Por Guillermo Cherashny.-

Desde el #22N se esperaba -incluso por razones protocolares- la felicitación del Papa Francisco al nuevo presidente. Pero no sólo no lo hizo sino que el Vaticano deslizó razones protocolares para no hacerlo, cuando la realidad es que otros papas sí lo hicieron. Pero aún más grave fue que las excusas trascendieron vía la periodista Alicia Barrios y no por el encargado de ceremonial del Vaticano, monseñor Guillermo Karcher, quien fue desautorizado por el obispo de Roma porque mantuvo reuniones con altos funcionarios del gobierno de Macri.

Otra desilusión y van…

En las redes sociales católicas, en su gran mayoría, y también en los demás sectores, esperaban un saludo del Papa a la recuperación de la República. El caso es que la difusión de su carta a través de Alicia Barrios seguramente decepcionó a muchos argentinos. Y todo tiene su explicación, ya que es evidente la simpatía de Francisco por los populismos autoritarios de América Latina, como lo demuestra su elección como Secretario de Estado Vaticano del cardenal Pietro Parolin, quien fue Nuncio Apostólico en Caracas y apoyó claramente al chavismo, no preocupándose jamás por la violación a los derechos humanos por parte del régimen bolivariano y tampoco pidió la libertad de los presos políticos. Seguramente el golpe que recibió el populismo autoritario de América Latina con el triunfo de Macri y la derrota concluyente que sufrió Nicolás Maduro al perder la mayoría de la Asamblea Legislativa en ese país, todo esto motivó que se aclarara en una carta que los papas no felicitan por los triunfos electorales. Sin duda que los votos de CAMBIEMOS, UNA y varios sectores progresistas no le gustaron nada al Santo Padre, quien intuye que el supuesto neoliberalismo de Macri y la oposición venezolana pueden traer como consecuencia una debilitamiento político de los pobres, un razonamiento muy antiguo en nuestra América. Los populismos, con sus desórdenes económicos, generaron mucha más pobreza que la que recibieron. El problema del Papa no es en realidad Macri, ni Hernán Capriles, ni Leopoldo López, sino que millones de argentinos y venezolanos que lucharon por las libertades publicas sufren una nueva desilusión que llega desde Roma.

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