PEDERASTÍA NO LLEVA SIGLOS DENTRO DE LA IGLESIA MENTIROSOS. ESTO COMENZÓ CON LOS NEFASTOS MODERNISTAS QUE SE ENCARAMARON EL ROMA DESDE LA MOMIA FORMALDEHÍDICA roncalli.
RANDY ENGEL. LO DENUNCIA EN EL RITO DE LA SODOMÍA.
01/09/2018 a las 3:44 PM
AHJAJA LOS CHICAGO BOYS LA UNIVERSIDAD DE CHICAGO QUE OH CASUALIDAD ES DE LOS ROQUE FELLER. EL SIONISMO FEDERAL RESERVE.
01/09/2018 a las 2:53 PM
http://www.mercaba.org/LEON%20XIII/leo13-01.htm
TESTEM BENEVOLENTIAE
Carta Apostólica
de S.S. León XIII
al Emmo. Cardenal James Gibbons,
sobre el «americanismo»
A nuestro querido hijo,
James Cardenal Gibbons,
Cardenal Presbítero del Título de Santa María del Trastevere,
Arzobispo de Baltimore:
Querido hijo Nuestro, Salud y Bendición Apostólica.
Os enviamos por medio de esta Carta el renovado testimonio de esa buena voluntad que nunca hemos dejado de manifestar a lo largo de nuestro pontificado a vos, a vuestros colegas en el Episcopado y a todo el pueblo americano, valiéndonos gustosamente de toda oportunidad que nos ha sido ofrecida tanto por el feliz progreso de vuestra Iglesia como por cuanto habéis hecho recta y provechosamente para salvaguardar y promover los intereses católicos. Por otra parte, hemos considerado y admirado frecuentemente el noble carácter de vuestra nación, el cual permite al pueblo americano ser sensible a toda buena obra que promueve el bien de la humanidad toda y el esplendor de la civilización.
Sin embargo, esta carta no pretende repetir las palabras de alabanza tantas veces pronunciadas, sino más bien llamar la atención sobre algunas cosas que han de ser evitadas y corregidas, y puesto que ha sido concebida en el mismo espíritu de caridad apostólica que ha inspirado nuestras anteriores cartas, podemos esperar que la toméis como otra muestra de nuestro amor; esto más aun porque busca acabar con ciertas disputas que han surgido recientemente entre vosotros y que perturban el ánimo de muchos, si no de todos, con no poco detrimento de su paz.
Os es conocido, querido hijo Nuestro, que el libro sobre la vida de Isaac Thomas Hecker, debido principalmente a los esfuerzos de quienes emprendieron su publicación y traducción a una lengua extranjera, ha suscitado serias controversias por ciertas opiniones que presenta sobre el modo de vivir cristianamente. Nos, por consiguiente, a causa de nuestro supremo oficio apostólico, teniendo que guardar la integridad de la fe y la seguridad de los fieles, estamos deseosos de escribiros con mayor extensión sobre todo este asunto.
El fundamento sobre el que se fundan estas nuevas ideas es que, con el fin de atraer más fácilmente a la sabiduría católica a aquellos que disienten de ella, la Iglesia debe acercarse un poco más a la humanidad de este siglo ya maduro, aflojar su antigua severidad y hacer algunas concesiones a los gustos y opiniones recientemente introducidas entre los pueblos. Muchos piensan que estas concesiones deben ser hechas no sólo en asuntos de disciplina, sino también en las doctrinas que conforman el «depósito de la fe». Ellos sostienen que sería oportuno, para ganar las voluntades de aquellos que disienten de nosotros, omitir ciertos puntos de la doctrina como si fueran de menor importancia, o moderarlos de tal manera que no conservarían el mismo sentido que la Iglesia constantemente les ha dado.
No se necesitan muchas palabras, querido hijo Nuestro, para entender con cuán reprobable designio ha sido pensado esto, si tan sólo se recuerda la naturaleza y el origen de la doctrina que la Iglesia transmite. El Concilio Vaticano dice al respecto: «La doctrina de la fe que Dios ha revelado no es propuesta como un descubrimiento filosófico que puede ser perfeccionado por la inteligencia humana, sino como un divino depósito confiado a la Esposa de Cristo para ser fielmente custodiado e infaliblemente declarado. De ahí que también hay que mantener perpetuamente el sentido de los sagrados dogmas que una vez declaró la Santa Madre Iglesia, y no se debe nunca abandonarlo bajo el pretexto o en nombre de un entendimiento más profundo» (Constitución «Dei Filius» sobre la fe católica, cap. IV).
No puede en absoluto considerarse como carente de culpa el silencio con el que ciertos principios de la doctrina católica son intencionalmente omitidos y oscurecidos con un cierto olvido.
