Por Carlos Alberto Montaner.-
El papa Francisco basa sus ideas económicas en la Doctrina Social de la Iglesia, una mezcla de buenos propósitos y declaraciones vacías, algunas de ellas contradictorias, que el Vaticano ha ido acumulando desde 1891, cuando León XIII proclamó la Encíclica Rerum Novarum para abordar la “cuestión social”.
La DSI, como se conoce en el argot político, fue concebida para enfrentarse a los comunistas, pero sin decantarse claramente por la economía de mercado. No obstante, contiene al menos cinco errores importantes que la invalidan como un instrumento serio para propiciar el desarrollo y combatir la pobreza.
Primero: La idea de que la propiedad privada sólo se justifica “en función social”. Esa declaración de la DSI les abre las puertas a todas los abusos de los mandamases. ¿Quién decide si tener una confortable mansión en Miami, otra en un resort del Caribe y un buen yate para navegar entre ellas son propiedades moralmente aceptables en función social? ¿Cuál es la función social de poseer un Botero, un Picasso un Mercedes Benz o un Rolex Presidente? ¿Dónde comienza o termina la “función social”? ¿Qué quiere decir exactamente esa frase?
Segundo: La equivocada noción del “bien común”. Ese concepto esgrimido por la DSI –pero no sólo por ella– sirve para justificar la intervención del Estado con el objeto, supuestamente, de corregir los errores del mercado. Es relativamente fácil entender que la noción del bien común es un camelo, dado que las necesidades de la sociedad tienden al infinito, mientras los recursos disponibles son limitados. Los bienes y servicios que se les ofrecen a unos siempre se les niegan a otros. El aeropuerto que se construye es a costa del hospital o la escuela que no se edifican. Los recursos que se emplean en construir un magnífico templo para adorar a Dios no se utilizan para construir un orfanato. Y quienes toman las decisiones no lo hacen tras devanarse los sesos para establecer cuál es el bien común, sino para satisfacer a sus partidarios o, en el peor de los casos, para beneficiarse personalmente. Sería útil que el Santo Padre y sus asesores repasaran las fundamentadas propuestas de la “Teoría de la elección pública”. Tal vez se ahorrarían unos cuantos disparates.
Tercero: La nefasta creencia en que existe un “precio justo” para las cosas, y que los funcionarios son capaces de determinarlo. Ese viejo debate, que comenzaron los griegos clásicos, la DSI lo ha trasladado a la certeza de que existe un “salario justo”, o unas “condiciones materiales justas”, en las que se verifica la dignidad del hombre. En rigor, esa posición es el fruto de la ignorancia, la demagogia o del buenismo. El salario y las condiciones de vida de los trabajadores (y de los propietarios) no dependen de las necesidades subjetivas señaladas por la DSI, sino de las condiciones objetivas de la sociedad en que se trabaja y de la calidad del aparato productivo. Una sociedad que obtiene sus recursos de vender café no puede alcanzar la calidad de vida de otra que fabrica chips, aviones y productos farmacéuticos. Si uno trabaja como un holandés, puede y debe aspirar a vivir como un holandés. Si uno trabaja como un congolés, tendrá que vivir como un congolés, aunque la DSI insista inútilmente en su discurso bondadoso, a menos que el gobierno fuerce una continua transferencia de recursos de las sociedades productivas a las improductivas, o de los sectores productivos a los improductivos, actitud que acaba por destrozar los fundamentos del sistema económico.
Cuarto: La desigualdad. La postura de la DSI frente a la desigualdad es peligrosa y puede agravar la situación. Es absurda la suposición de que quienes administran el Estado deben y pueden determinar la cantidad y calidad de bienes que debe poseer una persona para combatir el flagelo de la “desigualdad”. Ya sé que lo que le preocupa al Vaticano es que el CEO de una compañía gane 200 veces más que el señor que limpia los baños, pero de alguna manera es la sociedad la que decide o admite esas diferencias, de la misma manera que convierte en supermillonarios a sus artistas o deportistas favoritos sin importarle la desigualdad que se provoca. ¿Quién establece esos límites? ¿Es inmoral que los cardenales posean aire acondicionado, secretarios, autos, mientras haya feligreses muertos de hambre, exponentes de la desigualdad, agolpados en las puertas de las iglesias pidiendo limosnas?
Quinto: La austeridad y el no-consumismo. Es disparatada la defensa que hace la DSI de la austeridad y del no-consumismo, sin admitir el carácter subjetivo de esas actitudes, y sin entender la contradicción inherente que existe entre combatir la pobreza y condenar el consumo. Si el Primer Mundo le hiciera caso al Vaticano y súbitamente asumiera una vida austera, cientos de millones de personas en el planeta serían precipitadas a la miseria y al hambre. (Supongo que Francisco sabe que el 70% del PIB norteamericano se debe, precisamente, al consumo, y que cada punto que cae significa más desempleo y pobreza).
