Por Montserrat Domínguez, Directora Editorial del Huffington Post.-

¿Por qué Facebook y Google se avergüenzan de algunas de la noticias más virales que han circulado nunca por sus redes? ¿Es de locos pensar que una parte del triunfo de Donald J. Trump está íntimamente ligado a los algoritmos de Facebook, tal y como dice Mark Zuckerberg? ¿Hay o no hay censura en las redes?

Si el titular de esta noticia y las preguntas que acabo de plantear han despertado tu interés, debes saber que esto es solo el principio. Para seguir, necesito tu participación. Te pregunto a ti, lector/a, directamente: ¿Has visto alguna de las siguientes noticias en tu muro de Facebook, en tu timeline de Twitter, o acaso te han llegado por Whatsapp o Telegram o cualquier red a la que seas asiduo?

‘EL PAPA FRANCISCO ASOMBRA AL MUNDO AL APOYAR A TRUMP COMO PRESIDENTE, EMITE COMUNICADO»

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«DOS HOMBRES BLANCOS ROCIADOS CON GASOLINA Y QUEMADOS POR NEGROS – CENSURADO POR LOS MEDIOS (VIDEO)»

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«ÚLTIMA HORA, REVELACIÓN BOMBA: HILLARY SOMETIDA A CIRUGÍA SECRETA ESTE AÑO»

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«¿PREFERIRÍAS QUE TU HIJO PADECIERA CÁNCER O FEMINISMO?»

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Si ya las conoces, es posible que seas una persona muy conservadora o que alguien de tu círculo lo sea. Si nunca las habías visto, puede ser que la política norteamericana te interese un pimiento, o que tu ideología progresista te haya salvado de toda esta basura. Porque se trata de noticias falsas o de medias verdades que están proliferando como setas por internet.

-No, el Papa Francisco nunca dio su apoyo a Trump, ni mucho menos emitió el Vaticano un comunicado. Pero la no-noticia se hizo viral.

-El hombre negro que prendió en llamas a uno blanco es una noticia real. Pero sucedió hace más de un año, y no tiene connotaciones racistas ni relación alguna con el movimiento Black Lives Matter, la protesta civil tras varios casos de afroamericanos muertos a manos de la policía. El agresor fue juzgado y está en prisión, y la noticia nunca fue censurada: se dio en su momento. Pero estas piezas y vídeos sobre mujeres y hombres blancos atacados por hordas de negros son todo un clásico en las webs ultras.

-La salud de Hillary Clinton y sus supuestas operaciones quirúrgicas -estéticas o gravísimas- han sido otro clásico durante la campaña: Trump dudó en numerosas ocasiones de su estado de salud, incluso tras el debate dejó caer que necesitaba medicamentos para mantenerse despierta. Clinton tampoco ayudó al esconder que había sufrido una neumonía días antes de desvanecerse en los actos de conmemoración de los ataques terroristas del 11 de septiembre.

-¿Preferirías que tu hijo tuviera cáncer o que fuera feminista? es el tipo de debate que entusiasma a Breitbart News y enardece a sus seguidores. Hay muchos del mismo estilo: «Las mujeres que usan la píldora anticonceptiva se vuelven locas y feas», o «No hay discriminación en las empresas tecnológicas: es que en las entrevistas de trabajo las mujeres apestan».

Con titulares como estos, es comprensible por qué Breitbart News ha desbancado a la Cadena FOX como el medio favorito de los supremacistas blancos, antiinmigrantes, antimusulmanes, antifeministas y antisemitas que con tanto entusiasmo han celebrado la victoria de Trump. Quizá te suene Breitbart porque hayas oído que su editor, Steve Bannon, ha sido nombrado Jefe de Estrategia de la Casa Blanca: desde agosto ha sido el jefe de campaña de Trump.

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Steve Bannon abandona la Torre Trump de Nueva York el pasado 11 de noviembre.

Bannon es, además, uno de los más entusiastas portavoces del Alt-Right Movement, el Movimiento de la Derecha Alternativa, un conglomerado sin líderes visibles y muy activo en Internet con la rana Pepe como símbolo.

El éxito de Breitbart es imparable. Según un estudio de NewsWhip, fue el cuarto medio que más noticias publicó en Facebook sobre la campaña entre el 8 y el 9 de noviembre, por delante de CNN, BuzzFeed, el New York Times o Fox News -la cadena republicana por excelencia, ahora destronada por las nuevas voces ultraconservadoras en red-.

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Estos son los medios que más publicaron en Facebook sobre las elecciones entre el 8 y el 9 de noviembre.