Pues uno y el mismo es el Autor y Maestro de todas estas verdades que son abrazadas por la disciplina cristiana: «el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre» (Jn 1,18). Estas verdades son adecuadas para todos los tiempos y todas las naciones, como se ve claramente por las palabras de Nuestro Señor a sus apóstoles: «Id, pues, y enseñad a todas las naciones; enseñándoles a observar todo lo que os he mandado, y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28,19). Sobre este punto dice el Concilio Vaticano: «Deben ser creídas con fe divina y católica todas aquellas cosas que están contenidas en la Palabra de Dios, escrita o transmitida, y que son propuestas por la Iglesia para ser creídas como materia divinamente revelada, sea por juicio solemne, sea por su magisterio ordinario y universal» (Constitución «Dei Filius» sobre la fe católica, cap. III). Así pues, no ocurra que alguien omita o suprima, por motivo alguno, alguna doctrina divinamente transmitida; en efecto, quien lo hiciese estaría queriendo más separar a los católicos de la Iglesia que atraer a ella a los que disienten. Vuelvan, pues no hay nada más querido por Nos, vuelvan todos los que andan extraviados lejos del rebaño de Cristo, pero no ciertamente por un camino distinto al que el mismo Cristo nos mostró.
La disciplina de vida afirmada para los católicos no es de tal naturaleza que no pueda acomodarse a la diversidad de tiempos y lugares.
La Iglesia tiene ciertamente un espíritu clemente y misericordioso que le ha sido dado por su Autor; razón por la cual, desde su inicio ha cumplido gustosamente aquello que dijo San Pablo de sí mismo: «Me he hecho todo con todos para salvarlos a todos» (1Cor 9,22).
La historia de todos los tiempos pasados es testigo de que esta Sede Apostólica, a la cual ha sido confiada no sólo el magisterio, sino también el régimen supremo de toda la Iglesia, se ha mantenido siempre «en la misma doctrina, el mismo sentido y el mismo significado» (Constitución «Dei Filius» sobre la fe católica, cap. IV); y no obstante, en cuanto al modo de vivir, de tal manera ha solido disponer su disciplina que, manteniendo incólume el derecho divino, nunca ha desatendido las costumbres e idiosincrasia de los diversos pueblos que ella abraza. ¿Quién puede dudar de que actuará de nuevo con este mismo espíritu si así lo requiere la salvación de las almas?
Pero este asunto no corresponde al arbitrio de personas particulares, que a menudo se engañan con la apariencia de bien, sino que debe dejarse al juicio de la Iglesia. En esto debe estar de acuerdo todo el que desee escapar a la censura de nuestro predecesor, Pío VI, quien declaró como «injuriosa para la Iglesia y el Espíritu de Dios que la guía» la doctrina contenida en la proposición LXXVIII del Sínodo de Pistoya: «que la disciplina establecida y aprobada por la Iglesia debe ser sometida a examen, como si la Iglesia pudiese formular una disciplina inútil o más pesada que lo que la libertad cristiana pueda soportar».
Pero, querido hijo Nuestro, en el asunto del que estamos hablando, es más peligroso y más pernicioso para la doctrina y la disciplina católicas aquel proyecto por el que los seguidores de la novedad sostienen que se debe introducir una suerte tal de libertad en la Iglesia que, disminuyendo de alguna manera su supervisión y cuidado, se permita a cada uno de los fieles ser más indulgente con sus propias ideas y con su propia actividad. Por lo demás, aquellos afirman que esto es requerido por el ejemplo dado con la libertad, recientemente introducida, que es ahora el derecho y fundamento de la comunidad civil.
Hemos hablado largamente de este punto en la carta apostólica sobre la constitución de los Estados dada por Nos a los Obispos de toda la Iglesia, donde también hemos mostrado la diferencia que existe entre la Iglesia, que es de derecho divino, y todas las demás asociaciones, que dependen de la libre voluntad de los hombres.
Así pues, conviene observar más detenidamente cierta opinión que es presentada como argumento para proponer tal libertad a los católicos. Se alega que después del solemne juicio dado en el Concilio Vaticano acerca del magisterio infalible del Romano Pontífice, ya no hay por qué preocuparse más de este asunto, y por consiguiente, desde que esto se encuentra ya a salvo, se puede abrir ahora un campo más amplio para la especulación y para la acción de cada uno.
Pero evidentemente tal manera de argumentar es contraria a la sensatez, ya que, si hemos de llegar a alguna conclusión a partir del magisterio infalible de la Iglesia, ésta sería más bien la de que nadie debería desear apartarse de éste, y más aun, que guiándose y dirigiéndose todos enteramente por el mismo magisterio, se conservarían más fácilmente inmunes de todo error propio. Y además, aquellos que arguyen esto, se alejan completamente de la providente sabiduría del Altísimo, que ha querido confirmar con un juicio más solemne la autoridad y el magisterio de su Sede Apostólica, y por ello mismo ha querido sobre todo que ésta alejase más eficazmente de los hijos de la Iglesia los peligros de los tiempos presentes. La licencia que a menudo es confundida con la libertad; una tal pasión por hablar y contradecir; en fin, la facultad de opinar lo que se quiera y de expresarlo por escrito, todo esto tiene a las mentes tan envueltas en las tinieblas que es ahora mayor que antes la utilidad y la necesidad del magisterio de la Iglesia, para que las personas no sean apartadas de la conciencia y del deber.
