Por Carlos Tórtora.-

El Canciller Jorge Faurie hizo oficial la denuncia sobre la misma identidad de los métodos de violencia utilizados por los manifestantes primero en Ecuador y ahora en Chile, señalando que hay una matriz común de origen cubano-venezolano. El caso ecuatoriano, por tratarse de un conflicto con una minoría étnica de indígenas, no impactó en la dirigencia argentina, ajena a esas cuestiones. Pero Chile es una democracia estable, con un alto desarrollo económico y que se presenta como modelo latinoamericano de economía de mercado. Y las manifestaciones que ya causaron 19 muertos las llevan adelante sectores de la clase media urbana y en especial universitarios. Ecuador y Chile son dos de los cuatro países sudamericanos que ingresaron en una fase de inestabilidad política. Los otros dos son Perú y Bolivia. El presidente peruano Martín Vizcarra, con apoyo popular y en especial de la izquierda, en un uso controvertido de las atribuciones constitucionales, optó por cerrar el Congreso convocando a elecciones legislativas para enero próximo. Esta especie de golpe de estado divide profundamente a los peruanos entre los que dicen que Vizcarra se encamina hacia una suerte de dictadura con un congreso incondicional y los que apoyan la liquidación del congreso disuelto. En el caso de Bolivia, la anormal suspensión del escrutinio provisorio de las elecciones generales y su reanudación posterior con una tendencia favorable a que Evo Morales consiga el 50% y evitar así el ballotage, desató una profunda crisis política porque el candidato opositor, Carlos Mesa, denuncia una maniobra de fraude orquestada por el gobierno.

De los cuatro casos que componen la crisis regional, sin duda el que más se parece a la Argentina es el de Chile, con una economía en algunos aspectos similar al macrismo pero bastante más exitosa. Sin embargo, el proceso político local funciona a la inversa que el peruano: el ciclo macrista está en su final cuando Sebastián Piñera lleva sólo un año de mandato y el malestar de la clase media argentina se manifestó pacíficamente a través del voto masivo por Alberto Fernández en las PASO del pasado 11 de agosto. Esto equivale a decir que es poco probable una ola de violencia, porque hay una cuota de expectativa sobre el futuro gobierno peronista.

Concesiones

El caso es que la gravedad de la nueva crisis regional puede tener un efecto especial para el futuro gobierno peronista, si se confirman el próximo 27 los números de las encuestas. La principal negociación que deberá encarar Alberto Fernández será con el FMI y por la reestructuración de la deuda. Y la gravedad de la crisis en Perú, Bolivia, Ecuador y Chile presionaría a favor de que el caso argentino sea analizado con cierta benevolencia. Un estallido de violencia en Argentina terminaría de complicar la región e influiría sobre Brasil, Paraguay y Uruguay, por lo cual es probable que tanto el FMI como la administración Trump se muestren más concesivos con el gobierno que asumirá el 10 de diciembre.

Share