Afortunadamente para los católicos, no es necesario que suscriban la DSI para salvarse. En estos temas los papas no hablan ex cátedra. Saben que pueden equivocarse.
Nota:
Como me han preguntado varias veces de dónde saco los aspectos que me parecen erróneos de la DSI, a continuación copio el epígrafe correspondiente del conocido compendio de esa Doctrina. CAM
178 La enseñanza social de la Iglesia exhorta a reconocer la función social de cualquier forma de posesión privada,376 en clara referencia a las exigencias imprescindibles del bien común.377 El hombre «no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás».378 El destino universal de los bienes comporta vínculos sobre su uso por parte de los legítimos propietarios. El individuo no puede obrar prescindiendo de los efectos del uso de los propios recursos, sino que debe actuar en modo que persiga, además de las ventajas personales y familiares, también el bien común. De ahí deriva el deber por parte de los propietarios de no tener inoperantes los bienes poseídos y de destinarlos a la actividad productiva, confiándolos incluso a quien tiene el deseo y la capacidad de hacerlos producir.
13/10/2015 a las 12:24 PM
Totalmente de acuerdo.
13/10/2015 a las 1:18 PM
Que artículo tan pelotudo.
13/10/2015 a las 5:05 PM
https://www.google.com.ar/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=8&cad=rja&uact=8&ved=0CEoQFjAHahUKEwjf1vjanMDIAhWFkJAKHTlvB5M&url=http%3A%2F%2Fjihad-e-informacion.blogspot.com%2F2012_02_01_archive.html&usg=AFQjCNFnUVulWGz64NHf-O3ElLjGyhfTCg
13/10/2015 a las 5:45 PM
CREO LA DOCTRINA DE LA IGLESIA VA DIRIGIDA ” A LA CONCIENCIA” DEL SER HUMANO, INDEPENDIENTE DE LAS MATEMÁTICAS Y DEMÁS CIENCIAS QUE NOS PUEDEN ” ACELERAR ,O FRENAR ” (CONDICIONAR) NUESTRA ACTITUD * M O R A L * .
HE AHÍ EL DESAFÍO DEL SER ” E S P I R I T U A L “, ENFRENTANDO AL SER MATERIAL.
13/10/2015 a las 6:35 PM
Perfecto , claro esto contradice a los que creen que existen los pobres , por que existen los ricos . El Papa uno de ellos . Ya que le gusta tanto y se identifica , que disuelva el Vaticano a su mínima expresión, solo donando sus bienes ( no sus templos y obras de arte, ni siquiera su patrimonio líquido ) , solo sus propiedades inmobiliarias y empiece de nuevo .
13/10/2015 a las 7:54 PM
Bien por el Papa futbolero y peronista, ha desatado las criticas mandriles de los foristas, cada vez me cuesta mas seguir en el ateismo pero me acuerdo del Opus Dei y vuelvo a preferir a Nietzsche, de todos modos bien por Francisco y los macacos que sigan comiendo bananas
14/10/2015 a las 5:22 AM
Si a mi me preguntan que es la oscuridad, creo que se define como la ausencia de luz. Se puede definir y medir la luz, pero no la oscuridad, pero el razonamiento es logico, esta oscuro cuando falta luz.
Si me preguntan que es el diablo… Es la ausencia de Dios, podemos definir a Dios como la energia que reside dentro del ser humao y que lo impulsa en sus actos diarios.
Si me pregunta que es la pobreza… Ya no es solo la falta de riqueza. Yo conozco gente que tiene una gran riqueza y sigue siendo pobre moralmente.
La pobreza no es la consecuencia de la existencia de la riqueza.
Argentina es un pais en el que la gente se deslumbra cuando un curandero brasilero realiza operaciones con un cuchillo de mesa y no nos olvidemos de los curas sanadores. Pero cabe una pregunta, Usted dejaria que un taxista le realice una operacion? o sencillamente que el barrendero le corte el cabello?
Seguramente su respuesta es no.
Entonces porque acepta las opinones de un Sacerdote respecto de la economia. El sacerdote debe limitarse a su funcion de guia espiritual, para ello ha sido preparado y la sociedad espera de ellos ese soporte moral que no puede encontrar en otros rincones.
Cuando el Sacerdote esta convencido que puede opinar sobre cualquier tema que a otros les ha llevado una vida entera estudiar y analizar y permitir que sus opiniones se debatan por grupos de profesionales igualmente calificados, entonces hay una sola explicacion, el Sacerdote es un delirante convencido que las sabe todas.
Y si la sociedad le cree, el problema es aun mayor.
14/10/2015 a las 5:54 AM
Montaner tiene una mente lucida.