Dista ciertamente de Nos el rechazar todo lo que el ingenio de estos tiempos ha producido. Por el contrario, ciertamente acogemos gustosos cuanto es pertinente a la búsqueda de la verdad o al compromiso por el bien, para aumento del patrimonio de la doctrina y realización de los fines de la prosperidad pública. Pero todo esto, para que no carezca de una verdadera utilidad, no debe jamás existir ni desarrollarse al margen de la sabiduría y la autoridad de la Iglesia.
Corresponde ahora que nos refiramos a las conclusiones que han sido deducidas de las opiniones arriba mencionadas, en las cuales, si, como creemos, no ha sido mala la intención, sin embargo ciertamente lo que afirman no deja de suscitar desconfianza.
En primer lugar, todo magisterio externo es rechazado por éstos, que quieren alcanzar la perfección cristiana, por considerarlo superfluo e incluso menos útil; dicen que el Espíritu Santo infunde ahora en las almas de los fieles unos carismas mayores y más abundantes que en los tiempos pasados, guiándolos e instruyéndolos, sin mediación alguna, por un cierto impulso misterioso.
Ciertamente no es poco temerario querer determinar el modo en que Dios se ha de comunicar con los hombres; pues esto depende únicamente de su voluntad y Él mismo es el más libre dispensador de sus dones. «El Espíritu sopla donde quiere» (Jn 3,8). «Y a cada uno de nosotros ha sido dada la gracia según la medida de los dones de Cristo» (Ef 4,7).
¿Y quién que recuerde la historia de los Apóstoles, la fe de la Iglesia naciente, los combates y muertes de tan animosos mártires, en fin, aquellos tiempos antiguos tan fructíferos y llenos de hombres santos, osará compararlos con el nuestro y afirmar que en ellos fue menor la efusión del Espíritu Santo? Pero, más allá de esto, no hay nadie que ponga en cuestión la verdad de que el Espíritu Santo actúa mediante un secreto descenso en las almas de los justos y los mueve con consejos e impulsos, pues si así no fuera, todo magisterio y cuidado externo sería inútil. «Si alguno afirma que… puede dar su asentimiento a la predicación evangélica de salvación sin la iluminación del Espíritu Santo, que a todos mueve dulcemente para consentir y creer en la verdad, está engañado por un espíritu de herejía» (Segundo Concilio de Orange, can. 7). Más aun, como sabemos también por experiencia, estos consejos e impulsos del Espíritu Santo son las más de las veces experimentados a través de la mediación de cierta ayuda y preparación del magisterio externo. Dice sobre esto San Agustín: «Él (el Espíritu Santo) coopera a que los buenos árboles den fruto, ya que externamente los riega y los cultiva mediante algún siervo, y por Sí mismo les confiere el crecimiento interno» (De Gratia Christi, cap. XIX). Es decir, corresponde a la ley ordinaria de la providencia amorosa de Dios que, así como ha decretado que los hombres se salven en su mayoría por el ministerio de los hombres, así también ha establecido que aquellos a quienes llama a un mayor grado de santidad sean guiados a éste por los hombres; de tal modo que, como dice el Crisóstomo, «seamos educados por Dios mediante los hombres» (Homilía I, in Inscr. Altar). Un claro ejemplo de esto nos es dado en el inicio mismo de la Iglesia. Pues aunque Saulo, «respirando amenazas y muertes» (Hch 9,1), escuchó la voz del mismo Cristo y le preguntó: «Señor, ¿qué quieres que haga?», fue enviado a Damasco a buscar a Ananías: «Entra en la ciudad y allí se te dirá lo que debes hacer» (Hch 9,6).
Ocurre además que quienes buscan una mayor perfección, por el hecho mismo de recorrer un camino pocas veces transitado, están más expuestos a extraviarse, y por eso necesitan más que los demás de un maestro y guía.
Por otro lado, esta guía ha sido siempre obtenida en la Iglesia, y esta doctrina la han profesado unánimemente cuantos en el curso de los siglos han florecido con su sabiduría y santidad. Así pues, quienes la rechazan lo hacen ciertamente con temeridad y peligro.
Pero quien considere cuidadosamente este asunto, eliminada ya toda guía externa, difícilmente encontrará a qué pueda referirse en la opinión de los innovadores esta más abundante efusión del Espíritu Santo, que tanto ensalzan.
Ciertamente el auxilio del Espíritu Santo es absolutamente necesario, sobre todo para el cultivo de las virtudes; sin embargo, aquellos aficionados a la novedad ensalzan más de lo correcto las virtudes naturales, como si éstas respondiesen mejor a las necesidades y costumbres del tiempo actual, y como si conviniese al hombre estar adornado con ellas para estar mejor fortalecido y preparado para la acción.
