Por Guillermo Cherashny.-

La invasión de Vladimir Putin a Ucrania vuelve a mostrar la confusión ideológica del presidente y la vice, que visualizan al líder ruso como un exponente de la izquierda internacional que apoya a la «patria grande» latinoamericana por su identificación con Cuba, Venezuela y Nicaragua, que tiene una explicación sencilla y es que esos países están enfrentados con los Estados Unidos y por su identificación con la revolución cubana por razones históricas y geopolíticas y en el caso venezolano y nicaragüense, porque son parias ante Washington.

El cristinismo históricamente fue anti americano pero mucho más desde el apoyo de Donald Trump a Mauricio Macri, a quien Cristina responsabiliza por una persecución judicial por medios ilegales, es decir, por el espionaje y el apoyo de los medios de comunicación. En cambio, Alberto Fernández se autopercibe como el líder regional de la nueva izquierda latinoamericana y, por tanto, todo aquel que se oponga al gobierno americano y a la OEA es lo correcto.

Por tanto, el enfrentamiento de Putin con Biden es bien visto y no tanto con Europa, con la cual el presidente se ufana de tener muy buena relación; pero de ahí a contradecir la política exterior sobre Malvinas es un grave error. En efecto, una severa condena de la Argentina a la invasión rusa no le traería ningún problema con Putin, porque nuestro país es poco importante para Rusia. Además, él entiende que estamos negociando con el FMI y necesitamos el apoyo de Biden y la Argentina es el principal país que utilizó la vacuna Sputnik, revitalizando el prestigio de la ciencia rusa y, por ende, Putin comprende que estamos en aprietos económicos y tenemos que condenar la invasión pero, como siempre, somos más papistas que el papa.

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