Por Nicolás Incollá Garay.-

En el transcurso de los últimos setenta años aproximadamente, la Argentina ha pasado de una situación de liderazgo, en especial sudamericano, a una que la ubica rezagada en el mismo ámbito a instancias de evaluaciones de organismos internacionales.

La nueva situación, que marca ese ranking de países, nos obliga a pensar estratégicamente, debemos afianzar y estrechar vínculos con todos los países del Mercosur y los que se sumen en el futuro y actuar junto a ellos como un complejo industrial, agro-industrial, alimentario-industrial para poder de ese modo satisfacer la demanda de alimentos de un mundo que crece día a día. Asegurando la disponibilidad de bienes e insumos para la producción.

La importancia estratégica de los territorios de los países de Sudamérica dada la riqueza de todo orden que poseen en especial AGUA, TIERRAS FERTILES, supone la apetencia de potencias continentales o extra-continentales por el dominio de esas riquezas.

El tema del río Amazonas, las operaciones inmobiliarias de gran porte sobre lagos y zonas de deshielo en el sur argentino, las denuncias crecientes sobre manejo de territorios sobre acuíferos, son claras maniobras que deben ser tenidas en cuenta y por lo que se debe operar en conjunto con todos los países del área, para su defensa. En este plano se hace necesario desarrollar una hipótesis de actuación de Fuerzas Armadas combinadas de los países sudamericanos.

La existencia de bases militares de gran porte como la Inglesa en Malvinas, las previstas en Colombia por EEUU, y las crecientes sospechas de bases chinas en la Patagonia Argentina, son manifestaciones más que elocuentes de que se deben prevenir acontecimientos que alteren nuestras defensas. Se deben recomponer las Fuerzas Armadas, y de Seguridad con potencial tecnológico y estratégico e instrumentar políticas públicas que permitan al personal de dichas fuerzas conservar un espíritu y una moral apropiados para enfrentar situaciones en el corto mediano y largo plazo.

Debemos alcanzar una convivencia en PAZ, recordando que CONVIVIR es COHABITAR, para poder estar presentes en este mundo globalizado en el que todos somos vecinos.

No se deben olvidar los genes básicos del individuo, no podemos doblegar el espíritu humano, con amenazas, con falsas especulaciones, no podemos enarbolar banderas de miedo para reducir la población mundial, no podemos ni debemos exigir al individuo someterse al Estado, en virtud de vaya uno a saber qué clase de acuerdos que le restan al ciudadano, la posibilidad de optar por lo que desea, quiere o entiende que es su conveniencia. En estos tiempos de nanotecnología donde un chip es fácil de colocar en una vacuna, debemos ser más que vigilantes y prestar atención a lo que nos dicen, a lo que nos obligan y con qué finalidad. Todo debe ser muy claro y no obligatorio.

El riesgo estratégico es exponencial, y más aún en comunidades que viven en la irresponsabilidad socio-política por permanecer en una total inseguridad e indefensión de espaldas, a una situación muy compleja y de difícil resolución globalmente presente en nuestros días.

Debemos fijarnos un objetivo irrenunciable, cuidar el desarrollo de la producción primaria de recursos renovables y utilizar con inteligencia economicista los recursos no renovables. Se deben integrar racionalmente los ámbitos de la economía, la cultura, y la tecnología pues en este trípode está sustentado el crecimiento base de la afirmación del ser nacional.

Lo importante es no pretender evaluar los hechos ni las situaciones de HOY, con cambios poco sustentable en el tiempo por falta de capacidad operativa y si, poner a trabajar la imaginación, generando un movimiento de acciones que actúen contra lo estático.

Debe entenderse que la transformación de la sociedad, que está impulsada por la convergencia y el desarrollo sostenido de las tecnologías informáticas junto a las telecomunicaciones, potenciada en la globalización ha provocado y provoca con vertiginosa velocidad una nueva civilización.

Como lo señala reiteradamente, en la Divina Comedia Dante Alighieri, cuando en los dirigentes hay confusión, sobrevive el deterioro de las culturas y en consecuencia se llega al decaimiento de las naciones.

La clave de nuestra convivencia en PAZ, está en el restablecimiento pleno de las Instituciones de la República, lo que demuestra el recupero de la cultura fundacional y posibilita el trazar el camino de nuestro destino y la mejor comprensión de la compleja situación mundial.

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