Ciertamente es difícil entender cómo personas en posesión de la sabiduría cristiana puedan preferir las virtudes naturales a las sobrenaturales y atribuirle a aquéllas una mayor eficacia y fecundidad. ¿Puede ser que la naturaleza ayudada por la gracia sea más débil que cuando se abandona a sus propias fuerzas? ¿Acaso han probado ser débiles e ineptos en el orden de la naturaleza aquellos hombres santísimos, a quienes la Iglesia distingue y rinde culto por haber sobresalido en las virtudes cristianas? Y aunque sea lícito maravillarse algunas veces ante ilustres actos de las virtudes naturales, ¿cuántos entre los hombres sobresalen realmente por la práctica de éstas? ¿Hay alguien cuya alma no haya sido probada, y en grado intenso? Para superar constantemente estas pruebas, así como para guardar toda la ley en el mismo orden de la naturaleza, necesita el hombre ser ayudado por el auxilio divino. Aquellos actos naturales a los que arriba hemos aludido, si son mirados con mayor atención, mostrarán ser más una apariencia que verdaderas virtudes. Incluso concediendo que lo sean, si alguno no quiere «correr en vano», olvidándose de la eterna bienaventuranza a la que Dios en su bondad nos destina, ¿de qué nos aprovechan las virtudes naturales si no son secundadas por el don y la fuerza de la gracia divina? Así pues, dice bien San Agustín: «Maravillosas son las fuerzas y veloz el rumbo, pero fuera del verdadero camino» (In Ps. XXXI, 4). Pues así como la naturaleza del hombre, debido a la caída primera, se encontraba en el vicio y la deshonra, pero por el auxilio de la gracia es elevada, renovada y fortalecida con una nueva grandeza, así también las virtudes, que son ejercidas no con las solas fuerzas de la naturaleza, sino con la ayuda de esta misma gracia, se hacen fecundas para la bienaventuranza eterna y adquieren un carácter más sólido y firme.
A esta opinión acerca de las virtudes naturales está muy unida aquella otra, según la cual el conjunto de las virtudes cristianas se divide como en dos tipos: pasivas, como las llaman, y activas; y añaden que las primeras eran más convenientes en los tiempos pasados, mientras que estas últimas son más acordes con el presente. Surge la pregunta sobre qué debe entenderse de esta división de las virtudes; pues no existe ni puede existir una virtud verdaderamente pasiva. «Con el nombre de virtud, dice Santo Tomás, se designa cierta perfección de una potencia; y el fin de la potencia es el acto; y el acto de la virtud no es otra cosa que el buen uso del libre albedrío» (S.T. I-II, q.55, a.1), ciertamente con la ayuda de la gracia de Dios, si se trata del acto de una virtud sobrenatural.
Sólo creerá que ciertas virtudes cristianas están adaptadas a ciertos tiempos y otras a otros quien no recuerde las palabras del Apóstol: «A quienes de antemano conoció, a éstos los predestinó para hacerse conformes a la imagen de su Hijo» (Rom 8,29). Cristo es el maestro y paradigma de toda santidad y a su medida deben conformarse todos los que aspiran a ser colocados en las sedes de los bienaventurados. Ahora, Cristo no conoce cambio alguno con el pasar de los siglos, sino que Él es «el mismo ayer, hoy y siempre» (Heb 13,8). Así pues, se dirigen a los hombres de todas las edades aquellas palabras: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29); para toda época se ha manifestado Él como «obediente hasta la muerte» (Flp 2,8); y vale para toda época la sentencia del Apóstol: «Aquellos que son de Cristo han crucificado su carne con sus vicios y concupiscencias» (Gál 5,24).
¡Ojalá que hoy en día muchos cultivasen abundantemente esas virtudes, como lo hicieron hombres santísimos en los tiempos pasados! Pues estos, con humildad, obediencia y abstinencia fueron poderosos «en palabra y en obra», con máximo provecho no sólo para la religión sino también para la sociedad civil y el bienestar público.
Dado este menosprecio de las virtudes evangélicas, falazmente calificadas de pasivas, era fácil que lentamente se apoderase de las mentes un desprecio por la vida religiosa. Y que esto sea común a los autores de estas nuevas opiniones lo inferimos de algunas afirmaciones suyas sobre los votos que profesan las órdenes religiosas. Pues dicen ellos que estos votos se alejan mucho del espíritu de nuestro tiempo, ya que coartan los límites de la libertad humana; que son más propios de mentes débiles que de mentes fuertes; y que lejos de ayudar a la perfección cristiana y al bien de la sociedad humana, son más bien obstáculo y perjuicio para una y otra.
Pero cuán falsas son estas afirmaciones es algo evidente si se tiene en cuenta la práctica y la doctrina de la Iglesia, que siempre ha aprobado en gran manera el modo de vida religioso. Y ciertamente no sin razón, pues quienes, llamados por Dios, han abrazado libremente este estado de vida, no contentos con la observancia de los preceptos comunes y yendo hasta los consejos evangélicos, se han mostrado como aprestados y valientes soldados de Cristo. ¿Acaso juzgaremos esto como propio de mentes débiles? ¿O tal vez como inútil o perjudicial para un estado más perfecto de vida? Quienes así se atan con la profesión de los votos religiosos, lejos de haber sufrido una disminución en su libertad, disfrutan de aquella libertad más plena y más libre «con la que Cristo nos ha liberado» (Gál 5,1).
Este otro parecer suyo, a saber, que la vida religiosa es o enteramente inútil o de poca ayuda a la Iglesia, además de ser injurioso para las órdenes religiosas, no puede ser ciertamente la opinión de alguien que haya revisado los anales de la Iglesia. ¿Acaso vuestro país, los Estados Unidos, no debe tanto los comienzos de su fe como de su cultura a los hijos de estas familias religiosas? Precisamente hace poco habéis decretado, cosa muy digna de alabanza, que a uno de ellos le sea erigida públicamente una estatua.
