La cuestión geopolítica de nuestro tiempo es si la potencia hegemónica en declive en Asia Oriental, que es EEUU, tratará de preservar un statu quo que refleja cada vez menos la distribución real de poderes, o si aceptará que el nuevo líder es China, considera el escritor y experto en relaciones internacionales Christopher Layne, quien recuerda que Gran Bretaña se enfrentó a una elección parecida en los años previos a la Primera Guerra Mundial.
La historia conoce muchos ejemplos de una potencia ascendente que desafió la posición de la potencia dominante. “Estos desafíos generalmente han culminado en una guerra”, ya que “la dinámica de las relaciones entre los poderes dominantes en declive y sus rivales que buscan desplazarlos se define por la competencia y la inestabilidad”, escribe el analista en un artículo publicado en ‘The National Interest’.
El autor explica que “el poder dominante en declive desea preservar su lugar de liderazgo en el sistema internacional, mientras que el desafiante ascendente quiere que su creciente poder sea reconocido”, un claro ejemplo de esto fue el antagonismo anglo-alemán antes de la Primera Guerra Mundial, y también la creciente rivalidad entre China y EEUU ahora.
“La disputa chino-estadounidense es el producto de los cambios en la distribución del poder, así como de los factores económicos e ideológicos”, señala el escritor.
“Al igual que con el antagonismo anglo-alemán, la rivalidad económica y la antipatía ideológica están causando la percepción de una ‘amenaza china’ dentro de la élite de la política exterior de Estados Unidos”, agrega. En opinión de Layne, es por eso que muchos líderes políticos estadounidenses tienden a asociar el éxito económico de China con métodos “injustos y antiliberales”.
En la situación actual, prosigue el experto, “los temores estadounidenses sobre el éxito de China y el rápido cambio en el equilibrio de poder económico relativo son aún más profundos”, ya que para los líderes de EEUU “la idea misma de la decadencia norteamericana es un tabú”.
No obstante, “el ascenso de China ha alimentado dudas –rara vez reconocidas abiertamente– acerca de las futuras perspectivas económicas de EEUU y, lo que es más importante, sobre si el modelo de desarrollo económico y político de EEUU sigue siendo superior al de China”.
A juicio del escritor, aunque un enfrentamiento entre China y EEUU en los próximos años “no es inevitable”, “las fuerzas poderosas” están empujando a los dos países hacia una confrontación, igual que en el caso de Gran Bretaña y Alemania antes de la Primera Guerra Mundial.
China busca convertirse en la potencia hegemónica regional y dominar el este de Asia por razones de seguridad, así como para tener garantizado su prestigio y estatus de igualdad geopolítica con EEUU, mientras que Washington quiere dominar la región “para garantizar que sus mercados permanezcan abiertos a la penetración económica norteamericana, y también a la penetración de la ideología liberal de EEUU.”
Con sus acciones, “EEUU está construyendo deliberadamente una profecía autocumplida de la desconfianza y la creciente hostilidad en las relaciones chino-estadounidenses”.
“Si EEUU realmente quiere evitar una colisión frontal con China, tendrá que realizar ajustes difíciles e incluso dolorosos y adoptar una política que se adapte al ascenso de China”, concluye el experto.
Fuente: National Interest | La Próxima Guerra
25/04/2015 a las 7:06 PM
Me parece que ese pseudoperiodista que firma como Christopher Layne está pagado por los “servicios” de China, Venezuela, Cuba y rusia. Ve a la China como una potencia en crecimiento, lo que es cierto, pero no tiene en cuenta que ese crecimiento se está achatando y en algunos años es muy probable que se detenga por completo debido a los enormes conflictos y contradicciones que tiene esa nación. Muchos millones de hogares salieron de la pobreza absoluta y hoy son de clase media que buscan un cambio político ya que el comunismo no permite el crecimiento individual, la iniciativa privada. Es una caparazón que está conteniendo a esa enorme cantidad de personas que busca algo más, que demandan cada vez más bienes. Tampoco olvidar que aún China cuenta con 500 millones de personas indigentes, generalmente campesinos del interior y zonas rurales muy atrasadas, y que si se les eleva el índice de vida se corre el peligro de generar tensiones que ponen en peligro la hegemonía del partido. Además el PBI de USA es aún varias veces superior al de la China, y cada punto que crece equivale a dos o tres puntos del de la potencia oriental. Ahora bien, si USA se empeña en limitar cada vez más las libertades individuales, gastando en políticas sociales que no tienen resultado positivo alguno, no hay duda que en el corto plazo China la supere. No veo tampoco motivo alguno para que las rivalidades de ambas potencias puedan conducir a una guerra entre ellas, ya que se necesitan mutuamente. Tampoco olvidar que la mayor parte de las innovaciones en tecnología provienen de USA, lo que le da una ventaja adicional.