Por Luis Américo Illuminati.-
El presidente ecuatoriano Guillermo Lasso ha dicho: «Cuando alguien llega a la cárcel pierde su libertad, pero no es justo que pierda su derecho a la educación, trabajo, cultura y deporte. Debemos respetar esos derechos para que esas personas puedan retomar su vida con ganas de recuperar el tiempo perdido. No podemos poner llave a las celdas y olvidarnos de ellos».
Estas son muy buenas palabras y pueden tal vez llevar buenas intenciones pero…
Don Lasso debería saber -tal vez no lo sepa- los nefastos resultados de la liberación de presos impulsada por el kirchnerismo en la Argentina. Fue peor el remedio que la enfermedad.
Pues como dijo Chesterton: «El Infierno es una muy mala consecuencia derivada de excelentes principios». Los liberados no consiguen trabajo honesto y caen como por un tobogán en el ominoso circuito de la droga que recluta gente desocupada y así llevan una moneda a su casa.
Les venden «la blanca» en bolsitas a los jóvenes de los barrios que no tienen ningún futuro y que por falta de brújula moral y el mal ejemplo de arriba, roban, matan y se vuelven una suerte de zombies con el cerebro dado vuelta.
Tal como dijimos en otra nota, se produce una tergiversación de los derechos humanos donde el criminal es la víctima y quien se defiende es el verdugo si el atacante pierde la partida de una tragedia que él mismo ha desatado, terrible impostura que yo le llamo Laberinto del Minotauro.
¿Quién es el culpable de semejante descalabro? La respuesta surge sola. Los gobiernos corruptos que por no practicar una mínima ética han hundido al pueblo en la miseria y en la desesperación de un suicida.
Ecuador es un país que esta embretado con una deuda sideral como resultado de los negocios que hizo con China con la obra pública que como hemos dicho en otra nota: «su economía ha quedado con respirador en terapia intensiva».
Cuando la oferta es tentadora, primero hay que ver si el oferente no lo manda el diablo.
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