Ahora bien, en este mismo tiempo, ¡cuán activa y fructuosa es la obra que realizan las asociaciones religiosas católicas dondequiera que se encuentran! ¡Cuántos se dirigen a nuevas fronteras para imbuirlas del Evangelio y ampliar los límites de la civilización; y esto con sumo esfuerzo y en medio de grandes peligros! Entre ellos, no menos que en el resto del clero, el pueblo cristiano encuentra predicadores de la Palabra de Dios, directores de las conciencias, maestros de la juventud, y la Iglesia toda, ejemplos de santidad.
Ninguna diferencia de dignidad debe hacerse entre quienes siguen un estado de vida activa y quienes, encantados por la vida retirada, dan sus vidas a la oración y mortificación corporal. Y ciertamente cuán buen reconocimiento han merecido ellos, y merecen, es conocido con seguridad por quienes no olvidan que «la plegaria asidua del justo» (Stgo 5,16) sirve para traer las bendiciones del cielo, sobre todo cuando a tales plegarias se añade la mortificación corporal.
Pero si hay quienes prefieren congregarse sin la obligación de los votos, que lo hagan; esto no es algo nuevo en la Iglesia ni mucho menos algo censurable. Tengan cuidado, sin embargo, de no ensalzar tal estado por encima de las órdenes religiosas. Por el contrario, ya que en los tiempos presentes la humanidad es más proclive que antes a entregarse a los placeres, han de ser mucho más estimados quienes «habiendo dejado todo han seguido a Cristo».
Finalmente, para no alargarnos más, se afirma que el camino y método que hasta ahora se ha seguido entre los católicos para atraer de nuevo a los que se han apartado de la Iglesia debe ser dejado de lado, y otro debe ser elegido.
Sobre este asunto, bastará evidenciar, querido hijo Nuestro, que no es prudente despreciar aquello que la antigüedad en su larga experiencia ha aprobado y que es enseñado además por autoridad apostólica. Las Escrituras nos enseñan (Eclo 17,4) que es deber de todos trabajar por la salvación de nuestro prójimo según las posibilidades y posición de cada uno. Los fieles realizan muy provechosamente este deber que les ha sido asignado por Dios mediante la integridad de su conducta, sus obras de caridad cristiana, y su insistente y continua oración a Dios. Por otro lado, quienes pertenecen al clero deben realizar esto con una instruida predicación del Evangelio, con la reverencia y esplendor en las ceremonias, y especialmente dando a conocer con sus propias vidas la belleza de la doctrina que inculcó el Apóstol a Tito y a Timoteo.
Pero si de entre las diversas maneras de predicar la Palabra de Dios, alguna vez parezca que deba preferirse la de dirigirse a los no católicos, no en los templos sino en algún lugar adecuado, sin buscar las controversias sino conversando amigablemente, esto ciertamente no merece reprensión alguna; pero, sean destinados a esto por la autoridad de los obispos aquellos cuya ciencia y virtud probadas les sean de antemano conocidas.
Creemos que hay muchos entre vosotros que están separados de la verdad católica más por ignorancia que por mala voluntad; a estos los conducirá quizás más fácilmente al único rebaño de Cristo quien les presente la verdad como un amigo y con una predicación familiar.
Así pues, por todo lo que acabamos de decir, es evidente, querido hijo Nuestro, que no podemos aprobar aquellas opiniones que en conjunto son llamadas por algunos con el nombre de «americanismo».
Sin embargo, si por este nombre se quiere significar el conjunto de dones espirituales que adornan a los pueblos de América, así como otros a otras naciones, o si, además, por este nombre se designa vuestra condición política y las leyes y costumbres por las cuales sois gobernados, no hay ninguna razón para que lo rechacemos. Pero si por este nombre no sólo se quiere aludir a las doctrinas arriba mencionadas, sino que se las exalta, ¿qué duda habrá de que nuestros venerables hermanos, los obispos de América, serán los primeros en repudiarlo y condenarlo como algo sumamente injurioso para ellos mismos y para todo su país? Pues suscita la sospecha de que hay entre vosotros quienes se forjan y desean en América una Iglesia distinta de la que existe en todas las demás regiones.
Pero la Iglesia es una, tanto por su unidad de doctrina como por su unidad de régimen, y ésta es la Iglesia católica: y, puesto que Dios estableció su centro y fundamento en la Cátedra de San Pedro, con razón es llamada Romana, porque «donde está Pedro allí está la Iglesia» (Ambrosio, In Ps.11,57). Por eso, si alguien desea recibir el nombre de católico, debe ser capaz de decir de corazón las mismas palabras que Jerónimo dirigió al Papa Dámaso: «Yo, no siguiendo a nadie antes que a Cristo, estoy unido en comunión con Su Santidad, esto es, con la Cátedra de Pedro; sé que la Iglesia ha sido edificada sobre esa piedra y que quien no recoge contigo, desparrama».