14/10/2015 a las 1:57 PM
DSI = comunismo disfrazado…
15/10/2015 a las 3:54 AM
Empecé a leer con interés. Es un artículo sin sentido ya que todas las definiciones las anula con su propia argumentación de nulidad. ¿y si empieza a pensar al revés Montaner? a lo mejor entiende lo que muchas grandes mentes entendieron. Ah si… se necesita inteligencia…
15/10/2015 a las 10:50 AM
El Papa es un orientador de millones de personas, un referente de esos que ya se acabaron en el mundo del Siglo XXI, volcado solo al hipercapitalismo y al consumismo sin lìmites.
Si bien èl no es un experto en economìa ni en valores de calidad de vida, da su opiniòn como hombre pensante y sufriente de las condiciones que tiene hoy la humanidad, y la verdad es que HACE TEMBLAR LAS PAREDES.
NADIE ES DUEÑO ABSOLUTO DE LAS VERDADES DE ESTA VIDA….Precisamente por eso es que Francisco emite sus opiniones, que van màs allà de que les guste o no a los ricos y /o a los pobres de hoy del mundo.
Si fuera necesario ser economista para hablar de economìa, abogado para hablar de justicia, etccccc, no habrìa nacido aùn la persona que pueda abarcar todas justas estas cuestiones orientadoras de la humanidad en super crisis y todo el mundo le harìa el jueguito al despiadado capitalismo, a los liderazgos populistas de los polìticos y al consumismo exacerbado que nos rodea. Por ello pienso que es importante la opiniòn de LOS PENSADORES DESINTERESADOS en llevar aguas para su propio molino, como lo es Francisco, que en vez de refugiarse en el facilismo que le darìa seguir las polìticas vaticanas, se juega por anunciar principios generales esbozados en la Doctrina Social de la Iglesia, que no tienen reglas ortodoxas de cientificidad, SI DE OPINIÒN ,y que pintan un panorama de hacia donde podrìan in dirigidos los esfuerzos de este humanidad cegada y casi perdida, en este mundo carente de lìderes sin contenidos y donde nadie se juega por nada.Apoyo totalmente lo que està haciendo el Papa, recostandose en la Doctrina Social de la Iglesia, por su valor intrìnseco y por el ejemplo emblemàtico que este esfuerzo puede representar para la humanidad en un mundo sin valores y donde nadie se arriesga por nada que no sea agua de su
propio molino. Como dice Josè Marìa,el opinante que me antecede, hay que mirar el mensaje del Papa ” con inteligencia”.Roberto Quaglia
15/10/2015 a las 1:18 PM
La Doctrina Social de la Iglesia es un perfecto punto medio entre los abusos del capitalismo y las utopías del socialismo. Reconociendo la propiedad privada, alerta acerca del egoísmo que puede llevar a la explotación de los que menos tienen o bien a desentendernos de sus necesidades amparados en la comodidad que dan los bienes materiales.
León XIII habló de la necesidad de un cambio moral frente a las injusticias que se veían en el mundo y que luego llevaron a la revolución comunista. Se anticipó a los hechos. Hoy el papa vuelve a llamar la atención sobre el tema e insta al uso del capital no sólo en beneficio propio sino también de la sociedad creando por ejemplo,fuentes de trabajo o participando de nuestras utilidades, lo que es muy distinto de ceder nuestras propiedades para que el Estado las maneje a su antojo como ocurre en el comunismo.
15/10/2015 a las 6:56 PM
Como contribución adjunto un comentarios leído en otro medio al que adhiero completamente. Lo suyo Maria Ines Tomas excelente .Este es el adjunto: “El autor de la nota evidencia una supina ignorancia respecto a lo que se denomina la Doctrina Social de la Iglesia que fuera sintetizada en la Encíclica Rerum Novarum de León XIII y revitalizada por la Cuadragesimo Anno de Pío XI. Circunscribir a la Doctrina Social de la Iglesia y la existencia de posesiones a una función de Bien Común, denota que poco o nada entiende acerca de la Doctrina Aristotélica Tomista de la cual se nutrió Leon XIII como basamento para la famosa Encíclica. Frente a tan notoria ignorancia mas le valdría abstenerse de escribir notas que confunden a personas poco informadas.” Hace ya 55 años siendo profesor el Dr De Vedia de Economía en la UBA, felicitó mi exámen que se basó en su totalidad en las encíclicas que habían sido emitidas hasta 1960. Imagino su satisfacción cuando se avanzó a pasos superiores a partir de ese año.
24/10/2015 a las 11:55 AM
Desgraciadamente José María hoy en día vemos como se sacan las cosas de contexto o se interpretan superficialmente sin la documentación necesaria para una opinión valedera. En el caso del Papa, sus detractores se toman de cualquier cosa para ensuciar su imagen ante el mundo.
28/10/2015 a las 10:47 AM
El problema con la DSI es que ignora la naturaleza humana, una manifestación de deseos que se basa en errores elementales. La DSI propone nivelar hacia “abajo”, cuando las personas, por naturaleza, desean mejorar siempre sus propias vidas hacia “arriba”. Después se enojan si les dicen zurdos.