Más interesante aún es el estudio que Buzzfeed News hizo en septiembre sobre el éxito en Facebook de las páginas radicales, tanto de izquierda como de derecha, que publicaban información falsa o manipulada. En el caso de las ultraconservadoras (Freedom Daily, Right Wing News y Eagle Rising), un 38% de su contenido eran bulos o medias verdades como las que hemos visto ya. Los bulos procedentes de las páginas de ultraizquierda no eran tan eficaces: solo un 20% de su contenido podía ser tachado de falso o dudoso.

La novedad, la gravedad ahora es que ese tipo de noticias, con titulares sensacionalistas y morbosos -y fotos o memes muy llamativos- superaron en Facebook a las noticias «serias» en su nivel de engagement durante la campaña electoral norteamericana: esas fake news eran mucho más compartidas y comentadas que las noticias reales.

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En los últimos tres meses antes de las elecciones en EEUU, las noticias falsas superaron a las ‘serias’ en el ranking de engagement de Facebook, según este gráfico de BuzzFeed.

A Google le ha pasado algo similar: la misma noche electoral se coló entre sus entradas destacadas una noticia falsa según la cual Trump había ganado en voto popular a Clinton, cuando el hecho es que ya entonces la exsecretaria de Estado superaba al neoyorquino en el recuento de votos -ahora la ventaja es de un millón de papeletas-.

La reacción llegó finalmente el pasado lunes. Google y Facebook anunciaban que dejarían de colocar publicidad dentro de esas páginas que transmiten información falsa. Ojo: seguirán estando indexadas y accesibles para quien quiera verlas o compartirlas, pero esas visitas no generarán beneficios publicitarios compartidos entre el titular de la web, el buscador y la plataforma social.

Lo cierto es que, según Buzzfeed, que cita fuentes anónimas en Facebook, existe una pequeña rebelión dentro del gigante de Silicon Valley por haber permitido que las noticias falsas hayan colonizado su red. En agosto, Facebook decidió prescindir de su equipo humano para seleccionar las noticias más vistas -trending- y dejar la selección en mano de sus algoritmos: tuvieron que rectificar rápidamente, aunque sobre ellos pesaba la acusación de Trump de que estaban favoreciendo información en su contra. Desde entonces, Facebook cambió su algoritmo para esquivar los titulares diseñados para hacerte clicar sí o sí en la noticia -clickbait- y para favorecer en los muros el contenido compartido por amigos y círculos próximos. Resultado: al calor de una campaña electoral, la falsa información no ha dejado de crecer.

Podemos culpar al algoritmo que privilegia las noticias más compartidas, las más comentadas, las que provocan más reacciones; es decir, las que producen más engagement. Pero al fin y al cabo somos nosotros, los humanos, y no los robots, los que consumimos compulsivamente información basura, teorías conspiranoicas y chutes emocionales de compasión, indignación o asombro. Lo hacemos, además, en universos paralelos que no se cruzan jamás. Ya sabíamos que en función de lo que leemos, recibimos más información -y publicidad- relacionada: en el terreno político, eso supone que sólo leemos lo que ideológicamente se ajusta a nuestra manera de pensar.

Bienvenidos a la era de la post-verdad. Tuvimos un anticipo durante el Brexit: ahora, con su campaña repleta de falsedades nunca desmentidas, Trump ha inaugurado lo que los anglos llaman post-truth politics: el diccionario Oxford acaba de elegirla palabra del año 2016. La verdad no importa tanto, porque si insistes lo suficiente en una mentira, esta acabará por instalarse en el imaginario público como una certeza.

La maravillosa disrupción que ha traído internet y las redes sociales al acoger todo tipo de voces corre el riesgo de convertirse en un oceáno contaminado por falsas noticias, generadas por webs fuera de toda ética profesional, financiadas por nadie sabe quién, pero teledirigidas con el objetivo de crear climas de opinión pública determinados. Sería demasiado fácil decir que aquí está la clave de la victoria de Donald J. Trump, pero sería suicida obviarlo. Una información plural, libre, rigurosa y contrastada es fundamental para formar nuestra opinión pública, y es la base de nuestras democracias: la información defectuosa y tóxica acaba por generar monstruos.

Pido disculpas por el titular tramposo que he utilizado para este artículo: sólo quería que me leyeran. Claro que los medios (serios) no cuentan esas no-noticias tan adictivas como venenosas: por eso son medios de comunicación. Lo preocupante no es coexistir con la maquinaria de fabricar mentiras, sino que entre los 200 millones de usuarios de Facebook en EEUU -22 millones en España- haya tantos que no distingan la información falsa de la auténtica. O lo que es más escalofriante aún: que les dé igual.

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