Estas instrucciones que os damos, querido hijo Nuestro, en cumplimiento de nuestro deber, en una carta especial, tomaremos el cuidado de que sean comunicadas también al resto de obispos de los Estados Unidos, testimoniando una vez más el amor con el que abrazamos a todo vuestro país, un país que así como en tiempos pasados ha hecho tanto por la causa de la religión, con la feliz ayuda de Dios hará aún mayores cosas en adelante.
Para vos y para todos los fieles de América impartimos con gran amor, como promesa de la asistencia divina, nuestra bendición apostólica.
Dado en Roma, junto a San Pedro,
el día 22 de enero del año 1899,
vigésimo primero de nuestro pontificado.
LEÓN PP. XIII
01/09/2018 a las 3:03 PM
En 1982, Juan Pablo II nominó a Bernardin Arzobispo de Chicago, donde creó la asociación diocesana para homosexuales: “Gay and Lesbian Outreach” (AGLO).
Bernardin se prodigó para sofocar los escándalos sexuales de los sacerdotes de la diócesis: el 30 de mayo de 1984, el organista Frank Pellegrini fue encontrado muerto en su apartamento, y la indagación, conducida por dos investigadores, descubrió una red clerical de pederastas/homosexuales en la diócesis de Chicago
http://www.ncsanjuanbautista.com.ar/2015/10/pablo-vi-homosexualidad-y-destruccion.html
01/09/2018 a las 3:11 PM
El Cardenal Terence James Cooke
En 1967, Pablo VI lo hizo Arzobispo de Nueva York, sucesor del Card. Spellman. En 1978, en la diócesis de Brooklyn, que forma parte de la arquidiócesis de Nueva York, se crea la “Comunidad de San Mateo”, ¡una comunidad religiosa católica romana de homosexuales para homosexuales! En el Estatuto, entre los varios artículos pro-gay, también está el Art. X que dice que, entre los votos tradicionales, está también el de vivir “en unión gay permanente… un signo de unión total, permanente y fiel con los otros”. El hecho que la Comunidad San Mateo fuese miembro de la “Catholic Coalition for Gay Civil Rights” (Coalición católica para los derechos civiles gay), aclaró el programa político de la Comunidad.
http://www.ncsanjuanbautista.com.ar/2015/10/pablo-vi-homosexualidad-y-destruccion.html
En 1959, Wright se convirtió en Obispo de Pittsburg. Apenas establecido en la diócesis, Wright fundó un Centro Oratoriano, manejado por sacerdotes y seminaristas, que, en poco tiempo, se convirtió en un campo de acción de homosexuales y el escándalo estallará, luego, en 1993. Después que Juan XXIII anunció el Vaticano II, Wright fue asignado por el Papa a la Comisión Teológica de la Comisión Preparatoria del Concilio. Durante el Concilio, Wright tuvo un rol importante en la promoción de la “libertad religiosa” y el “ecumenismo”. En 1969, Pablo VI nominó a John Wright Prefecto de la Congregación del Clero en la Curia Romana, y después de cinco días, lo hizo Cardenal.
http://www.ncsanjuanbautista.com.ar/2015/10/pablo-vi-homosexualidad-y-destruccion.html
01/09/2018 a las 3:14 PM
https://www.youtube.com/watch?v=BasaQvKB0Fc
01/09/2018 a las 3:19 PM
CHINDA CHINDA CHINDAAAAAAAAAAAA TAN INTELIGENTE QUE SOS Y NO TE DAS CUENTA QUE POR CULPA DE TU ÍDOLO DE MADERA EL JUAMPUDO SEGUNDO VINO LA DESCULTURA POSTCRISTIANA Y SU APOSTASÍA SILENCIOSA.QUE AHORA ATURRRDEEEE CHINDIDTA GUARDATE A TU JUAMPUDITO EN EL CU…..
LITOOOOOOOOOOOOO
01/09/2018 a las 3:21 PM
CUYO OBJETIVO ES DESTRUIR A LA IGLESIA CATÓLICA….
SI CHINDITA TU JUAMPUDITO LA DESTRUYÓ DESDE ADENTRO NO TE PREOCUPES.
LA DIGNIDAD DEL HOMBRE CHINDA JAJAJA NO ME HAGAS REIR ESO ES HERÉTICO ES LA HEREJÍA DEL HUMANISMO
01/09/2018 a las 3:23 PM
TE ASUSTÁS DE ENGELS CHINDITA??? NO ME HAGAS REIR
Y TU ASQUEROSO wxtlla???
mira LO QUE EL PROPUGNABA…ASQUEROSIDAD SIN FIN
“Todo acto, caricia o posición sexual que tiene como objetivo la excitación del cónyuge está permitido, y agrada a Dios. Durante el acto sexual, el matrimonio puede demostrar su amor de todas las formas posibles, y brindarle al otro las caricias más deseadas”, afirma el capuchino, quien defiende su trabajo pastoral con matrimonios.
“Para mí, ayudar a las parejas a mejorar sus relaciones íntimas supone también una forma de trabajar para Dios”, asegura el religioso polaco, sin importarle que sus propios feligreses ya lo llamen, si bien cariñosamente, “el apóstol del Kamasutra católico”.
Knotz puntualiza que el sexo oral y la masturbación están autorizados siempre que sirvan a la pareja para prepararse para la penetración, no como un acto sexual en sí mismo.
http://forosdelavirgen.org/18829/el-kama-sutra-catolico-del-fraile-polaco-knotz-en-castellano-2011-1-18/
AH PERO POR SUPUESTO A LOS QUE QUERÍAN CELEBRAR EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA BIEN QUE LOS EXCOMULGABA, NO??? Y A ESTE MONJE LO DEJÓ PULULAR SIN REPRENSIONES
EL DOBLE RASERO DE TU PUTREFACTO ÍDOLO JP2
01/09/2018 a las 3:26 PM
EL SISTEMA QUE QUIEREN IMPLANTAR ES EL COMUNISTA?? NO ME DIGAS CHINDA QUE BARRRBARO CHE
Y LA OSTPOLITIK QUE LLEVÓ ADELANTE TU PARTISANITO JUAMPUDITO ESO QUE ERA???
COLABORAR CON UN SISTEMA INTRÍNSECAMENTE PERVERSO QUE DEJÓ MÁS DE CIEN MILLONES DE MUERTOS ESO QUE ES QUERIDITA CHINDITA??? EH ????CONTESTA SI PODÉS!!!!
01/09/2018 a las 3:39 PM
ACÁ TIENEN A SU bergoglio
https://youtu.be/HBxgCxLYg5Y
01/09/2018 a las 3:39 PM
https://www.youtube.com/watch?v=HBxgCxLYg5Y&feature=youtu.be
02/09/2018 a las 1:20 AM
http://sanmiguelarcangel-cor-ar.blogspot.com/2018/08/el-reino-de-dios-y-el-reino-de-satanas_29.html
EL REINO DE DIOS Y EL REINO DE SATANÁS – POR PEDRO SCHUMACHER, OBISPO DE PORTOVIEJO. (Parte II de II)
El Reino de Satanás.
II. El Reino de Satanás — la Francmasonería y el Liberalismo.
“En nuestra época parece que los fautores del mal se han unido en Inmenso esfuerzo, a impulso y con ayuda de una sociedad esparcida en gran número de lugares y vigorosamente organizada, la francmasonería.”
“Los que tomando nombre de Libertad se llaman a sí mismos Liberales, son imitadores de Lucifer, aquel cuyo nefando grito es: “¡No serviré!” (Palabras de León Xlll.)
1. ¿Existe en el mundo un reino de Satanás?
Hay un reino de Satanás en el mundo como lo declara repetidas veces Jesucristo: “Llega el príncipe de este mundo y en mí no tiene parte alguna” (s. Juan 14, 30.) “El príncipe de este mundo ya está juzgado.” (Ibid. 16, 11.)
2. ¿Quiénes forman el reino de Satanás?
El reino de Satanás se compone de todos los que hacen la guerra a Dios y a su santa Iglesia, siguiendo el ejemplo de Lucifer, quien se alzó contra el Señor diciendo: “¡No serviré!”
3. ¿Qué nombre toman los que en el día siguen la bandera del ángel rebelde?
Los enemigos más declarados del reino de Dios forman en el día de hoy una sociedad oculta o secreta que se llama francmasonería, con la cual está íntimamente unida la secta del liberalismo, porque tiene el mismo fin y los mismos principios.
4. ¿Cuál es el fin característico de las sectas masónicas y liberales?
El fin de estas sectas es separar al hombre de Dios y destruir la autoridad de la Iglesia católica.
5. ¿Qué diferencia hay entre los masones y la secta liberal?
Los masones se tienen escondidos y no quieren ser conocidos; la secta liberal por lo contrario se manifiesta públicamente, ofreciendo a los pueblos progreso, civilización y felicidad nunca vista, con tal que se separen de la Iglesia de Dios.
Del mismo modo engañó Satanás a nuestros primeros padres, ofreciéndoles que llegarían a ser iguales a Dios negándole la obediencia.
6. ¿Cuál es el medio principal que los masones emplean para combatir a la Iglesia?
(NOTA NUESTRA: ESTA RESPUESTA ES SUMAMENTE IMPORTANTE PUES HACE TIEMPO LO VENIMOS DENUNCIANDO. LAS MENTIRAS CONTRA EL SACERDOCIO EN ESPECIAL LOS SUPUESTOS ABUSOS SEXUALES Y LA PEDOFÍLIA, PARA DESACREDITARLOS, Y CON ELLO TENER MOTIVOS PARA ATACAR A LA IGLESIA.)
El medio principal que los masones emplean para destruir la religión de Jesucristo es desacreditar a los sacerdotes valiéndose de la calumnia y de la mentira.
“Preciso es mentir como diablos, decía Voltaire, pues siempre queda algo.”
7. ¿Cómo procede la secta del liberalismo para destruir la autoridad de Dios?
El liberalismo quiere persuadirnos de que el hombre no tiene otra ley que su propia voluntad; que no depende de Dios ni de la Iglesia; de esta manera entiende la libertad que ofrece a los pueblos.
8. ¿Qué hace el liberalismo para introducir esta su falsa libertad?
El liberalismo se vale principalmente de los medios siguientes:
1° Procura que los pueblos y sus gobiernos excluyan a Dios de la constitución y de sus leyes, alegando que la religión nada tiene que ver con la política.
2° Enseña que cada uno puede creer, hablar y escribir lo que quiere, sea verdad o mentira, bueno o malo.
3° No consiente que en las escuelas públicas se enseñe la religión a los niños.
4° Quiere excluir a Dios de las familias, haciendo que los esposos no se unan con el sacramento del matrimonio, sino que vivan en mal estado o concubinato.
9° ¿De qué engaño deben precaverse los católicos cuando oyen o leen las doctrinas liberales?
Fieles imitadores del padre de la mentira, los liberales emplean constantemente el engaño siguiente: Cuentan y exageran los males que la humanidad ha sufrido hasta los tiempos presentes; en seguida atribuyen maliciosamente estos males a la Iglesia y a la religión, y finalmente prometen que con los principios de su mentida libertad todo cambiará, todo ha de ser progreso y felicidad.
10. ¿De qué manera se puede deshacer esta astucia de la secta liberal?
Hay un medio muy fácil para desvanecer este engaño; pregúntese a la secta liberal ¿qué ha hecho ella en los pueblos y en los tiempos que ha tenido el gobierno? Su libertad es tiranía, la felicidad que ofrecen es perseguir a los institutos de caridad con que la Iglesia sabe aliviar todas las dolencias.
Como naturalmente se presenta aquí una pregunta, a saber ¿si los masones y liberales podrían formar una sociedad civil duradera aplicando su doctrina y principios? Anticipándonos a las demostraciones posteriores diremos algo sobre esta curiosa pregunta.
El demonio puede destruir, pero no tiene poder para edificar cosa que dure; sin Dios, sin religión y sin las virtudes que ésta inspira es imposible que dure una sociedad humana. Un pueblo de sólo masones comería sus propias entrañas. En efecto, hubo época en que los liberales y masones tuvieron plena libertad para mostrar lo que pueden; pues en la revolución francesa se pusieron a la obra organizando una república según “los derechos del hombre” que son el Credo del liberalismo.
— ¿Qué hubo entonces?
Sangre y exterminio, reinado del terror, una tiranía cual nunca había visto la humanidad, y en poco tiempo se mataron unos a otros.
Nuestros libros sagrados nos anuncian claramente que Dios en sus adorables decretos permitirá que Lucifer consiga por medio del Anticristo establecer su reino satánico en la tierra con aparente triunfo sobre la Iglesia. Entonces el Anticristo, jefe del reino satánico, prohibirá el culto cristiano; pero a pesar de todo su poder, su reino será de corta duración y sus días serán contados, como lo anuncia el profeta Daniel en las palabras siguientes: “Desde el tiempo en que será quitado el sacrificio perpetuo (la Misa) y será entronizada la abominación de la desolación, pasarán mil doscientos y noventa días. Bienaventurado el que espere y llegue a mil trescientos treinta y cinco días.” (Dan. 12, 11. 12.)
De la exposición general que acabamos de hacer resulta claramente la diferencia que existe entre los nobilísimos principios de la política cristiana y los perniciosos errores del liberalismo. Resumiéndolos todos en el cuadro siguiente proponemos el argumento de este libro:
La Iglesia enseña: El Liberalismo pretende:
Iglesia: Que Dios es el autor de la sociedad civil.
Liberalismo: Que el hombre por sí solo es autor de la sociedad civil sin participación de Dios. — Contrato o pacto social.
Iglesia: Que las leyes civiles deben fundarse en la ley de Dios, quien es Supremo Legislador.
Liberalismo: Que el pueblo “soberano” es el Supremo Legislador y que las leyes nacen de la sola voluntad humana.
Iglesia: Que los gobiernos deben ser cristianos y apoyar a la Iglesia.
Liberalismo: Que los gobiernos deben ser ateos, esto es, sin religión alguna.
Iglesia: Que la conciencia del hombre depende de Dios.
Liberalismo: Que la conciencia no depende de Dios. — Moral independiente.
Iglesia: Que la verdadera libertad se somete a la ley de Dios.
Liberalismo: Que la libertad es negar la obediencia a Dios.
Iglesia: Que la enseñanza dada en las escuelas debe ser cristiana.
Liberalismo: Que ninguna religión debe ser enseñada en las escuelas.
Iglesia: Que la imprenta debe sujetarse a la ley moral y religiosa dada por Dios.
Liberalismo: Que la imprenta debe ser libre para publicar y enseñar cualquier error o falsedad.
Iglesia: Que el matrimonio es un sacramento instituido por Dios e indisoluble.
Liberalismo: Que el matrimonio no es de institución divina, sino puramente humana. — Matrimonio civil.
Después de haber dilucidado estas diversas cuestiones, examinaremos el carácter íntimo de las sectas masónicas y liberales y los medios que ponen por obra para engañar y pervertir a los pueblos.
Finalmente trataremos de algunas asociaciones modernas que son hijas del liberalismo masónico.
“LA SOCIEDAD CIVIL CRISTIANA
SEGÚN
LA DOCTRINA DE LA IGLESIA ROMANA”
AÑO 1893